El coronel del Parte Inglés

Ricardo Alonso Vega fue gobernador militar de Almería desde 1942 a 1951

Ricardo Alonso Vega en el centro, custodiado por el alcalde, Vicente Navarro Gay (con gafas) y por el Gobernador civil Rodrigo Vivar Téllez, en 1.942
Ricardo Alonso Vega en el centro, custodiado por el alcalde, Vicente Navarro Gay (con gafas) y por el Gobernador civil Rodrigo Vivar Téllez, en 1.942
Eduardo de Vicente
18:53 • 03 mar. 2021 / actualizado a las 07:00 • 04 mar. 2021

El 14 de mayo de 1942, el periódico ‘el Yugo’ publicaba en sus primeras páginas el recuadro habitual donde aparecía la orden militar de la Plaza para ese día. Pero no era un anuncio rutinario, aquella mañana la nota informaba de un acontecimiento que iba a marcar la vida de la ciudad en aquellos primeros años de la posguerra: “El próximo día 18, a las nueve horas y en el salón de actos de la Escuela de Artes y Oficios, se celebrará el Consejo de Guerra contra los ocho implicados en el llamado caso del Parte Inglés”, venía a decir aquella orden fatídica de aquel juicio sin piedad donde se acabó condenando a la pena de muerte a los acusados, por un delito de “adhesión a la rebelión”.  La Orden de la Plaza venía firmada por el Gobernador militar Ricardo Alonso Vega.



El día del Consejo de Guerra, el gobernador ordenó que se montara un servicio especial en el exterior de la Escuela de Artes, formado por un piquete de veinte hombres al mando de un oficial, con el fin de garantizar el orden durante el juicio.



¿Quién era aquel hombre al que le correspondió asumir el mando militar de la capital y de la provincia en el período más duro de la posguerra? Ricardo Alonso Vega era un recién llegado cuando tuvo que afrontar el juicio y el posterior fusilamiento de los acusados en el caso del Parte Inglés. Había sido destinado a Almería un mes antes, el seis de abril de 1942 para asumir el cargo de Gobernador militar de la Plaza y el mando del Regimiento de Infantería 48. Cuando llegó ostentaba el grado de coronel después de una larga trayectoria militar que empezó a forjarse con medallas desde que recién salido de la academia con los galones de oficial pidió ir como voluntario a la Guerra de África



Cuando ascendió a capitán desempeñó un cargo de profesor en el colegio de Huérfanos de la Guerra pero regresó de nuevo a Melilla para hacerse cargo de la Tercera Bandera del Tercio. Allí, siendo comandante, estalló la guerra. Durante los tres años de contienda combatió en los frentes de Asturias, Teruel, Zaragoza y Cataluña, consiguiendo el ascenso a teniente coronel por méritos de guerra, pasando a mandar el primer Tercio de la Legión hasta  su ascenso a coronel.



El lunes, seis de abril de 1942, se hizo cargo del mando de la Plaza y un mes después tuvo que afrontar aquel Consejo de Guerra que acabó con ocho muertes junto a la tapia del cementerio.



¿Cómo era aquel personaje forjado en el frente de batalla? Ricardo Alonso Vega era un militar duro. A pesar de su baja estatura y de sus rasgos de timidez, no le temblaba el pulso a la hora de tomar decisiones. Era un hombre que se había hecho en la guerra, que había pasado su juventud desde que tenía 18 años jugándose la vida a campo abierto.



Quizá por eso lo destinaron a Almería, una ciudad perdedora, un pueblo que había sido fiel a la República hasta el final, que estaba en la lista negra de los jefes militares del bando nacional y necesitaba ser dirigido con mano dura. 



En sus primeros meses en Almería coincidió con dos hombres de fuerte carácter que representaban la máxima autoridad: Vicente Navarro Gay, que ocupaba el cargo de alcalde desde que acabó la guerra, y Rodrigo Vivar Téllez, que desde el mes de abril de 1940 era el Gobernador civil de la provincia. Los tres formaron un equipo que estaba presente en todos los actos públicos que se organizaban. Si algo caracterizó a Ricardo Alonso Vega en sus primeros años en el cargo, fue su omnipresencia, su vocación propagandística que lo empujaba a ser la cabeza visible en cualquier acontecimiento, hasta en los rosarios de la aurora que se organizaban de madrugada por las calles del centro de la ciudad, pasando por los desfiles de Semana Santa.


La máxima autoridad de la Plaza intervenía directamente en la vida de la ciudad y era uno de los responsables de la censura que entonces se ejercía sobre la prensa y sobre los espectáculos públicos, sobre todo los cines y los teatros. Quizá lo más destacado de su paso por Almería fue la estrecha colaboración que mantuvo con el Gobernador civil para mejorar las condiciones sanitarias de los almerienses, que entonces eran precarias.

Vivían obsesionados con mejorar la limpieza y las condiciones sanitarias de la población, insistiendo en la necesidad que desde los colegios y desde las parroquias se alentara a la gente para que al menos una vez en semana visitaran los baños públicos. “Para que la mente y el espíritu se mantengan sanos, primero hay que limpiar los cuerpos”, dijo el Gobernador civil, Rodrigo Vivar Téllez en uno  de los discursos  que solía ofrecer en Radio Almería.


Ricardo Alonso Vega sobrevivió a sus dos colaboradores. Mientras que el alcade Navarro Gay y el gobernador Vivar Téllez se mantuvieron en sus cargos hasta 1945, el Gobernador militar estuvo al mando de la Plaza hasta la primavera de 1951, cuando se marchó de Almería tras ser ascendido a General de Brigada



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