“La adicción a las redes aumenta porque lo presencial ahora es complementario”

Crecen los casos de adicción a las pantallas mientras disminuye el contacto presencial

José Manuel Bustamante, psicólogo especialista en adicciones.
José Manuel Bustamante, psicólogo especialista en adicciones. La Voz
Miguel Delgado Cerero
07:00 • 22 nov. 2021

La adicción a las nuevas tecnologías es una afición patológica que va generando dependencia y que resta libertad a la persona que la padece. Y además nos aísla del contacto real con la sociedad. José Manuel Bustamante, psicólogo especialista en adicciones, recibe en su consulta de Roquetas de Mar, a pacientes con problemas de conducta relacionadas con el uso abusivo de las diferentes herramientas sociales.



Se trata de la ya asentada adicción a las redes sociales como Instagram o Facebook o TikTok. Un uso que ha incrementado en términos de uso y gravedad a raíz de la pandemia actual.



¿Cómo identificas la dependencia?



Hay una secuencia evolutiva que señala este problema. En primer lugar, la conducta es placentera y recompensante para la persona. Después se comienza a necesitar esas herramientas. Esta conducta tiende cada vez a hacerse más frecuente y a continuación el sujeto tiende a restar importancia al comportamiento que está teniendo. Luego hay una pérdida de control en el uso. A medida que los efectos adversos de la conducta aumentan, el efecto placentero desaparece y el uso se convierte en un alivio. Por último, si el sujeto muestra cada vez más emociones negativas y más frustraciones diarias. Lo que puede conllevar más conflictos en casa, o con los amigos y agravar la situación.  



¿La adicción en jóvenes suele conllevar otro tipo de trastornos?



Lo que subyace aquí son problemas como la timidez, la baja autoestima o el rechazo a la imagen corporal o la depresión. Ante esto, la respuesta de los adolescentes es utilizar esas herramientas como medio para expresar aquellas cosas que no pueden exponer de manera habitual. Lo que favorece el aislamiento, el bajo rendimiento académico, el desinterés por otros temas, aumentando el trastorno de conducta, como por ejemplo la alimenticia, sobre todo en chicas. Lo primero que hago con mis pacientes adolescentes es comprobar el tiempo que invierten usando las redes, y recuerdo a un paciente que había pasado 24 horas usando TikTok, por lo tanto la gravedad del asunto es preocupante. 



¿Esta dependencia ha crecido durante la pandemia?



Sí, ha crecido porque ahora nuestras relaciones sociales son a distancia. Antes utilizábamos las tecnologías como algo adicional y ahora recurrimos a la presencialidad como un complemento. Lo que tenemos que tener en cuenta es que las nuevas tecnologías no son tan malas, sino más bien la relación que tenemos con esas herramientas. 


¿La solución a este problema es desaparecer de ellas o usarlas con moderación?

Dependerá de cada caso. Si decidimos aislarnos pero no contamos con las suficientes herramientas para ese aislamiento, se puede recaer otra vez, entonces yo por lo que abogo es por un proceso terapéutico equilibrado que enseñe qué son las redes sociales, cómo se pueden utilizar. Pero también hay que hacer mención especial al apoyo de la familia, y no solo eso, también el ejemplo que dan.


¿Son más vulnerables los chicos o las chicas?

Según los pacientes que pasan por mi consulta, la dependencia al teléfono móvil está más vinculada a las chicas, se trata de una adicción vinculada a estados emocionales. Sin embargo, los problemas de mis pacientes chicos, su adicción desemboca en problemas de conducta. Su adicción los arrastra a tener problemas de comportamiento. Pero no debo pasar por alto que he tenido pacientes chicas que han sufrido acoso por parte de terceros que no conocen e incluso personas que han recibido fotos de penes en su Instagram y proposiciones de todo tipo. Ante estas situaciones, la mejor recomendación es avisar a la Policía.


¿Qué peso tienen los padres en la solución a este problema?

Los padres juegan un rol fundamental en la mejora de ese consumo excesivo de pantallas, porque no pueden decirle al niño que apliquen una determinada conducta si ellos no la ejecutan primero. Aunque sea difícil, hay que mantener un equilibrio. Tiene mucha similitud con el tabaquismo porque al final se trata de una adicción.


Los jóvenes se llevan todas las etiquetas, pero también hay mayores dependientes del móvil, ¿El comportamiento es similar?

Sí. Lo que yo tengo en mi centro son pacientes que se comportan de la misma manera, por lo tanto la gravedad es la misma. Al final se trata de un uso excesivo, la comunicación sigue siendo a través de una pantalla y el problema es que muchas veces los pacientes se obsesionan con subir historias a WhatsApp, a Instagram o consumir Tik Tok durante mucho tiempo. Este comportamiento puede conllevar a imitar el hábito de otras personas y pensar que son felices porque comparten su vida a través de las redes, y no es así. Lo que me encuentro son personas que aparentemente son felices en Instagram pero cuando los comienzo a tratar, presentan muchas carencias. Por lo tanto hay que trabajarlas y poner las herramientas y facilitarle las estrategias para que aprendan a gestionar esas situaciones.


Entonces, ¿En qué nos beneficia estar en las redes?

Hay mayor facilidad para contactar con personas que están lejos de nosotros. Y tenemos mayor capacidad para contrastar la información que nos llega. Algo fundamental para comprender la situación sanitaria por la que estamos atravesando a día de hoy.


Hay padres que dejan utilizar las tablets a sus hijos para que se callen.

Yo soy padre y ante este tipo de situaciones tengo que decir que hay muchas herramientas alternativas que podemos utilizar, sin ir más lejos, los juegos de mesa, los puzzles o jugar con ellos. A veces necesitan más atención que otra cosa. Por desgracia esa costumbre seguirá pasando, mi recomendación es que moderen el tiempo de uso y por supuesto controlar el contenido que están visualizando.


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