Se ha ido un maestro

Pedro Javier Montoya Benítez

Don Miguel Abellán

  • La Voz
Don Miguel Abellán, un maestro de la enseñanza, profesión por la que todos lo conocían, aunque también fue durante muchos años el practicante del Pueblo junto a Don Diego el médico, fue presidente de la Cruz Roja y Concejal de Seguridad y mi maestro de informática, de primeros auxilios, de fotografía y radioaficionado y… no sé cuántas cosas más, en definitiva un maestro de TODO. Fue Don, por la época en la que le tocó vivir, también lo era porque no tuteaba al dirigirse a los demás, yo nunca pude tutearle, por imitación, porque él siempre me trató de usted, sin embargo su aparente temperamento nunca fue un obstáculo para el entendimiento, sobre todo aquellos años que tuve el honor de compartir con él trabajo y aficiones. Para mí fue un ejemplo a seguir en el servicio a los demás, especialmente cuando fue Presidente de la Asamblea Local de Cruz Roja, al inicio de mi voluntariado en 1985, un año en el que un grupo de maestros y algunos colaboradores más, cometieron la locura de crear un puesto de socorro en Mojácar, cuando la atención sanitaria era muy deficiente. Numerosos jóvenes pudimos cumplir con nuestro servicio militar obligatorio, con la comodidad de estar cerca de casa, con un ejemplo a seguir aprendiendo aquellos valores que siempre transmitía, la ayuda al prójimo sin esperar nada a cambio. Su paso por la política quizá pudo ser polémico, detrás de ese hombre aparentemente rígido, encontré una persona con el carácter suficiente para ser sincero, justo y disciplinado, siempre se mantuvo fiel a sus principios, sus creencias y sus valores, algo digno de admiración. El sentido común le acompañó siempre, especialmente en su época de Juez de Paz, era muy polivalente, con una curiosidad inagotable por enriquecer sus conocimientos y compartirlos con los demás, al menos conmigo así fue, ejemplar. Son muchas las cosas que me enseñó, las llevaré conmigo insertadas en mi mente como recuerdo a su memoria, es más, estoy seguro que aún habiéndolo perdido seguiré aprendiendo de él, porque me enseñó lo más básico, el respeto y saber escuchar. Descanse en Paz, Don Miguel.