Los bomberos que tenían dos trabajos

En los años 50 el sueldo era escaso por lo que muchos tenían que pluriemplearse

Miembros del Parque de Incendios de la Avenida de Santa Isabel celebrando las fiestas de su patrón, San Juan de Dios.
Miembros del Parque de Incendios de la Avenida de Santa Isabel celebrando las fiestas de su patrón, San Juan de Dios.
Eduardo de Vicente
08:59 • 08 abr. 2022

El nuevo Parque de Incendios fue un anhelo de las autoridades republicanas de la ciudad. El solar que se utilizaba frente al puerto no reunía las mínimas condiciones y en el año 1934 se iniciaron las obras para montar un parque moderno en un edificio de propiedad municipal en el camino de los depósitos del agua.



Las nuevas instalaciones no estuvieron completamente terminadas hasta los años cincuenta, después del parón de la guerra y las penurias económicas de la posguerra. Con el nuevo local llegó la consolidación del cuerpo de bomberos. Se fue renovando el material y se formó un gran equipo de profesionales. Por aquella época el parque de incendios organizaba los servicios en turnos de ocho horas y como el sueldo se quedaba escaso, eran muchos los profesionales que para poder sacar a sus familias adelante tenían que buscarse otra ocupación en el tiempo libre. 



El Parque de Incendios ocupaba un amplio local en el Camino de los Depósitos, donde hoy se encuentra el edificio de la escuela Luis Sirex. Lo que hoy es la Avenida de Santa Isabel era entonces un camino de tierra que llevaba hasta el límite con la Carretera de Granada, donde se construyó el popular barrio de las Casitas de Papel. El recinto contaba con un edificio de dos plantas con un patio central donde se encontraban las cocheras. También formaban parte del parque, por la importancia que tenían en la vida diaria de los bomberos, la iglesia de San José y un humilde puesto de bebidas que le llamaban ‘La Cascabelera’, que era el contrapunto de la iglesia. 






En la parroquia celebraban las grandes solemnidades como la misa del Gallo en Nochebuena o la fiesta del patrón del cuerpo, San Juan de Dios, cada ocho de marzo. Era el refugio espiritual del parque de bomberos y su párroco, don Manuel Sánchez Segovia, era uno más del equipo. Tan necesaria como la iglesia era la presencia de la bodega ‘La Cascabelera’, el desahogo diario de los bomberos, que en los ratos libres compartían sus ilusiones arropados por unos cuantos chatos de vino. Si sonaba el timbre avisando de un fuego, tenían que salir corriendo hacia el parque porque la plantilla de guardia era corta y también eran necesarios los que estaban fuera de servicio.



El día de San Juan de Dios estababa marcado en rojo en el calendario de los bomberos. Había que celebrar a lo grande el santo del patrón y se hacía montando un altar en su honor y recibiendo a las autoridades que solían visitar el Parque de Bomberos y asistir a la misa en la iglesia de San José. También se vivía con intensidad la fiesta de Navidad. Los que tenían que quedarse de guardia rezaban para no tener que salir a ningún servicio y vivir la fiesta en paz. Los bomberos disfrutaban de una cena especial y después acudían a la misa del Gallo. De vuelta, montaban su particular celebración en el cuerpo de guardia a base del café de cebada que calentaban en un infernillo.



Fueron años de continuo progreso del Parque de Incendios que se culminaron en 1963 cuando llegó ‘el regalo’ de un moderno camión autoescalera. Lo trajeron los propios bomberos, que en el mes de mayo acudieron al congreso nacional del cuerpo que se celebró en San Sebastián. Regresaron montados en ese moderno vehículo de la casa Magyrus, que venía coronado por una escalera totalmente automática de treinta metros de altura.



Los bomberos salían a los servicios subidos en las plataformas que el nuevo camión traía en los laterales, y allí, de pié, sujetos con una mano, recorrían las calles de la ciudad en busca del incendio. 

El parque de bomberos del Camino de los Depósitos se fue quedando arrinconado por el crecimiento de la ciudad hacia el norte y a finales de los años sesenta se elaboró  un proyecto para construir un Parque Móvil y de Incendios en el solar donde había estado la antigua Térmica, en la actual Avenida de Cabo de Gata, que era propiedad del Ayuntamiento. 


Allí se trasladaron los bomberos a comienzos de la década de los setenta, una época en la que el nuevo Parque de incendios fue también un escenario deportivo de primera magnitud para los almerienses, ya que en una de sus naves se celebraron las históricas veladas de boxeo que tanto auge tuvieron.


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