Adiós a Juan Cruz, un trocito de nuestra historia

Alejandro Jurado Ramírez

José Cruz Cruz

  • La Voz

Ayer falleció José Cruz Cruz, y aunque algunos no lo supieran, contigo falleció una parte de la historia de Níjar, de Almería y de los almerienses.


Desde que una mala operación te robara los riñones hace ya cuatro años, temblaba en que llegara este momento, al final, y a pesar de tu fortaleza ha sido este puñetero bicho, enemigo invisible, el que te ha llevado junto a los mejores. Naciste en plena guerra civil española, en una cortijada de Níjar. No una cualquiera, sino en el mítico Cortijo del Fraile. Me enseñaste mucho, aunque te sorprendía mi interés sobre tu vida. Una vida en la que desde muy joven, tuviste que sacarle fruto a esta tierra difícil como era la Almería de los cuarenta. Te considerabas un privilegiado, como me decías, porque los maestros iban al cortijo a enseñar a los hijos de los trabajadores, por comida y cama. Eran los tiempos de la posguerra española. Siempre fuiste desde joven, sacrificado, esforzado, leal y tenaz. Consecuencia de ello, igual que conseguiste hacer producir en esta tierra con el “agua que daba Dios”, levantaste junto a tu padre y tu hermano, un nuevo cortijo. Esta vez en Rodalquilar, “El Cuarenta”, y como fue de los primeros en tener electricidad por un trato con la compañía que llevaba la luz a La Isleta.


Me enseñaste a ver los frutos que da esta tierra sin agua, a ver los espárragos, las alcaparras, el romero, las almendras y los higos. Me enseñaste, como se separaba el trigo de la paja en una era, y a ver cuevas con pozas de agua. Muchas fueron las eras en las que ayudaste por toda esta tierra, y muchas las líneas de chumberas que tú solo plantaste, y que otro bicho norteafricano se llevó hace unos años.


Contigo son las historias de las relaciones personales de Níjar y de Almería, entre cortijos, entre Montanos, Las Hortichuelas, Fernán Pérez, La Isleta, Los Escullos. Como los jóvenes os relacionabais en “el baile”, para el que la gente se desplazaba con sus familias desde los cortijos de la zona. De como el “maestro del baile” seleccionaba quien bailaba con quien, y luego como había que hablar con la niña que te gustaba con la escolta discreta y cercana de su madre y tías. Así conocerías a quien ha sido tu fiel compañera de viaje y sin quien no concebirías la vida que has tenido, una mujer de altura, Ángeles, del cortijo de Los Garridos.


Tiempos en los que como muchos almerienses, emigraste a Alemania, junto a algunos de tus cuñados, para labrarte un futuro mejor y poder volver, unos años después, y casarte con el amor que habías dejado en Fernán Pérez, tu inseparable Ángeles, y así formar una familia, con tus maravillosos cuatro hijos. 


Siempre seguiste trabajando la tierra, como tantos y tantos esforzados almerienses. Eran nuevos tiempos y una nueva técnica agrícola se imponía, primero el arenado y poco después el invernadero. Fuiste de los primeros que junto con Ángeles, comprasteis un trozo de tierra y pusisteis vuestro primer invernadero, “de palos”.


Y seguiste formando parte de la historia y progreso de esta tierra, un nuevo pueblo de colonización estaba creciendo y construisteis vuestra nueva casa en Campohermoso, por un futuro mejor para tus hijos.


Y seguiste, trabajando, siempre, sin olvidar tus orígenes ni a tus amigos de los cortijos. La primera vez que supe de tí por terceros, me referían un hombre fuerte, que siempre era llamado para la matanza anual del “chiro”, como tantos almerienses.


Siempre fuiste bueno, esa era la palabra que más gente te definía, esforzado, humilde, discreto, sacrificado, hombre de palabra, donde era honor mantener el acuerdo de precio en el campo, como esa generación de almerienses que han contribuido a nuestro actual progreso y bienestar.


Y de igual forma te fuiste, sin hacer ruido, sin molestar, y con esa naturalidad que impresionó a Goytisolo de que la muerte forma parte de la vida, nueva y eterna. 


Por eso, por todo ello, aunque fueras anónimo para la mayoría, eras historia viviente de todos nosotros, los que han hecho que Níjar y Almería crezcan desde esa tierra inhóspita, marginada por la historia.


Descansa en paz y en todos nuestros corazones.