Las ruinas del campo de fútbol de La Cañada

El recinto es una auténtica ruina, un abandono impropio de la época que vivimos

Lateral de la grada principal del campo de fútbol de la Federación de la Cañada.
Lateral de la grada principal del campo de fútbol de la Federación de la Cañada. La Voz
Eduardo de Vicente
22:28 • 18 mar. 2023

Algún día llegarán los arqueólogos para intentar recuperar un trozo de vida en lo que fue el campo de fútbol del barrio de la Cañada. Sería necesario excavar mucho para poder encontrar alguna huella que pudiera contar, de verdad, lo que significó aquel recinto cuando se construyó en 1966 y cuando en la década siguiente se le dotó del único terreno de juego de hierba que tenía la ciudad.



En la fachada principal por la que parece haber pasado un abandono de siglos, se puede ver todavía el escudo, grabado en negro, de la Real Federación Española de Fútbol, que se confunde con las pintadas que cuelgan de las paredes. Es el escudo del propietario de este recinto, aunque la responsabilidad del lamentable estado que presenta debe de recaer también sobre las autoridades municipales que lo permiten. Las ruinas del campo de fútbol de la Cañada manchan directamente a toda la ciudad, indistintamente de quién sea el dueño, por lo que el Ayuntamiento está obligado a tomar partido y a exigir que se busquen soluciones. 



Nada más llegar al lugar te invade una sensación de profunda tristeza, como si uno estuviera en un escenario que hubiera pasado por una guerra. La fachada presenta un aspecto fantasmagórico, con unas escaleras de acceso deterioradas y medio ocultas por la vegetación. De la grada principal, solo hay noticias de la visera que formaba la tribuna. El terreno de juego ha desaparecido, así como la zona de vestuarios y el espacio destinado a vivienda del guarda. 



La gravedad del caso no es que el campo de la Federación, como así se llamaba cuando se inauguró, o el campo de Matías Pérez, como fue bautizado después, haya ido  envejeciendo. Lo grave es que se ha dejado caer, se ha abandonado totalmente hasta convertirse en un manojo de ruinas. Atrás queda una historia en la que se llegaron a escribir páginas brillantes desde que el once de septiembre de 1966 fue inaugurado y bendecido por el Obispo Ángel Suquía. En aquel tiempo la ciudad de Almería necesitaba instalaciones deportivas. El estadio de la Falange, el campo de las Chocillas y el del Seminario eran insuficientes para la demanda que existía y el campo de la Cañada vino a solucionar parcialmente ese déficit de instalaciones. Unos años después se convirtió en el primer campo de la ciudad con terreno de juego de hierba, antes de que estuviera terminado el ‘Franco Navarro’.



Varias generaciones de niños y adolescentes de Almería han pasado por el campo de la Federación, que allá por los años 1990 y 1991 se convirtió en el primer recinto futbolístico, por encima del campo Franco Navarro, que durante  más de un año estuvo cerrado por las obras de remodelación. En el campo de la Cañada jugó durante una temporada el Polideportivo Almería, cuando era el equipo representativo de la ciudad y competía en la categoría de Tercera División.



El campo del Obispo



El Obispo, don Ángel Suquía, se volcó  con el nuevo campo de fútbol de la Cañada. El día de la inauguración, el domingo 11 de septiembre de 1966, se llevó a todo su séquito para bendecir la instalación y pisó el terreno de juego rodeado de una pompa colosal, como si fuera a inagurar el reino de los cielos. El campo era un pequeño lujo para una ciudad tan pobre de instalaciones como era Almería entonces. La Federación Española de Fútbol había invertido cinco millones de pesetas para que en medio de la vega reinara el fútbol. Al campo no le faltaba de nada: su grada de tribuna, sus vestuarios decentes y hasta una capilla.





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