Teresa de la Parra regresa de Colombia amenazada de muerte

Teresa estaba viviendo en Colombia una fructífera y prometedora carrera profesional

Teresa regresa de Colombia.
Teresa regresa de Colombia. La Voz
Jacinto Castillo
07:00 • 25 oct. 2021

Teresa de la Parra ha vuelto a Almería, la ciudad en la que ejerció la profesión periodística durante más de una década en el cambio de siglo, un tiempo en el que se ganó el corazón de la afición taurina almeriense y de otros sectores de la sociedad. Convencida y convincente, sonriente siempre, Teresa encontró en la Almería de finales de los noventa un espacio a la medida de su ilusionante vocación y de su pasión taurina aprendida de su padre, que se anunció de novillero en Colombia como Marco de la Parra hasta que cambió el traje de luces por la toga de magistrado, eso sí, sin perder una profunda afición por la Tauromaquia que le llevó a lidiar una novillo en Huércal de Almería. 



Pero Teresa de la Parra no ha vuelto a Almería por los mismos motivos que lo hizo en los noventa. Ha venido a través de un proceso de repatriación gestionado desde el consulado español de Bogotá. Se ha venido con sus hijos, amenazada de muerte por una banda de delincuentes que querían cobrarse su vida y la de su familia. Amenazada por los mismos matones juveniles que la asaltaron a punta de puñal para robarle, que la agredieron con furia y que, incluso, trataron de herir a sus hijos. 



Hasta ese incidente, que sucedió hace unos cuatro años, Teresa estaba viviendo en Colombia una fructífera y prometedora carrera profesional. Hacía radio, prensa, información digital y, sobe todo, televisión.



Tenía su propia revista online llamada ‘Like’ y, muy especialmente, se implicaba en un proyecto familiar compartido con su padre: la explotación de un alojamiento rural rodeado de una ganadería de reses bravas que se llama El Indalo. Si las eralas y los utreros de esta ganadería están marcadas con el  símbolo de Almería, esta provincia se quedó impresa en el corazón de Teresa. Por eso volvió a Almería, para encontrar un refugio seguro. Para sentirse como en casa aunque sea imposible olvidar  Colombia.



Dura experiencia



El relato de Teresa de toda esta experiencia es duro. Tiene tintes amargos porque obliga a poner sobre la mesa las terribles contradicciones de un país al que ama pero al que no puede comprender en algunos aspectos. Por ejemplo, en el hecho de no asegurarle la supervivencia ni a ella ni a su hijos: una justicia que no funciona del todo y un sistema carcelario que no regenera sino que acentúa las inclinaciones delictivas de los más jóvenes. Y lo peor, un marco de seguridad ciudadana casi inexistente.



A Teresa le cuesta un mundo iniciar el relato de su experiencia, pero, en seguida emerge su talante periodístico y ofrece todo lujo de detalles de una historia que es dolorosa por tantos conceptos. La acción se desarrolla en Girardot, capital del departamento de Cundinamarca, en Alto Magdalena. Situada a 134 kilómetros de Bogotá, la ciudad lleva el apellido de un líder de la independencia colombiana. Teresa se fue a esta ciudad por motivos profesionales en un momento álgido de su trayectoria, implicada en el diario local y en medios tan importantes como Canal 1 o Radio Caracol. Se estaba convirtiendo en protagonista de la actualidad informativa en distintos ámbitos y mantenía viva su vocación taurina. 



En ese contexto comenzó la pesadilla. Cree Teresa que sus atracadores sabían que ese día llevaba encima una cierta cantidad de dinero, aunque también es probable también, que jugara en su contra el hecho de ser una persona conocida por su trabajo en medios de comunicación relevantes.


 Al principio trató de resistirse, peleando por un dinero que era fruto de su trabajo al tiempo que recibía patadas y puñetazos de los dos jovencísimos asaltantes. Pero, cuando los puñales apuntaron a uno de sus hijos soltó su bolso. Todo sucedió a la luz del día pero nadie se atrevió a socorrerla. En Colombia, un gesto de ese tipo suele costar la vida.


Teresa puso la correspondiente denuncia ante la fiscalía y pocos días después la policía detuvo a los autores. Una respuesta policial poco frecuente en Colombia, posiblemente relacionada con su condición de persona socialmente conocida. Así, al menos, lo cree Teresa. 


Más amenazas

Los autores del asalto fueron juzgados y condenados con el testimonio de Teresa. Ingresaron en prisión y la periodista colombiana pasó página para dejar atrás esa terrible experiencia.  La pena impuesta fue de quince años, pero mucho antes, cuando solo habían transcurrido cuatro, los asaltantes salieron de prisión.  


Entonces, Teresa de la Parra comenzó a recibir llamadas de la exmujer de uno de sus saltantes. Al principio quiso distanciarse de estas llamadas de teléfono, pero más tarde, tuvo que recurrir a la policía inquieta por estos intentos.  La mujer que pretendía hablar con ella quería advertirla de que su exmarido y su banda planeaban vengarse quitándole la vida a ella y a su hijos. 


Cartas amenazantes con palabras recortadas de revistas, restos de vísceras de animales ensangrentadas y graves insultos se convirtieron en la peor pesadilla de Teresa. 

La periodista tuvo el valor de acompañar a la policía a buscar a esa mujer, que había querido ponerla sobre aviso porque aún conservaba el rastro de la violencia ejercida contra ella por su exmarido. En un furgón blindado fue hasta  la zona donde vivían los asaltantes, muy próxima a su residencia. Pero la operación no terminó bien. Los agentes fueron atacados por los vecinos y el vehículo recibió también las iras de los congregados. 


Teresa se vio atrapada en una situación sin salida. Entonces, recordó que tanto ella como sus hijos disponían de la nacionalidad española. Por eso, decidió huir a Bogotá, para ponerse salvo y conectar con el Consulado español donde le aconsejaron salir del país lo antes posible. Un Policía Nacional se ocupó de su protección y  el personal del Consulado le facilitó todo tipo de ayuda. Teresa recuerda emocionada los desvelos de Rosario Rodríguez y del personal del  Consulado y como todo se fue desarrollando hacia su repatriación. La odisea terminó en Almería. 


Teresa quiere ahora iniciar una nueva vida entre los almerienses, que también son su gente.


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