20 años del derribo del cine Imperial

Formó parte de la vida de los almerienses durante cuatro décadas. Allí se estrenó Psicosis.

Derribo del cine Imperial en el otoño de 2002. Se puede apreciar una parte del pasillo circular que tenía la sala en su lado norte.
Derribo del cine Imperial en el otoño de 2002. Se puede apreciar una parte del pasillo circular que tenía la sala en su lado norte.
Eduardo de Vicente
09:00 • 29 oct. 2022

Fue uno de los últimos cines en caer. Antes habían pasado por la piqueta el Hesperia, el Roma, el Liszt, el Pavía, el Monumental. El Imperial aguantó hasta hace veinte años, cuando ya llevaba un tiempo sin vida.



El derribo del cine Imperial representó el final de una época. Las salas del centro de la ciudad habían dejado de ser rentables y se imponían los multicines de los grandes centros comerciales, donde las nuevas generaciones podían dilapidar una tarde completa comiendo hamburguesas, mirando tiendas y viendo una película. Cambiamos los cines del centro, cada uno con su personalidad, por las salas industriales de los multicines, idénticamente vacías y desprovistas de alma. 



El cine Imperial formó parte de la vida de los almerienses durante cuarenta años. Por su gigantesca pantalla pasaron las estrellas de Ben Hur y los antihéroes de Fiebre del Sábado Noche. 



El Imperial nació a finales de los años cincuenta, cuando parecía que las salas de cine eran intocables y que el negocio estaba asegurado para siempre. No había llegado todavía la televisión a Almería y el cine era la gran ilusión de los fines de semana. 



La familia Vértiz, propietaria de la sala, quería que el Imperial se inaugurara el día de Nochebuena de 1958, pero unos días antes de abrir sus puertas tuvo que cancelarse el estreno debido al retraso en la llegada de algunos materiales que se necesitaban para la proyección, a consecuencia de los temporales que habían azotado a media España. La función tuvo que suspenderse hasta que por fin, el jueves quince de enero de 1959, el nuevo cine pudo abrir sus puertas en el corazón del entonces llamado Paseo de Versalles.



La película escogida para el debut fue ‘La Violetera’, con Sara Montiel y Raf Vallone. Las colas para conseguir una entrada, en los primeros días, llegaban hasta la Puerta de Purchena. En mayo de 1969, diez años después de la inauguración del cine, fue la propia Sara la que pisó su escenario para presentar el estreno de su última película, ‘Esa mujer’. Los empresarios del Imperial, Manuel Orozco Espinar y Ángel Vértiz, decidieron traerla para darle realce al filme y garantizar varios llenos en la sala. 



Por el cine Imperial pasamos todos para disfrutar de aquella inmensa sala donde llegaron los grandes estrenos de cada época. Allí echaron por primera vez la película ‘Psicosis’, en noviembre de 1961. Los jóvenes de entonces iban a verla para pasar miedo, y se pasaba de verdad, sobre todo aquellos que asistían a la última función, a la de las once de la noche, y tenían que atravesar las calles desiertas de regreso a sus casas, con el pánico que Hitchcock les había metido en el cuerpo. 



La sala Imperial no solo fue uno de los cines más importantes de la ciudad, sino  que también se convirtió en un escenario privilegiado para los partidos políticos que en los primeros años de la Transición organizaron sobre sus tablas todo tipo de mítines y conferencias. Por allí pasaron grandes estrellas de la juventud de aquellos tiempos como John Travolta y Olivia Newton John, y políticos de primer nivel como Enrique Tierno Galván con su aureola de cautivador de masas; Marcelino Camacho con aquel célebre eslogan de “Pon tu voto a trabajar”; el almeriense Pedro Molina con el Partido Comunista en plena efervescencia, y hasta el polémico Blas Piñar con su Fuerza Nueva. Eran pocos los empresarios que accedían a alquilar su local para un acto de la extrema derecha, pero el Imperial de Juan Asensio siempre estuvo dispuesto para toda clase de mítines y nunca se produjeron incidentes.


Con sus casi novecientas butacas, una pantalla gigantesca y un sonido espectacular, el Imperial fue un cine de lujo. Por el mismo escenario donde proclamaron sus consignas en 1977 los falangistas, los comunistas y los socialistas, pidiendo el voto y prometiendo sus distintas revoluciones en una España nueva, pasaron  artistas que sobre la pantalla, y sin proponérselo, fueron más revolucionarios para la juventud que todos los políticos con sus arengas.


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