Así es el último local que trabaja la artesanía del cuero en Almería

Lo regenta José Luis Ruiz, cuarta generación al frente del establecimiento

Elena Ortuño
11:36 • 20 ene. 2025 / actualizado a las 12:40 • 21 ene. 2025

Entre artículos grabados en piel con gran maestría, artesanías únicas en su especie y antigüedades que rezuman viejas historias de la edad dorada del cuero pasa sus días José Luis Ruiz Martínez, representante de un negocio familiar que, gracias a su supervivencia durante cuatro generaciones, es el último negocio en la capital dedicado a trabajar dicha materia prima.



Licenciado en Bellas Artes y conocedor del oficio desde pequeño, el comerciante demuestra cada día una gran sensibilidad hacia el trabajo que le da de comer. Aun teniendo que adaptarse a los tiempos que corren, el almeriense considera imprescindible mantener la esencia del primer Curtidos Ruiz: “Siempre intento que el que cruce esa puerta sepa dónde está entrando”, reconoce con decisión.



Unas raíces casi centenarias



Los orígenes de Curtidos Ruiz se remontan a la primera mitad del siglo XX, cuando el bisabuelo de José Luis abrió una pequeña fábrica de curtición frente al bar La Gloria: “Él iba al matadero, compraba la materia prima y se utilizaba para todo lo que puedas imaginar. El cuero era entonces lo que el plástico es hoy en día”, explica el tendero, para después añadir que si bien antes era algo mucho más práctico que estético, ahora su función se ha revertido.



En 1947 su hijo Paco, el abuelo de José Luis, decidió abrir la tienda de Curtidos Ruiz, situada en la calle Flora con Regocijos. Ese pequeño local abastecía de cuero tanto a particulares como a la industria almeriense. Unida a la marca su abuelo también quiso abrir una fábrica de calzados, con tan mala suerte de que entró en quiebra y con tan buena que poco después, en los años 60, llegó el cine a la provincia: “Curtidos Ruiz despegó. Empezamos a vender cuero como bestias, porque las cinematográficas compraban pieles para hacer el atrezzo de las películas. Vendimos para Patton, para Lawrence de Arabia...”.



Al ir viento en popa, la familia decidió abrir una segunda tienda en uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad: “El local de la Casa de las Mariposas era muy elegante. Era una tienda de bien, de regalos, no de materia prima”. Del establecimiento, José Luis recuerda sobre todo sus escaparates: “Sus cristales se metían hacia dentro, dejando un pasillo que conducía al visitante al interior del local. Era todo muy vistoso. Allí iba mucha gente a hacer sus compras, incluso famosos como Charles Bronson o Raquel Welch”, recuerda con nostalgia. 



Curtidos Ruiz aportó mucho más que el sustento a la familia: “Mi padre conoció a mi madre porque ella fue a comprar a la tienda unos guantes. Cuando ellos se casaron, mi abuelo cedió a mi padre la tienda en la que hoy nos encontramos, la primigenia, que en el año 2000 se cambió de local a la calle Magistral Domínguez”, cuenta. Cuando Paco se jubiló, Cajamar compró la Casa de las Mariposas. Todos los locales de la planta baja desaparecieron. Quedó entonces como vestigio de otra época la tienda original de Curtidos Ruiz, hoy regentada por José Luis.



En la actualidad

Como humanista que es, el artista está orgulloso de representar a la cuarta generación que pasa por los mandos de la tienda. Sin embargo, el romanticismo no da de comer y él lo sabe bien: “Hemos tenido que actualizarnos. Introduje artículos de mujer porque eran nuestras principales clientas. También hago grabados artísticos en piel”, explica mientras señala algunas de sus mejores obras, entre las que se encuentran una panorámica de la Alcazaba o una detallada reproducción del ‘Chalet del Gitano’.


Para el tendero el mayor problema de nuestra sociedad es la ausencia de educación en consumo: “Yo siempre digo: tu abuela tenía uno, tu madre tres y tú, treinta”. Lamenta que la gente confunda las marcas con el estatus: “Lo que tú compras es la publicidad. El estatus es otra cosa, no es tan superficial”, remarca para después añadir que lo que se compra en las artesanías es la materia prima y el trabajo que hay detrás. Hoy la gente va a buscar a su local “lo que no encuentra en ningún otro sitio”: personificación.


Y es que sus obras ofrecen una calidad que no se halla en los cinturones de las franquicias: "El que yo te voy a vender te durará como mínimo 20 años", asegura. Sobre las críticas de los animalistas, responde con la conciencia tranquila: "Todas las pieles que trabajamos aquí son recicladas de la industria cárnica. Si matas a una vaca para comértela, no tires su piel, utilízala", apunta. El almeriense explica que, aun así, hay gente que prefiere la polipiel o la piel vegana: "Eso es plástico y a la larga es más contaminante y agresivo para la naturaleza y, encima, tiene una caducidad mucho mayor", concluye.


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