Primer empleado de la Caja Rural Provincial de Almería

Manuel Gutiérrez Navas, director de Comunicación de Cajamar Caja Rural

Felipe Ibáñez Ventura

  • La Voz
Era algo esperado, por la enfermedad que le venía debilitando en los últimos años, pero su muerte nos ha cogido por sorpresa. Como ha sucedido con tantos otros compañeros que también se han marchado, aunque permanecen en nuestro recuerdo y son objeto de nuestro reconocimiento. La pérdida humana que representa la muerte de Felipe Ibáñez Ventura, especialmente para sus hijos, es también una pérdida simbólica para quienes hoy formamos parte de la plantilla de empleados de Cajamar Caja Rural. Él fue quien abrió el primer libro de contabilidad de nuestra entidad, a la que durante 31 años dedicó lo mejor de sí mismo, con sus virtudes y limitaciones. En 1959, poco después de acceder a la Secretaría General de la Unión Territorial de Cooperativas del Campo (UTECO), Don Juan del Águila le ofreció incorporarse a la institución que acababa de constituirse en Almería para promover la creación de cooperativas agrarias y abrir canales de comercialización que dieran salida a las producciones de uva y naranja primero, y de hortalizas después, de la forma más provechosa y rentable posible. Felipe Ibañez tenía entonces 27 años, era profesor mercantil y trabajaba en la Agencia Ford, y a partir de ese momento desplegó su mejor hacer para poner en orden las cuentas de las cooperativas agrícolas almerienses y, unos años después, llegado el momento, para la creación de una caja rural, de una cooperativa de crédito nacida para dar servicio financiero al sector agrícola almeriense. En el libro de contabilidad figuran escritos de su puño y letra los primeros apuntes contables que registran el inicio de la actividad económica de la Caja Rural Provincial de Almería con fecha 16 de febrero de 1965. Un año después, cuando abrió al público la primera oficina de la entidad, fue nombrado interventor y se convirtió en uno de sus primeros tres empleados (junto a Miguel Rodríguez Guillén, cajero, y Damián Navarro Murcia, auxiliar administrativo). Y a partir de 1970, cuando la sede social y la oficina principal se trasladó a la plaza Circular fue durante once años director de la urbana nº 1, ubicada en la calle Méndez Núñez y después en la avenida Federico García Lorca, hasta que en 1981 fue nombrado Apoderado General de la entidad, función que desempeñó hasta su jubilación en 1996. Ayer le dijimos adiós. En nuestro recuerdo, y en el de todos los que le conocieron y le trataron, permanecerá su carácter jovial y vitalista, junto al testimonio de su buen trabajo profesional y sus permanentes muestras de cariño y disposición para ayudar en cuanto hiciera falta a quienes hemos tomado el relevo de la generación de empleados que en su día pusieron en marcha la hoy Cajamar Caja Rural y protagonizaron su despegue, crecimiento y expansión.