Los bomberos del Camino de los Depósitos

En 1931 se decidió construir un parque de incendios al norte del Barrio Alto

Parque de incendios del Camino de los Depósitos en los años 50.
Parque de incendios del Camino de los Depósitos en los años 50.
Eduardo de Vicente
08:59 • 07 abr. 2022

Almería suspiraba en los años veinte por tener un cuerpo de bomberos organizado y que no se tuvieran que improvisar las actuaciones cada vez que se producía un incendio. El viejo método de las campanas avisadoras seguía funcionando para dar las señales de alarma, pero no se disponían de medios humanos y materiales suficientes para afrontar con garantías los siniestros.



Los debates políticos se sucedían y en los periódicos se recordaba con frecuencia lo atrasados que estábamos en esta ciudad para combatir un posible incendio de grandes dimensiones, pero no se llegaban a tomar medidas, casi siempre porque no se disponía de presupuesto suficiente para formar un equipo estable de profesionales y por no tener un lugar donde instalar las dependencias.



Para organizar un cuerpo de bomberos decente era necesario disponer de un parque de incendios moderno.  En octubre de 1926 el Ayuntamiento estudió la posibilidad de utilizar el antiguo local del Matadero Municipal, en el barrio de las Almadrabillas, para montar allí el servicio de incendios, pero las malas condiciones del edificio descartaron esta posibilidad. Repararlo hubiera sido más costoso que levantar uno nuevo.



No fue hasta el mes de agosto de 1931, en los primeros meses de gobierno republicano, cuando las autoridades se tomaron en serio la urgente necesidad de que la ciudad tuviera su parque de incendios reglamentario. En una de las reuniones de la comisión especial revisora de acuerdos municipales se presentó una moción para que el parque de bomberos se construyera en los terrenos del paraje de los Depósitos de Agua, al norte del Barrio Alto, que pertenecían al Ayuntamiento.



El solar que hasta ese momento se destinaba a parque de incendios, situado en la calle de Aguilar Martel (actual Parque Nuevo), era tan pequeño que no entraban todos los coches municipales. Además, estaba mal situado, como decía el informe del arquitecto: “Al encontrarse en la parte sur se invierte mucho tiempo en acudir a los sitios por tener que marchar siempre cuesta arriba, y se gasta gasolina de modo extraordinario por la existencia de las pendientes que hay que subir con la carga de las cubas”.






No es difícil imaginar las penurias del coche cuba con el aljibe lleno, subiendo con paso de tortuga las empinadas cuestas del Quemadero o del barrio del Cerro de San Cristóbal. Podía ocurrir que cuando llegaran al lugar del fuego ya lo hubieran apagado los vecinos a fuerza de cubos.  Tampoco lo tenía fácil para desarrollar su labor el avisador que montado en una bicicleta era el que tenía que dar la señal de alarma en el parque de bomberos cuando le llegaban noticias de un incendio. 



En la reunión del mes de agosto de 1931 de la comisión revisora municipal, se tomaron importantes acuerdos, entre ellos que el Ayuntamiento de Almería, ostentando la propiedad de la finca llamada de los Depósitos del Agua con los edificios y terrenos anejos, por la cesión que de ellos hizo su propietario, Guillermo López Rull, el 14 de abril de 1925, tomara posesión legal de dichos terrenos haciendo la inscripción correspondiente en el Registro de la Propiedad.


Se quería aprovechar un edificio que existía junto a los depósitos, que no tenía ninguna utilidad, para levantar un moderno parque de incendios. Inmediatamente, se le encargó  al arquitecto municipal la elaboración del proyecto que además del parque de bomberos contemplaba también la construcción de un grupo escolar en esos mismos terrenos. 


En los años treinta el Camino de los Depósitos era un buen escenario para montar el ansiado parque. Estaba situado en la zona norte en una manzana que estaba aún sin urbanizar, pero lo suficientemente cercana al centro de la ciudad. Bastaba con cruzar el badén de la Rambla. Esta situación le permitía a los vehículos de incendios trabajar casi siempre cuesta abajo, lo que era una garantía para el servicio teniendo en cuenta la precariedad del material.


El  proyecto se pudo sacar adelante y antes de que finalizara el año de 1934 se iniciaron los trabajos para el nuevo parque de incendios. Las obras se le adjudicaron por subasta al contratista Francisco Delgado Pérez, siendo alcalde don Francisco Sánchez Moncada.


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