Paco Cosentino sí cree en las lágrimas

El empresario almeriense, investido doctor honoris causa por la UAL

Cosentino junto al director de La Voz y otros asistentes al acto de investidura este viernes en la UAL.
Cosentino junto al director de La Voz y otros asistentes al acto de investidura este viernes en la UAL. La Voz
Pedro Manuel de La Cruz
17:59 • 03 jun. 2022

Antonio Garrigues Walker llevó al paraninfo de la universidad de Almería a Heródoto cuando distinguió entre las muchas cualidades de Paco Cosentino, la del optimismo. “Tu estado de ánimo es tu destino” dejó escrito el historiador y geógrafo griego hace más de dos mil años y aquel joven despierto que comenzó a jugar en un pequeño taller de su padre y a mirar desde sus ojos infantiles el trabajo de su madre detrás del mostrador de un colmado de pueblo, aquel tipo inquieto que jugaba con sus amigos en las calles de Macael ya sabía en su adolescencia tardía que el optimismo es la mejor arma para conquistar el mundo aunque en aquel tiempo de grisura no hubiese leído al pensador griego. 



Por eso las tres caídas que ha sufrido desde que inició su aventura equinoccial a la conquista de las cocinas de los cinco continentes no ha acabado en la crucifixión del Gólgota, sino en la cumbre de éxito.  



Hoy, en el paraninfo universitario, Paco, el hijo de Eduardo y de Eduarda, uno de los mayores y mejores empresarios españoles habló más de las enseñanzas del fracaso que del aprendizaje del éxito.  



Aprender de todos, innovar siempre y creer en los jóvenes, esos han sido los tres ángulos que le han permitido atravesar con éxito los triángulos de las Bermudas con que se ha enfrentado en su apasionante travesía. Una navegación empresarial y vital que no atisba puerto de llegada porque Paco sabe que, como en el poema de Kavafis, la felicidad no está en llegar pronto a puerto, sino en disfrutar de la travesía con quienes le acompañan. Su Ítaca está en el Almanzora y en cualquier lugar del mundo donde su empresa pueda llegar. Para Paco su aldea no es el mundo, sino que el mundo es su aldea.  



Esta mañana, en medio del silencio de los centenares de mujeres y hombres que asistíamos a su investidura como Doctor Honoris Causa, Paco se acordó de aquella Almería de emigración y miseria. Y recordó la imagen de la apertura de los Juegos Mediterráneos del 2005 en la que, en la escenografía de su inauguración, aparecía una cuerda de emigrantes agarrados en su desamparo a una maleta de cartón y embutidos en la tristeza infinita de la incerteza y la desolación.  



Hoy, aquel sol que le vio nacer ya no deja de acariciar a quienes cobija. La miseria que ayer les obligaba a abandonar su río sin agua y sus atardeceres cálidos ha desaparecido. El Almanzora es un territorio de acogida que hay que saber cuidar. Y ese cambio revolucionario se le debe a él y a quienes construyen cada día su empresa.  



Paco sabe el dolor del drama de la emigración porque él también emigró en sus años de maestro a Cataluña. Y sabe, bien que sabe, que en aquel tiempo de silencio y de tristeza y de miseria los emigrantes llegaban de día en medio del alborozo y se marchaban de madrugada y sin palabras porque bajo las sombras de la noche los niños duermen y las lágrimas no se ven



Nunca he visto llorar a Paco en las tristezas, pero sí de emoción en las alegrías. Y ayer, mirando a los ojos infinitamente azules de Pilar y de sus tres hijos, seguro que lloró en el silencio conmovido de quienes le quieren, de quienes le queremos



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