Adela, Macarena y Estela, tres mujeres gitanas que desafían los estereotipos

Las jóvenes hablan sobre los falsos mitos y la discriminación a la que se enfrentan a diario

Macarena, Adela y Estela en la sede de Almería de la Fundación Secretariado Gitano.
Macarena, Adela y Estela en la sede de Almería de la Fundación Secretariado Gitano. La Voz
Nazaret García
20:59 • 17 mar. 2022

El mundo y la sociedad han cambiado mucho en los últimos veinte años, algunos y algunas dirían que a peor. En cualquier caso, el pueblo gitano también, siguiendo su proceso vital como es evidente, pues muy a pesar de lo que digan otros tanto, llevan formando parte de nuestra sociedad demasiados años como para seguir construyendo muros infranqueables.



En el caso de las mujeres gitanas, la situación se complica, ya que las oportunidades son reducidas. En primer lugar, por ser mujer en una sociedad donde la igualdad real, en toda su amplitud, parece no terminar de darse; y en segundo lugar, por pertenecer a una minoría étnica que sigue siendo calificada con la peor valoración social. 



A veces, no hay más que salir a la calle y preguntar cuál es el concepto que se tiene de la mujer gitana y la mujer no gitana. Mientras que de la primera, habría un cantidad inmensurable de prejuicios y estereotipos arraigados y bien construidos; en la segunda, se entiende de una diversidad es casi real y justificada. 



En reportajes y entrevistas realizadas anteriormente para este periódico, se ha trasladado en multitud de ocasiones cómo la mujer carga a sus espaldas el rol de mujer cuidadora, cuasi impuesto y difícil de romper. La mujer que educa, que cuida, que se responsabiliza de las tareas del hogar... En definitiva, la que hace posible la supervivencia del grupo. En el caso de las mujeres gitanas, pasa exactamente igual, porque recordemos que la diferencia real persiste en que tienen otra identidad cultural. Uno de los motivos de esa discriminación múltiple anteriormente mencionada. 



La diversidad existe, y también en las mujeres gitanas. Por eso, Macarena, Adela y Estela se reunían para compartir aspectos de las diferentes realidades en las conviven y que, por tanto, les pertenece. Gracias a la Fundación Secretariado Gitano en Almería, a través de las diversas líneas de trabajo están inmersos en la lucha social, en la búsqueda de derechos básicos, en la formación académica, inserción laboral, en la lucha para acabar con los prejuicios y construcciones sociales, y un sinfín de cuestiones que, o bien se ignoran, o se les da la espalda.



Evolución y dificultades de la mujer gitana



Adela tiene un hijo de tres años. Actualmente ha retomado la educación secundaria para adultos ya que por circunstancias personales, no pudo terminarla. Como cualquier persona, aspira a ser independiente y perseguir su desarrollo personal y profesional, por lo que explicaba que la mujer gitana estaba y está transformándose, a pesar de las diversas y complejas circunstancias que puede llegar a estar viviendo



Adela, firme, respondía que “estamos evolucionando, no es como muchos creen que es ese discurso de que los gitanos no quieren trabajar. No todos somos iguales, y al igual que yo, hay millones de chicos y chicas que quieren encontrar trabajo y poder crecer como persona, es decir, tener esa oportunidad”.


Cualquiera se echaría las manos a la cabeza y diría que no se discrimina o segrega para optar a un puesto laboral, aunque nada más lejos de la realidad, los que no pertenecemos a la etnia gitana difícilmente podemos empatizar. Al igual que el hombre que, en muchas situaciones vividas por la mujer, tampoco puede llegar a sentirlo y, por supuesto, es poco probable que lo viva. 


“La verdad es que el problema es ser de etnia gitana, y me cuesta. Cuando tú vas a un trabajo, la mayoría son de otras etnias, y no tienen problema ninguno. Y si vas tú, por ser gitana, te miran diferente. Desde mi punto de vista y cómo me siento, miran mejor al payo que a mí, y a lo mejor en mi caso, estoy más cualificada que él”, culminaba Adela. 


En la misma línea, Macarena, también madre de un niño y realizando la ESO para adultos, hacía hincapié en cómo los políticos se centran más en "la marginalidad de barrios como Pescadería o El Puche, y no tanto en que hay personas que quieren trabajar y dejar de vivir en esa marginalidad. Tienen que conocer que hay mucho más allá de eso, la gente está acostumbrada a sólo ver eso".


La falsa creencia de que el hombre gitano es más machista

Estela es educadora social, terminó el máster en mediación social. Actualmente es voluntaria de la Fundación, también trabaja y sigue formándose. Una de las tres voces que da luz a falsos mitos y creencias sobre el pueblo gitano. 


En cuanto al desvarío enraizado de que el hombre gitano es más machista, Estela respondía: "La sociedad centra el machismo en una cultura concreto. Por ejemplo, cuando hay un caso de violencia de género, siempre se busca si era marroquí o gitano o de donde sea. Pero, ¿por qué no nos centramos en el hecho del machismo en vez de la cultura? Son hombres con una mentalidad que creen que pueden hacer lo que quieran con ciertos privilegios sobre la mujer. También hay hombres no gitanos que agreden y que violan, ¿por qué se intenta exculparles? Qué más da que sea gitano o no". 


Discriminaciones de la vida cotidiana

Ser tratada con menos respeto, como si fueran mejores, ignorada o simplemente, discriminada, son y pueden ser algunos de los situaciones que padecen en su vida diaria con las que han aprendido a convivir. 


En esta línea, Macarena relataba que en algunas ocasiones ha vivido experiencias en el empleo que califica como "tonterías", restándole importancia porque "no me hacen daño ya que no me considero lo que dicen". Sin embargo, cuando era pequeña, sí que lo notó mucho más. De hecho, cuando llegaba a casa le preguntaba a su madre el porqué le llamaban gitana, pues ella no lo entendía. Ya desde pequeña sufría esa discriminación, no le dejaban pertenecer al grupo de amigas del colegio, el que casi todos han tenido. Aunque recuerda con cariño a dos amigas de la infancia. 


"Esas experiencias me han hecho más fuerte a día de hoy, y no rencorosa. De hecho, en el trabajo he tenido algunas circunstancias que bueno... Al principio, no sabían que era gitana, y cuando lo dije, no se lo creían, como si fuera de broma, se echaron a reír", explicaba Macarena.  


"A mí no me consideran gitana hasta que no lo digo, la gente no lo sabe porque no me encaja en sus estereotipos. Todo esto es más una cuestión de comentarios que tú vas escuchando, que te los tomas como si no fueran para ti, porque esa persona no sabe que eres gitana. El ejemplo de 'vas hecha una gitana', de no tener buen aspecto. No me afecta directamente, pero me ofende", finalizaba Estela. 


Se trataron cuestiones muy amplias en esta charla distendida y cómoda, como no podía ser de otra manera, y que probablemente hubiera necesitado de más horas para llegar a más conclusiones que necesitan ser visibilizadas para así poder abordarlas. Lo decía Estela "ellos no lo saben, porque no lo han vivido, porque cuando en una entrevista te preguntan si tu apellido es gitano, y le dices que sí, te responden que ya te llamarán" o cuando Adela llevó al parque a su niño y una niña, de edades tempranas, ya no le miraba con esa inocencia intrínseca en los más pequeños. 


Será que se requiere una mayor voluntad por parte de los políticos para crear políticas para la comunidad gitana, y no desde la problemática o la marginalidad, sino desde la inclusión. Probablemente el antigitanismo esté ya demasiado banalizado. 


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