Primer aniversario del fallecimiento de Pepe Lillo

Tu familia

José Lillo Soler

  • La Voz

Se cumple un año desde que nos dejaste. Te fuiste en silencio, tu que has sido el celebrado tenor de nuestras vidas. Te seguiremos echando de menos cantando villancicos en navidad y marcando el tono del “cumpleaños feliz” en las celebraciones infantiles de nuestros nietos.


Considerabas a la familia como la pieza clave de la sociedad en torno a la cual edificar la convivencia, el afecto y la felicidad. Has llevado siempre a la práctica esa convicción con tu mujer y tus hijas  y la has transmitido a familiares y amigos.


Orgulloso y riguroso en tu profesión de aparejador. Estabas convencido de que la especie humana del siglo XXI tiene una relación con la naturaleza equivocada y desleal. Defensor de los árboles como seres vivos dignos de respeto y vehemente enemigo de las talas. En nuestra memoria colectiva tu gran disgusto cuando la comunidad de vecinos decidió eliminar parte de los ficus de la plaza.


Magnífico futbolista en tu juventud y aficionado al futbol durante toda tu vida, criticando con vehemencia a los entrenadores que no tienen claro el equipo titular y a los jugadores que no se fajan en la pelea como hacías en tus tiempos. Fustigador mordaz de árbitros incompetentes que nos han impedido triunfar en las quinielas.


Tu memoria prodigiosa pertenecía a otra época y a otra galaxia. La geografía postal de las oposiciones a funcionario de Correos se mantuvo en tu mente con el mismo frescor que cuando las aprobaste con sobresaliente.  En nuestros viajes gastronómico-culturales no necesitabas acudir a google para recordar los afluentes del Duero por la izquierda, las estaciones de ferrocarril entre Santiago y Vigo los deltas del mediterráneo o los estrechos del mar Báltico. Aun recordamos como descubriste los meandros del Paraná cuando alcanzan el Rio de la Plata o como identificaste el valle el rio Po volando entre los apeninos y los Alpes.


Tu universo espiritual ha estado sustentado sobre los sólidos cimientos de la música, la lectura y el deporte. Imperturbable jugador de ajedrez. Lector recurrente de los episodios nacionales de Galdós. Admirador de las grandes operas e insigne tenor de nuestras zarzuelas. Enamorado de las nostálgicas habaneras, de las alegres rancheras y de las estudiantiles canciones de tuna. Devoto de la “negra sombra” rosaliana. Todos los participantes exigíamos tu intervención como colofón obligado de cada jornada festiva. El ritual incluía canciones como la bella Lola, la dulce caña, Torrevieja, cielito lindo, sigo siendo el rey, la tuna compostelana y negra sombra. El “adiós con el corazón” clausuraba nuestras reuniónes.


Te echamos de menos exhibiendo tu fino sentido del humor en las tertulias manteniendo con la mirada la complicidad de tus interlocutores. Pero, sin duda, la faceta en la que te mostraste insuperable ha sido recitando  los poemas de Alvarez de Sotomayor en el lenguaje dialectal del Almanzora, llenos de retranca y sabiduría popular. Los poemas huertanos  sobre el mochuelo cantando en la rambla, el escolar que no aprende la lección o el indigesto relato de los higos chumbos nos hicieron pasar veladas inolvidables.


Querido Pepe Lillo te seguiremos recordando siempre.