Almería y Primo de Rivera

En 1949 pusieron su nombre a un tramo del malecón del malecón de la Rambla

La parte del malecón de la rambla que subía hasta la esquina de la Avenida de la Estación fue bautizada con el nombre de Miguel Primo de Rivera.
La parte del malecón de la rambla que subía hasta la esquina de la Avenida de la Estación fue bautizada con el nombre de Miguel Primo de Rivera.
Eduardo de Vicente
22:32 • 24 jun. 2021 / actualizado a las 07:00 • 25 jun. 2021

La Rambla nunca se ha llevado bien con los nombres propios. Aquí siempre ha sido la Rambla, a secas, porque no hacían falta más referencias para identificarla debido al protagonismo que siempre ha tenido en la vida de los almerienses. La Rambla no solo cruzaba la ciudad hasta desembocar en el mar, sino que la dividía, la daba un aspecto más pobre y la llenaba de miedos cuando las aguas bajaban con fuerza.



Para nosotros, ese tramo de ciudad, hoy convertido parcialmente en un parque, ha sido siempre la Rambla, sin más, y hasta sus dos malecones entraban dentro de esta misma denominación. Si hablábamos del colegio de las Jesuitinas o de la tapia de los talleres de Oliveros, decíamos que estaban en la Rambla, no en el Malecón de Miguel Primo de Rivera, tal y como había sido bautizado aquel tramo en los años de la posguerra para rendir homenaje al célebre general que digirió las riendas del país durante siete años.



En el mes de marzo de 1949, en uno de los plenos celebrados en el ayuntamiento, el entonces teniente de alcalde, don Juan de la Cruz Navarro Gay, propuso que se honrara la memoria del difunto general Miguel Primo de Rivera, poniendo su nombre a una de las principales calles de la ciudad. Nadie se opuso a la iniciativa, pero la proposición se quedó en el aire, tapada por otros asuntos de mayor interés que en aquellos años de la posguerra marcaban el pulso de la actividad municipal. Un mes después, la corporación decidió retomar el asunto y aprobó la moción del señor Navarro Gay, siendo alcalde Emilio Pérez Manzuco



Una calle de la ciudad llevaría el nombre del dictador, y para que los honores fueran altos, no sería cualquier calle, sino un lugar lo más céntrico posible, un sitio de referencia. Por este motivo, el propio teniente de alcalde, decidió que el escenario idóneo para llevar el nombre de Primo de Rivera era el malecón de la Rambla, concretamente el trozo comprendido entre la Avenida de Vivar Téllez (hoy de Cabo de Gata) y la esquina de la Avenida de Calvo Sotelo (hoy de la Estación).



En aquellos años se trataba de una zona en expansión que luchaba por salir del aislamiento que le proporcionaba la presencia del abandonado cauce de la Rambla. Ese tramo del malecón, que seguía entonces dominado por la tapia de los talleres de la fábrica de Oliveros y por los solares que habían quedado libres en los antiguos terrenos de la vega, ya había comenzado un imparable crecimiento, representado por la construcción del nuevo colegio de las Hijas de Jesús, que desde 1948 le había dado una nueva vida al viejo y solitario malecón de la Rambla. 



En aquella reunión en los salones municipales en la que se le dio el nombre de una calle a Miguel Primo de Rivera, se esgrimió como argumento de esta decisión, “la importante labor que había desarrollado por el bien de los intereses de Almería” en los años en los que gobernó la nación.



Se recordó las obras públicas que entonces se acometieron durante su mandato y sobre todo, aquella visita que el general realizó a Almería en 1927, en el zenit de su carrera política, para conocer de cerca los problemas que azotaban a la ciudad y a la provincia. 



Miguel Primo de Rivera llegó a Almería el 22 de abril de 1927 a bordo del crucero Princesa de Asturias. Venía a visitar las obras del campamento Álvarez de Sotomayor, un lugar estratégico en el contexto militar del país en aquel tiempo, debido al conflicto bélico con Marruecos. El general aprovechó el viaje para mezclarse con los problemas de la gente y de camino hacia Viator se desvió hasta Pechina, para hablar con los agricultores que en aquellas fechas lloraban las pérdidas que habían sufrido en sus plantaciones de parrales debido a un ciclón. 


Las autoridades aprovecharon la presencia del gobernante para hablarle del magno proyecto que se estaba estudiando para la explotación de la cuenca aurífera del valle de Rodalquilar. Primo de Rivera prometió ayudas y que tendría presente a la provincia en los planes económicos del Estado. 22 años después de aquella visita, las autoridades municipales decidieron recordarlo dándole su nombre al malecón.



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