Soñaba cada día con tener el mejor restaurante de Albox

Guillermo Sánchez - profesional de la hostelería

  • La Voz
Nunca me olvidaré de tu Rincón. Guárdame un ‘culillo’ de Marqués de Cáceres para cuando llegue y un ‘platico’ de jamón con almendras. Nos presentó Ignacio Ortega (el del kiosco 18 de julio) en un caluroso día de agosto de 1989. Fuimos a comer y al fresquito de una mesa llegaba la canasta del pan, la jarra de vino (de barro de Los Puntas) y el platico de aceitunas. Allí empezó todo. Aquel fue el primero de muchos días, tardes y noches hablando de radio, hablando de fútbol, hablando del bar. En aquel Rincón de Pedro nos juntábamos muchos almerienses de la capital a la hora de la comida o para tomar el café cuando la escarcha y el hielo llegaba hasta la puerta en el invierno por las mañanas. Era aquel lugar tu paraíso desde donde diseñaste tu vida. Aquella vida de felicidad con tu ordenador en el despacho pegado a la escalera donde diseñabas las tapas, el menú, el... Confieso que cuando aterricé por tu pueblo estaba hundido, despegado, arrancado de mi Almería de golpe. Era el reto de mi vida, volver a la Radio, pero a más de cien kilómetros de mi casa y allí, en tu Rincón, recibí el calor de domingo a viernes. Ese saludo de padre de Pedro ‘El Cholas’ y esa mesa compartida contigo, camareras y cocineras cada día. Tú, el hermano, el amigo. Allí nos conocimos y allí pasaron volando tres años y medio de nuestras vidas. Yo, que iba cada día de la Radio al Rincón, me encontraba siempre tu cariño. Tú, unos años más joven que yo, me sorprendías por tu afán emprendedor. Por pelear el mejor menú, por ampliar el comedor, tener más habitaciones, por crecer. Lo tuyo era la hostelería con mayúsculas. Y cuando me subía a la habitación antes de las once o cuando llegaba de radiar a las tantas un domingo por la noche, siempre estaba encendida la luz de tu despacho peleando cada peseta para el negocio familiar. Nunca olvidaré esos bocadillos de jamón con un tercio de cerveza que me subías a la habitación cuando jugaba el Macael en casa y estaba el bar sin una mesa libre. Yo era el primero para ti, y tú y los tuyos imprescindibles en mi vida, esa vida sin familia en tu querido Albox. No saben de ti tus paisanos todo lo que yo. Porque sentados a la mesa conocí tu vida y tu mundo. Ese negocio tuyo, ese lugar donde atender mejor cada día. Donde ofrecer a precio justo el mejor producto, porque tú, Guillermo, cuidabas mucho al cliente y siempre he dicho a los cuatro vientos que yo tenía licencia para entrar en la cocina, destapar las ollas y elegir el plato. Te acuerdas de nuestro último abrazo cuando volví con mi familia y nos sentamos en la misma mesa. Me invitaste y quedamos para otro día, pero ese día no llegará porque me ha dicho Pedro Manuel, tu primo, mi director, que iba a un entierro a Albox. Y al preguntarle “¿de quién?” y decir “Guillermo” sabía que eras tú porque llevaba varias noches soñando con Albox y tenía muchas ganas de volver al Rincón. Se lo he dicho a mi mujer y a mi hija mayor. Les ha dado mucha lástima y se acordaban de ti. Mi hija, Copi, exclamó: “¡El de los platicos de jamón con almendras!”. Mira que nos hemos reído juntos. La de goles que cantamos con nuestro Macael porque te hice del Atléti, como yo. Sabes que te debo una visita a tu Rincón. Valió la pena conocerte Guillermo y tu pueblo ha perdido a uno de los grandes. Y te diré una cosa: ¡Vaya tela, al final conseguiste tener tu propio restaurante y no he ido por allí! Gracias por tu cariño, por tu calor, por dejarme comer antes de la hora, por dormir en la mejor habitación, por ser vosotros, la familia del Rincón, la mía de domingo a viernes. Nunca me he olvidado de ti pero siempre te dije que la Radio es una profesión absorbente, como la tuya, porque no vi un albojense más emprendedor, más trabajador y más servicial que tú. Guárdame un culillo de Marqués de Cáceres para cuando llegue y dile a Pedro ‘El Cholas’ que me mareo con las uvas con anís que me daba por las mañanas. Guillermo, cuando lean esto miles de almerienses se acordarán de ti. Del Rincón, del pan, de la paella de los martes, de la caballa de Águilas, de ese vino de Jumilla tan tinto, de ti. Sí, de ti.