La fiesta de Exaltación de la Cosecha Almeriense

Era uno de los eventos más especiales que se desarrollaban en Feria durante los años 40

Imagen de archivo del aspecto que lucía la Plaza Vieja de Almería.
Imagen de archivo del aspecto que lucía la Plaza Vieja de Almería. La Voz
Lola Haro Gil
07:00 • 23 ago. 2018

Una de los eventos más especiales que tenía lugar durante la feria en los años cuarenta, era la conocida como de “Exaltación de la Cosecha Almeriense”, organizada por la Comisión de Festejos del Ayuntamiento de Almería. Este evento estaba concebido como una celebración de los frutos del campo, con gran importancia en el caso de nuestra economía de la uva de mesa. Tal era así que este fruto aparecía con asiduidad como un elemento más de la carcelería de la época.  Además de la uva, se exhibían otros productos y frutos de la tierra como lo eran las almendras, los vinos alpujarreños y otras variedades frutícolas (higos, melones y chumbos entre otros).



La intención festiva de este evento contaba también con una más pragmática, por la que se aprovechaba la ocasión para solicitar que las uvas fueran el fruto utilizado como postre en hogares y establecimientos que sirviesen comida. Esto estaba en línea con los apuros económicos que se estaban atravesando en esos años debido al cierre de los mercados extranjeros y que motivó que se tuviera que incentivar el consumo interno (en el país) de nuestro fruto como vía para darle salida y evitar una situación todavía peor de la que se estaba padeciendo. Debemos recordar que nuestras uvas eran producidas en su casi totalidad para la exportación y que, por tanto, no había costumbre de consumirlas de forma habitual por parte de la población, por lo que en estos años se realizaron grandes esfuerzos a distintos niveles para estimular su consumo en mercados nacionales. 



A nivel local, se animaba a los comerciantes del Mercado Central y otras fruterías de la ciudad a engalanar sus puestos con uvas y para ello eran incentivados con la concesión de premios a los mejor decorados. Las bases de este concurso eran claras sobre la finalidad del concurso: “Se invita a los comerciantes que presten su colaboración a esa iniciativa que servirá para dar realce a nuestra ciudad y para propagar la producción uvera de nuestra provincia”.  Los premios de este concurso fueron variando en cuantía y categorías a lo largo de la década, oscilando desde las 50 a las 200 pesetas. Los premios de menor cuantía eran los dedicados a los puestos del Mercado Central que se presentaban al concurso, mientras que los de mayor importe eran para premiar a las fruterías y sus escaparates.  



Con todo lo descrito, no solo se limitada este evento al acto oficial de recepción realizado en los salones del Ayuntamiento a mediodía con las autoridades oportunas, a la que incluso en su edición de 1946 llegó a asistir el insigne músico maestro Padilla con motivo de su estancia en la ciudad en aquellos días, sino que también se pretendía hacer partícipe a la ciudad con las actividades arriba mencionadas. En cuanto a la parte más oficial del evento, es decir, a la que se celebraba en el consistorio, consistía en la declamación de los discursos de rigor, una bendición simbólica de los productos allí expuestos y de un cóctel para los asistentes a base de vino y de los propios productos de la tierra allí expuestos. También se solía programar a la misma hora un concierto de la Banda Municipal en la misma Plaza Vieja para animar el acto, así como bailes regionales. En algunas ocasiones, como en 1944, se montó también una exposición de los frutos en la misma plaza, que desgraciadamente tuvo que ser desmontada debido a que el viento de ese día deslucía la instalación. Un año después, a modo de decoración, se ingenió la instalación de un parral y de una zona que recreaba las faenas de la uva. 



Ya por la tarde, tenían lugar otras actividades relacionadas también con el campo, pero desde un punto de vista ganadero. Se organizaba un desfile de carretas engalanadas que eran tiradas por bueyes y eran acompañados por caballistas. También éstos contaban con su particular concurso, cuyo jurado concedía los premios tras visualizar el discurrir del desfile por las calles.



Y así era como un día de los festejos de agosto en la ciudad de Almería se dedicaba por entero al realce de la agricultura y ganadería tan importantes en aquella época para nuestra economía. 






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