La familia

A Luis Gázquez Abad

  • La Voz
Sé que los Dioses en los que no creías te están mimando, sé que cuando uno emprende el viaje a la Itaca más perversa, el aliento del olvido ilumina el camino. Sé que tu familia llora una vez más dibujando con sus lágrimas tu nombre en su memoria, pero también sé que tu música, que no sabía de esferas ni mentiras, perdura en el recuerdo, que tus manos recorriendo con la fugacidad del genio el teclado del piano recorren ahora la espina dorsal de tu presencia, que tus palabras y la audacia de tus gestos han quedado prendidas en nuestras propias palabras y nuestros propios gestos, que tus nuevos caminos nunca se perderán. Porque aunque tus pasos sepan a ausencia, hemos vuelto a presentir tu sonrisa y con ella, aunque no podamos detener el tiempo ni volver atrás, podemos sentirte junto a nosotros como siempre. Gracias por tu música y por tu arte, pero, sobre todo, gracias por ser un ser humano extraordinario, sincero, noble, cariñoso, afable, con un corazón enorme y que nos dio a todos una lección de cómo vivir, de cómo sentir y de cómo encarar las vicisitudes que el mundo terrenal nos pueda cuestionar.