Reconocimiento y gratitud al médico de Mojácar

Diego Carrillo Flores

  • La Voz
El pasado día 5 falleció Don Diego Carrillo Flores, mojaquero que ejerció la Medicina con total entrega a todos los mojaqueros, mojaqueros del pueblo y mojaqueros de los campos, que eran muchos repartidos en aldeas y cortijos aislados con difícil acceso. Los mojaqueros que actualmente superamos los sesenta años de edad lo recordamos como el médico de nuestros mayores (padres, tíos y abuelos) y el nuestro en nuestra infancia y juventud. Vivimos su profesionalidad en la Mojácar rural de entonces, diferente en muchos aspectos a la Mojácar turística de hoy. En los años cincuenta y sesenta, su entrega y dedicación como médico suponían toda la Medicina con la que contaban nuestros mayores, teniendo especial complicidad con nuestras madres y abuelas, que a veces pasaban de pacientes-enfermas a “enfermeras” y “comadronas” para colaborar con Don Diego en atender a familiares enfermos y en partos. A las mujeres embarazadas, contar con Don Diego como médico les transmitía la confianza y seguridad de que iban a ser atendidas en su propio domicilio al margen de las inclemencias del tiempo, dificultades de acceso y carencias de luz eléctrica o agua corriente en muchos casos. Testimonios de su entrega y dedicación son el hecho de que algunas embarazadas, que vivían su embarazo fuera del municipio de Mojácar, volvían al domicilio familiar de sus padres en el medio rural para ser atendidas por Don Diego en el parto; así como que en el año 60 incorporara a su instrumental médico un camping-gas que le permitía mejorar la iluminación para atender los partos en los cortijos que sólo contaban con el quinqué y el candil. Su generosidad era tan grande que muchas veces renunciaba a cobrar en su consulta privada, no sólo a los pobres, sino también a los menos pobres por el simple hecho de ir acompañado de un familiar o vecino del pueblo, respondiendo al “¿qué le debo Don Diego?” con un amistoso golpe en el hombro a la vez que decía: “Anda, anda, tira y vete”. Este reconocimiento lo manifesté personalmente a Don Diego en algunas de las conversaciones que compartimos en sus años de jubilado en Mojácar, y a sus hijos en otras ocasiones; pero son los recuerdos y sentimientos de gratitud y afecto que nuestros mayores tenían a su médico, los que me impulsan a manifestarlo por escrito en su memoria.