“Abuela, nada podrá llenar el vacío que has dejado”

María Castaño Castaño

  • La Voz
Y mira que lo intentaste esforzándote en hacer todo lo que te decíamos nosotros y los médicos para que se hiciera realidad aquella frase que repetías continuamente: “Vámonos a la casa…”, hasta llegamos a tener el informe de alta en la mano; pero al final las complicaciones pudieron más que tú. Me vienen ahora un montón de recuerdos, cómo cuando celebraste tu 95 cumpleaños que nos compraste a cada uno una caja de pasteles y nos dijiste “por si es el último”. Toda una premonición porque vaya si lo fue. Sí, ya sé que son muchos años y que aquí no te ibas a quedar pero como siempre estabas bien pensábamos que no llegaría todavía. Creyente en Dios Mujer de profundas creencias religiosas, a Dios alababas en cada frase y en la adversidad siempre te acordabas de él: El Señor también sufrió -me decías. Seguro que ahora que lo tendrás al lado podrás darle las gracias por todo lo que te ha dado y porque yo creo que te ha concedido todo eso que le pedías cada tarde en tus horas de rezos. Sigue haciéndolo desde ahí arriba; pide por nosotros como hacías a diario que seguro que te sigue escuchando. No ha sido una vida fácil pero dentro de la época y de las circunstancias que te tocaron vivir has sido feliz y nos has hecho felices. Siempre he admirado tu capacidad de resignación frente a las dificultades que no han sido pocas; ojalá yo sea capaz de aprender de ti. Aquí nos quedamos todos llorando tu ausencia pero al mismo tiempo sentimos y vivimos todo lo que hemos podido disfrutar y aprender contigo. Nos has dejado tanto… Te has desvivido por mí desde que nací hasta el último día. En ese sentido también te has ido satisfecha habiendo visto que tus deseos –esos que me recordabas a menudo por las tardes- se han hecho realidad. Y aunque nada podrá llenar el vacío que has dejado, en mi corazón viven todos esos momentos que hemos compartido; por lo que aunque físicamente no estés en realidad si que lo estás y lo estarás siempre. La más bella flor Ya estás en Hijate, cerca de tu casa que tanto has echado de menos y donde pasaste más de 70 años: el huerto, los animales, la tierra, la casa, la familia, los vecinos…. Así transcurrían los días uno tras otro Ya viste que el pueblo entero estuvo contigo en ese último adiós porque como tú decías, -yo nunca he hecho mal a nadie; he ayudado todo lo que he podido- y te lo demostraron llenando la iglesia. Quiero terminar con unas palabras del párroco que ofició el funeral: “Estamos en mayo, el mes de las flores; el Señor se llevó a esta bella flor…”. En ese nuevo jardín en el que ahora disfrutas nos volveremos a encontrar. ¡¡Hasta entonces!!