La musa de la serie B

LINA ROMAY - ACTRIZ Y CINEASTA

  • La Voz
Desde principios de los 70 se convirtió en la principal fuente de inspiración del prolífico y políticamente incorrecto cineasta Jesús Franco, con el que también compartió su vida hasta que ésta se agotó el pasado 15 de febrero. Rosa M. Almirall, conocida artísticamente como Lina Romay (Barcelona, 1954 - Málaga, 2012), se marchó para siempre dejando tras de sí una de las trayectorias más singulares y polémicas de la historia reciente del cine español. Con ella siempre fue el escándalo. Lo llevaba escrito en su ADN. Desprendía una poderosa sensualidad por todos los poros de su piel, como propulsada por una enigmática e imparable fuerza de la naturaleza. Ella era un volcán en erupción y toda esa lujuria que su cuerpo y su actitud despertaban también traspasaba la pantalla. Erotismo sublimado. Lina Romay nunca tuvo problemas con los desnudos. Pionera del denominado y, a veces, injustamente tratado cine del destape, ella entendió este periodo como una conquista de la libertad que se había negado durante los años de la dictadura. Poseedora de una belleza turbadora, a medio camino entre lo lascivo y lo ingenuo, Lina Romay dio vida a todo tipo de personajes a lo largo y ancho de las más de cien, o casi doscientas, películas en las que participó. Resultaría imposible detallar con exactitud el número de títulos en los que trabajó debido a la compleja naturaleza de estas películas, con rodajes que se solapaban y en los que realizaban dos versiones, una light para el mercado patrio y otra más picante para el, por entonces, menos pudoroso público internacional. También fue una de las pioneras del cine porno español en cintas como ‘Phollastía o ‘Falo crest’. Siempre al margen de lo que dictaba la industria y el mercado, además de actriz, desempeñó funciones como directora, ayudante de dirección, guionista, montadora... Películas como ‘Les avaleuses’, ‘Jack el destripador’, ‘Justine’, ‘Confesiones íntimas de una exhibicionista’ o la divertida y provocadora para su tiempo, ‘El fontanero, su mujer y otras cosas de meter’, mantendrán siempre viva su esencia, la del descaro, la del atrevimiento, la de la irreverencia, en definitiva, la de la autenticidad. Naturaleza en estado puro, o impuro.