Los triunfadores de la semana de pasión

Las tiendas han hecho caja a base de roscos y los bares han tenido todas sus mesas reservadas

Pepi Velasco regenta ‘La Tiendecilla’.
Pepi Velasco regenta ‘La Tiendecilla’. La Voz
Eduardo de Vicente
20:59 • 16 abr. 2022

Los dueños de las tiendas y de los bares del centro tendrían que hacerse cofrades y salir en penitencia con un cirio en la mano para ayudar a sostener este gran negocio que se genera alrededor de la semana de pasión, que se ha convertido en la celebración más importante del año en un nivel que supera ya al de la feria, ya que no solo son los bares los grandes beneficiados, como sucede en agosto, sino también las pequeñas tiendas de comestibles que resucitan al olor de los roscos, de los pestiños y de la leche frita.



El comercio más pequeño de Almería en cuanto a espacio, la ya famosa ‘Tiendecilla’ de Pepi Velasco, ha batido su propio récord de venta de roscos este año, rozando los doscientos kilos en dos semanas. Había días en que había tanto género acumulado en tan poco espacio que a la propietaria solo se le veía la cabeza detrás del mostrador.  La filosofía de este comercio desde su fundación es apostar por los productos de Almería, que ocupan el noventa por ciento de las ventas, y cuando llegan los días previos a Semana Santa esta apuesta se centra de manera especial en los roscos que este año han venido de Vícar y el Parador. 



Su propietaria ha notado también el tirón del turismo, que por fin ha llegado después de dos años de ausencia por la pandemia. La clientela foránea no suele ser de roscos ni de pestiños, sino de otros productos con la marca Almería como el vino y la cerveza, que tienen gran aceptación entre los que nos visitan. 



Uno de los establecimientos más antiguos de la ciudad, comestibles ‘San Antonio’ de la calle Castelar, se une a esa lista de triunfadores que han hecho su agosto con los productos típicos de estas fechas. Su apuesta ha sido también autóctona: “Este año he traído roscos de Huércal, Fondón, Olula del Río y Albox”, explica su propietario, José López Puertas, que ha visto como a diario se quedaba sin roscos ante la demanda de sus parroquianos. “Nosotros empezamos a vender artículos de Semana Santa desde comienzos de marzo porque como sucede en Navidad, que empieza en octubre, tenemos que estirar todo lo que podemos los calendarios de las fiestas”, asegura.






Los bares han salido también victoriosos de la Semana Santa, aunque tuvieron el pequeño susto de la tarde del Miércoles Santo, cuando un chaparrón obligó a la retirada de las hermandades del Prendimiento y Estudiantes. “Creíamos que nos iba a afectar bastante porque perdimos ese primer tirón de la tarde, pero como no llovió más y la noche se arregló, tuvimos todas las mesas llenas”, comenta Ramón Belmonte, dueño del bar Bahía de Palma.



El triunfo de este empresario ha sido doble en esta edición, ya que acaba de estrenar la recién remodelada Plaza de la Administración Vieja, que con más espacios libres ha revalorizado su negocio. Tanto el Bahía de Palma como los bares más populares del centro han tenido que colgar el cartel de no hay billetes en más de una ocasión ante el gran número de reservas. Esta fiebre por los bares, que se ha convertido ya en otra forma de fe, no solo a afectado a los del casco histórico. El célebre quiosco del 18 de Julio ha estado a rebosar, con tanta demanda que para encontrar una mesa había que irse a la hora del desayuno.




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