“No estamos solos”

Familia Román García

  • La Voz
El pasado octubre ha sido trágica para nuestra familia. Nuestra madre nos ha dejado en prácticamente cinco días, ante la impotencia de no poder hacer nada para ayudar en el fatal desenlace. Han sido jornadas en las que realmente cualquier mano tendida ha sido como un rayo de luz en la oscuridad o como un bálsamo ante tanto dolor. Siempre fuimos educados en aquella máxima que dice “es de bien nacidos, ser agradecidos”. Y, eso es lo que queremos hacer con estas letras. Afortunadamente, la ayuda y sentirse apoyado, arropado en momentos difíciles, ha sido casi una constante en esas jornadas, gracias a la profesionalidad, vocación y ejemplar comportamiento de muchos sanitarios que forman parte del sistema público de salud en Almería. De ahí que queramos, de todo corazón, agradecer a esas personas, tanta generosidad como hemos recibido. Especialmente a Pilar Martos, médica de urgencias del Hospital de Alta Resolución de “El Toyo”, que nos abrió el camino para diagnosticar la grave enfermedad de nuestra madre, de forma cariñosa y sencilla; a Mercedes Montilla, enfermera del área de Cirugía de Torrecárdenas, que de manera diligente y ágil nos puso en contacto con el cirujano Guillermo Verdejo Lucas, todo profesionalidad y humanidad, quien determinó las causas que acabaron con la vida de nuestra madre catorce días después, siendo capaz de transmitirle, en tan delicados momentos, paz y tranquilidad; al Servicio de Cuidados Paliativos asociado al Complejo H. Torrecárdenas con sede en el Hospital de Cruz Roja, cuyo equipo es excepcional en cuanto a su manera de actuar y apoyo al enfermo y al cuidador (Emilia López Lirola, Margarita Sardinero, Carmen Cortés, y Raquel Vique, aparte de poseer una gran preparación sanitaria en medicina, enfermería y psicología, aplicándola con singular celo, transmiten consuelo y sosiego, tan necesarios en esas circunstancias); a María, enfermera de enlace del Centro de Salud de Ciudad Jardín, ya conocida por las atenciones y cariño demostrados con nuestro padre; a Margarita, enfermera del Centro de Salud de la Vega de Acá, siempre a nuestro lado apoyándonos y resolviendo situaciones embarazosas; y, como no, al equipo del Servicio de Emergencias 061, especializado en paliativos, por sus extraordinarios conocimientos y predisposición. Gracias a todos ellos de manera especial y a muchos otros que de forma anónima ayudaron a nuestra madre en sus últimos días de vida. Nunca podremos olvidar su generosidad y esfuerzo para que nosotros sobrelleváramos tanto dolor. Nos demostraron, y lo ponen de manifiesto en cada instante, que “no estamos solos” en momentos tan difíciles y que su labor es imprescindible en una sociedad que muchas veces olvida los valores humanos más esenciales. Gracias.