De entre los muchos países árabes que los viajeros escogen como destino turístico, Omán es posiblemente uno de los que gozan de una más creciente popularización. Dotado de un paisaje sublime y una población hospitalaria como ninguna, un territorio que predice grandes aventuras y una experiencia brutalmente humana.
La popularización de Omán
Sin atisbo de duda en la siguiente afirmación, es posible que Oriente Medio sea uno de los lugares de nuestro mundo que más misterio alberga en comparación con otras de las fantásticas maravillas que lo conforman. Una especie de antiquísima magia que se compagina con la contemporaneidad y una idiosincrasia que, por fortuna, ninguna influencia extranjera es capaz de medrar. Pero, encontrando lugares de destino como Abu Dhabi, Istanbul o Egipto, el sultanato de Omán se ha ido popularizando gracias a su proximidad a Dubai, lujoso destino turístico estrella de incluso muchas celebridades, pero también al darse a conocer su atmósfera tradicional y su hospitalidad.
Antes de nada, es preciso recordar que se requiere de un visado para Oman cuya solicitud puede efectuarse cómodamente vía online. Un trámite que obedece a ciertas cuestiones de seguridad para con los visitantes y que, actualmente, se combina también con los protocolos de prevención ante la Covid-19. Según recoge el Ministerio de Exteriores del Gobierno de España al respecto, siendo necesaria la realización de una prueba PCR en la llegada al país y una cuarentena de una semana en un hotel y con pulsera de rastreo por razones sanitarias. Y, ahora sí, cumplidos los requisitos para la entrada, sólo queda disfrutar de uno de los más hermosos territorios árabes.
De la subasta de ganado a una mezquita en mitad del desierto
Según constatan muchos de sus visitantes, y a diferencia de sus países vecinos, Omán ha conseguido mantener su esencia pese a la erosión de la modernidad que, aunque conlleve grandes logros y avances en múltiples estadios, suele acaecer la pérdida de la identidad sobre muchos pueblos. Este hecho se traduce en oportunidades como asistir a subastas de ganado y festividades culturales, así como, y para beneficio de la curiosidad que a menudo se apodera de nuestro hambriento estómago, disfrutar de su gastronomía tradicional. Un viaje a través de un portal del tiempo que dista de los grandes edificios y estructuras de lugares como Catar o Kuwait.
Cuanto al abordaje de la tierra omaní, encontramos todo tipo de actividades que, en todo momento, garantizaran una inmersión absoluta en su cultura detenida pese al implacable avance del tiempo. Tanto si se trata de darnos un largo y divertido paseo a través de sus laberínticos y sobrecargados mercadillos, donde podremos comprar prácticamente cualquier cosa, hasta visitar alguna de los centenares de maravillosas mezquitas, a menudo ubicadas en mitad del mismísimo desierto. Además, y en su plano medieval, siendo indispensable visitar sus castillos y fortalezas seculares cuya arquitectura está sujeta a constantes reformas para su preservación.
Del Cañón de África a las tortugas de Ras al Jinz
A pesar de la fascinación que evoca cualquier actividad y construcción humanas, sobre todo si éstas son ajenas a la nuestra y, por ello, hacen de la diversidad un valor aún más preciado, es imposible no mencionar el paisaje convulsivamente bello de Omán. Dada su ubicación en el sudeste de la península de Arabia, donde también se lleva una gran porción de costa, existe una gran cantidad de playas remotas y prácticamente vírgenes, mencionando también la ocasión de visitar de noche Ras al Jinz donde, si se da la ocasión, podremos asistir al desove de las tortugas. Siguiendo con su fauna marítima, pudiendo nadar entre tiburones ballena y leopardo en sus arrecifes.
Dejando a un lado la costa, el paisaje interior de Omán goza también de una exquisita belleza que, no por ello, resta en impresión. Sin ir más lejos, y con cimas que superan los 3.000 metros de altura, una de sus montañas más famosas y que recibe el sobrenombre de El Cañón de África dada su similitud con el Gran Cañón norteamericano aun siendo la omaní mucho más profunda es la de Jebel Shams. Aunque otros parajes también nos auguran un gran disfrute, como por ejemplo las Arenas de al-Wahiba, nombre a que responde una de las tribus omaní y que, en su extensión de 12.500km2, dispone de una fauna formada por 16.000 invertebrados, 200 especies de animales salvajes y hasta 150 especies de flora autóctona.
Si te gustó el paisaje, te apasionará la gente
Esta breve radiografía de Omán sirve ya para avanzar, sin jamás llegar al sufrido spoiler del viajero, la riqueza de un territorio cuya belleza brilla por sí misma. Pese a ello, es necesario mencionar de nuevo uno de los principales focos de atención turística del sultanato: la acogida omaní. En cualquier portal de viajes de Internet podemos constatar innumerables opiniones de viajeros sorprendidos y profundamente agradecidos ante la hospitalidad de sus habitantes, cuya relación con los extranjeros pasa por ayudar con las rutas, recomendar destinos e incluso invitar a comidas populares. Un modo único de conocer el mundo y los personajes que, pese a las diferencias, entienden que la multiculturalidad es un tesoro.
Además, cabe también señalar que Omán es un territorio árabe libre de amenaza terrorista o inseguridad, respondiendo de este modo a una de las dudas de muchos de sus dubitativos visitantes. Eso sí, y como se ha avanzado al principio, subrayando la necesidad de adquirir un visado electrónico para el viaje en plataformas como VisaTurismo.es de forma fácil, cómoda y segura. Para el resto, sólo dejarse llevar en un lugar increíble, dar una oportunidad al mochileo y a la aventura, pero, por encima de todo, adentrarse en una cultura que, por más que el tiempo aceche, ha sabido conservarse intacta.
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