¡Adiós, Javi!

Fina Martín

Javier Ausejo

  • La Voz

Sencillamente se va la vida, termina.


“Serenamente cuando viene la ola, acaba, y quizá en el dejarse vencer, empieza la vida. Yo tengo para ti un nido en mi árbol y una nube blanca, muy blanca, colgada de alguna rama”.


Javier Ausejo se dejó llevar oyendo el sonido que llega de la ola que va y viene desde la playa de San Miguel hasta su casa, el domingo 23 de mayo, serenamente. El sol y una fina lluvia le acompañaron en el camino. Ahí quedó el frágil arte de un gesto sencillo en la despedida dulce y silenciosa de un amigo querido, un vecino querido y un diseñador que admiraba la gran belleza que hay en esta vida, y así la mostraba, con todos sus colores, sin más, así. 


Cuando Javi se enfrentó a lo inevitable lo hizo en silencio y sacando fuerza. Quería terminar sus tres últimos proyectos. “Dejar todo arreglado”, lo expresó así. La casa de su cuñado, el desaparecido escritor y periodista Miguel Naveros y de Belén Ausejo, al frente de la librería Zebras, su querida hermana; la casa del profesor Juan Córdoba y, por supuesto, la reforma de Librería Zebras, en la plaza Balneario San Miguel de Ciudad Jardín, que ha hecho tan feliz a Isa, que hoy disimula su tristeza rodeada de tantas palabras escritas en tantos libros, pero que ninguno acierta a explicar sinceramente por qué la vida empieza y acaba.


En estos últimos meses Javi decía a Luis del Águila, miembro de su cuadrilla: “Yo me levanto cada día, miro a la playa y vivo el día a día”. Y los hermanos Luis y Pepe Salinas detienen la faena porque no entendían esa reflexión, porque para ellos “trabajar es vivir sin más”. “Era el hombre más maravilloso de la tierra”, me ha dicho emocionado Luis del Águila.


En la librería encontré un libro de los estoicos que expresa la idea de que se puede alcanzar la libertad y la tranquilidad siendo ajeno a las comodidades materiales. Supongo que dejamos que la vida pase sin darnos cuenta que la disfrutamos sencillamente, sin más, así. Deberíamos de reparar en este detalle. Y yo también. 

Después de la familia, la otra gran pasión de Javi era la gastronomía. Y es que era muy creativo en los fogones. Muchas veces me dijo “Fina, pásate con un tuper que he preparado un plato muy rico”, y yo cruzaba la calle toda contenta porque había generosidad en la forma de invitarme a compartirlo, y porque todo lo que cocinaba era para celebrarlo. Así, sin más.


La pequeña Momo corretea por la plaza. Es una niña feliz a la que Isa y Juan Carlos le habrán explicado ya esta partida. ¡Qué tendrá esta criatura que todo lo entiende en su cabecita inteligente y creativa! Lo habrá despedido a su manera: “¡Adiós, Javi!”.


‘Una Nube Blanca’. Canción de Lluis Llach.