Rapto de una víctima de violencia de género: “Me gustaría degollar a tu madre”

La Fiscalía pide 7 años de cárcel para J. por secuestrar, atar y agredir a su expareja

Palacio de Justicia de Almería.
Palacio de Justicia de Almería.
Javier Pajarón
20:59 • 08 ene. 2022

La Guardia Civil descubrió sobre la mesa una carpeta naranja con una carta manuscrita. Trazos afilados de líneas amplias y frases cortas para despedirse de su hija. “Me voy, espero que algún día me perdonéis. Lo dejo todo”.



El texto anunciaba sin alardes una ruptura total, con una prosa fría que igual valdría para comunicar un largo viaje como para anticipar un suicidio. Simplemente la mujer se marchaba. Ya no volvería.



Sin embargo, la misiva contenía también una retahíla de disculpas por una denuncia falsa, un robo, una manipulación... Una confesión en toda regla si realmente la hubiera escrito ella y no el puño de su ex marido, detenido por intentar matarla el pasado 30 de junio en un residencial de una localidad en el Poniente.



La Fiscalía de Almería solicita siete años de prisión para J. de 72 años de edad por delitos de detención ilegal y malos tratos. Un presunto caso de violencia de género. La historia de un secuestro. El relato de cómo una víctima escapó esta vez de su presunto agresor.



Según la investigación del Emume (Equipo Mujer Menor) de la Policía Judicial de la Guardia Civil, la sala de coordinación recibió las llamadas de alerta a las 3.55 horas del 30 de junio. La víctima, presa de los nervios, describió su odisea para huir del presunto rapto de su marido en un apartamento.



Tenía fuertes hematomas en el rostro, en las rodillas y en los brazos, vestigios del ataque. Un ojo amoratado y el pómulo y los labios inflamados por los golpes.



Alejamiento



Según la reconstrucción realizada por la Guardia Civil, J. asaltó a su ex mujer en su propia vivienda de madrugada. Ella estaba dormida cuando él se introdujo en el domicilio, entró en la habitación y la atacó súbitamente.


Ambos habían estado casados durante unos 14 años y tenían dos hijos en común. Sin embargo, la relación se había deteriorado y la mujer había presentado hasta cuatro denuncias vinculadas a episodios de violencia de género. El matrimonio se divorció en 2015, año en el que J. fue denunciado tres veces. En octubre de 2018 quebrantó la orden de alejamiento y en junio secuestró presuntamente a su ex pareja.


Aquella noche el conflicto subió varios tonos. La escena es descrita así por la Guardia Civil. “Con ánimo de menoscabar la integridad física de aquélla y de atentar contra su libertad personal, se abalanzó sobre ella, tapándole la boca, agarrándola fuertemente del pelo, y propinándole patadas y puñetazos, golpeándole la cabeza contra el suelo en varias ocasiones mientras le decía: “cállate, hija de puta”.


Según la investigación, el agresor ató de pies y manos a la mujer y le tapó la boca con una cinta adhesiva (agentes hallarían un rollo de color marrón en los registros). Luego la arrastró fuera de la casa y la condujo en un vehículo hasta su propia vivienda, en otro lugar de la localidad almeriense. 


Según la investigación, J. colocó a su ex compañera en una silla, le soltó las manos y le entregó un borrador de una carta que presuntamente debía copiar de su puño y letra. En la misiva se disculparía con sus hijos por acusar falsamente a su padre J. de malos tratos y por robarle y anunciaba su marcha irremediable. 


El documento fue hallado en el registro de los agentes. En la vivienda había también un hacha, una navaja y un tubo metálico que, según la declaración de la víctima, utilizó como amenaza. “Vas a escribir lo que yo te diga”, dijo J. según el relato de la denunciante.


“El acusado descubrió que tenía su teléfono móvil consigo, propinándole, con ánimo de menoscabar su integridad física, numerosos puñetazos en el rostro, tirándola al suelo”, describe la Fiscalía de Almería en su escrito.


Fue un momento decisivo. Ella afrontó entonces el papel, mientras él se cambiaba de ropa en una habitación contigua. La mujer aprovechó el descuido para salir a la carrera del domicilio entre gritos de socorro y sollozos. Los vecinos dieron la voz de alerta cuando J. la alcanzaba ya en la calle, según manifestaron testigos presenciales y consta en las diligencias a las que ha tenido acceso LA VOZ. 


Acusación

Unos vecinos llegaron a verla defendiéndose de su presunto agresor, tratando de gritar para buscar auxilio en la comunidad. “Decía que la había intentado matar, le había atado con una cuerda y quitado su teléfono móvil”, relató una ciudadana. Las llamadas a la Guardia Civil y a la Policía Local se sucedieron en los minutos siguientes.

La colaboración ciudadana, como en otras tantas ocasiones, fue determinante para evitar males mayores. Las patrullas acudieron al rescate.


La Guardia Civil sostuvo inicialmente que J. pudo estar preparando el enésimo crimen machista acaecido en la provincia de Almería. “No se descarta que la finalidad del agresor fuera producir a la víctima lesiones que le ocasionaran la muerte y le hicieran autor de un delito doloso de homicidio”, señaló un informe inicial del Emume.

No obstante, el escrito de acusación de la Fiscalía de Almería, firmado a finales del mes de noviembre, rebaja esa petición y solo distingue presuntos delitos de detención ilegal y malos tratos. De estas imputaciones tendrá que defenderse J. en un juicio en la Audiencia Provincial de Almería.


La hija de la víctima relató toda una lista de episodios que apuntan a clima previo de violencia intrafamiliar. “Me gustaría degollar a tu madre”, afirmó J. a su hija, según consta en las diligencias judiciales. 


La Fiscalía solicita también seis años de prisión para el hijo mayor de edad del matrimonio, al que acusa de colaborar con su padre  abriéndole la puerta aquella noche. La acción justificaría que la mujer fuera asaltada presuntamente en su propio dormitorio. “Conocedor de los planes de su padre, le abrió la puerta de entrada a la vivienda”.


Unas grabaciones obtenidas de las cámaras de seguridad revelaron que el joven abrió la puerta del domicilio y le entregó lo que parecía un teléfono móvil. Instantes después, se divisa a “J. sale de la vivienda junto a la mujer, la lleva agarrada del brazo. Se observa como la víctima se encuentra con las manos atadas, a la vez que tiene la cabeza totalmente enrollada con una cinta adhesiva de color marrón, que le dificulta la visión”, según detalla el informe pericial.


El Ministerio Público pide también sendas órdenes de alejamiento y prohibición de acercamiento y el pago de una indemnización de 4.000 euros a la víctima por las lesiones ocasionadas durante el episodio. La víctima presentaba daños en el rostro, los brazos, las piernas y la espalda. 


36 muertas En la provincia de Almería han muerto asesinadas 36 mujeres a manos de su parejas o ex parejas desde el año 2003. Los crímenes dejaron 14 huérfanos y un interminable catálogo de damnificados por la lacra de la violencia de género.


Las víctimas de malos tratos tienen a su disposición un teléfono gratuito de asistencia (016) y el canal del WhatsApp 600 000 016.  Funcionan 24 horas todos los días de la semana y las llamadas no dejan huella en la factura telefónica. 


Además, en situación de emergencia pueden contactar con el servicio del no 112 o a los teléfonos de la Policía Nacional (091) y de la Guardia Civil (062). También está disponible la aplicación para teléfonos móviles ALERTCOPS desde donde se emite una señal de alerta a la policía con geolocalización.


255 pulseras activas en Almería

Según datos oficiales del Ministerio de Igualdad, en la provincia de Almería se emitieron más de 1.300 denuncias por violencia de género durante el primer semestre de 2021. En los años anteriores la media ronda las 3.000 denuncias. En el abanico de las medidas de protección a las víctimas han crecido la instalación de pulseras telemáticas. Se trata de un sistema de seguimiento a los agresores que permite controlar posibles quebrantamientos de las medidas de alejamiento. En la actualidad hay 255 pulseras activas en la provincia de Almería. También existen otras medidas de protección para casos severos como los cambios de residencia o ciertas ayudas de inserción para víctimas que, por sus circunstancias, hayan quedado apartadas del mercado laboral.



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