El diputado que se acordó de la palabra Cultura

Miguel Naveros

Joaquín Pérez Siquier

  • La Voz
Leo con hondo pesar la noticia del fallecimiento de Joaquín Pérez Siquier, presidente del Ateneo en su mejor época, diputado socialista por Almería durante cuatro legislaturas y coordinador del Aula Socialista de Cultura, un muy personal empeño que trajo a Almería una larga lista de conferenciantes de primer nivel que Joaquín logró a pulso y con proverbial insistencia: “Cuando me ven por los pasillos del Congreso, los ministros me temen. Saben que no los dejo hasta que me confirman que vienen al Aula”, comentó más de una vez. Recuerdo con especial agrado de entre ellas la del inolvidable Jorge Semprún y la de Carmen Alborch, y con renovado interés la de Carlos Solchaga, tal vez la más polémica y comentada, como no es de extrañar dada la personalidad y la contundencia expositiva del entonces ministro de Economía, hombre que, además de excelente gestor, fue siempre irridento provocador, inimitable abogado del diablo, brillante polemista. El Aula ha sido el más importante ciclo de conferencias que jamás se haya organizado en Almería, y dudo que vayamos a poder gozar de uno igual, igual que difícilmente va a volver a haber un diputado, como él, con tanto empeño por fomentar el debate y por llevarlo a una provincia, como ésta, que casi siempre ha estado demasiado lejos de todos sitios. Era un hombre muy especial Joaquín: le importaba la cultura y creía en ella como valor ideológico. Y era otra época aquélla: importaban aún el discurso y sus argumentos, no sólo los impactos —tan a menudo presuntos impactos— de imagen que hoy lo embargan y hasta jibarizan todo. No se puede en estos momentos no lamentar que en tantas cosas seamos hoy más vacuos, más superficiales, más irreflexivos. Y no puedo, en estos momentos, no recordar el pésimo momento que, entre sus más allegados —su mujer, sus hijas, su hermano Carlos Pérez Siquier, nuestro fotógrafo—, estarán pasando dos de sus muchos amigos: el escritor y durante tantos años compañero de escaño Rafael Ballesteros y Jesús Fernández Capel. Con ocasión de una lectura de Ballesteros en Almería vi hace unos meses a Joaquín por última vez, con los dos últimos libros de Rafael no firmados aún. Al advertirlo entre el público le dediqué en la presentación unas palabras más o menos como éstas, de homenaje por una labor que como muy pocos de los representantes que hemos tenido merece y que, espero, le sea tributado pronto.