Manos Unidas quiere ‘Contagiar solidaridad para acabar con el hambre’

El proyecto de la 62 campaña de la organización ayudará a unas 600 familias en Uganda

Proyecto realizado por Manos Unidas en Mauritania
Proyecto realizado por Manos Unidas en Mauritania La Voz
Lola González
22:36 • 14 feb. 2021

Coincidiendo con San Valentín, quizá porque su trabajo está totalmente vinculado al amor, celebra la organización Manos Unidas su Jornada Nacional en la que es su campaña 62 que bajo el lema ‘Contagia solidaridad para acabar con el hambre’ pretende recordar las consecuencias que la pandemia de coronavirus está teniendo entre las personas más vulnerables del planeta y la necesidad de promover la solidaridad entre los seres humanos como única forma de combatir la desigualdad en la que su delegación en Almería está colaborando activamente.



Desde la organización recuerdan que desde que la COVID llegara a nuestras vidas las cifras del hambre y la pobreza han empeorado, de hecho las desigualdades seguirán creciendo por las importantes dificultades que las comunidades más vulnerables tienen para lograr el acceso a la vacuna. Si a esto se le suma la importante crisis medioambiental y el hambre que conlleva el uso abusivo de los recursos naturales en las zonas más vulnerables, sobre todo del sur, la situación es de “pandemia global”.



Por todo ello reclaman la puesta en marcha de programas globales que permitan garantizar a toda persona sus derechos básicos más elementales, como la propia vida, la alimentación, la salud, el agua y el saneamiento, la vivienda o la educación. Además del compromiso de los políticos para ello.






A pesar de estas importantes llamadas de atención, Manos Unidas principalmente destina esta 62 campaña en hacer lo que mejor sabe, buscar fórmulas para tratar de ayudar a las personas que más lo necesitan a través de la financiación de proyectos de desarrollo en el mismo territorio. En este caso, se va a trabajar en Uganda en un proyecto para la mejora de la seguridad alimentaria y de los ingresos de 600 familias campesinas en veinte aldeas de los subdistritos de Kyabakara y Katerera.



Estos campesinos minifundistas se dedican a la agricultura de supervivencia en unas tierras empobrecidas por la deforestación, la sequía y la falta de conocimientos básicos para el desarrollo de la explotación agrícola. La intención de este proyecto es que se realice una formación en seguridad alimentaria, sanitaria, técnicas agrícolas y generación de ingresos mediante diversificación de su actividad.



Este año, ante la situación tan compleja, Manos Unidas insiste en la necesidad de no mirar hacia otro lado y facilita el poder colaborar con este proyecto tan necesario a través de Bizum al 33439, además de poder hacerlo de forma directa en su página web www.manosunidas.org o través del teléfono 900811800.




Padre Cesáreo Cayuela: “Los proyectos son de Manos Unidas aquí y se hacen con manos unidas allí”

El trabajo que desarrolla Manos Unidas sobre el terreno, en los países que más lo necesitan, bien lo conoce el padre Cesáreo Cayuela, miembro de la Sociedad de los Misioneros de África (Padres Blancos) que actualmente realiza su labor en Roquetas de Mar pero que ha pasado trabajando en Burkina Faso gran parte de su vida misionera, y allí colaboró de forma directa con proyectos de Manos Unidas.


- ¿Qué se encontró al llegar a África?

- Cuando me dieron las opciones para elegir destino, yo solo pensé en irme a aquellos países en los que casi no había llegado el Evangelio. Cuando llegué allí la realidad que me encontré no te la imaginas. Hablamos del año 67, después ha ido mejorando en muchas cosas, pero siempre las diferencias entre los países del norte y del sur son muy grandes.


Te encontrabas con muchísima gente trabajaba en el campo muy duro. Es un país tropical en el que la estación lluviosa dura unos cuatro meses y en el resto no llueve nada. Esto les obliga a que, al vivir de la agricultura, de lo que da la tierra y con instrumentos rudimentarios, haya mucha pobreza. No hay agua corriente, ni luz eléctrica, a veces no hay escuela, pero es una población de la que sientes la alegría de vivir. Y cuando llegaban las dificultades, estaban preparado para soportarlo. 


La principal dificultad con la que te encuentras al llegar siempre al principio es el idioma. La mayoría de la gente no había pasado por la escuela y no sabían francés que era la lengua oficial por lo que tenías que hacerte tú a su lengua y entonces tocaba cambiar de sitio. A mí me ha tocado iniciarme en seis lenguas…


- Usted ha colaborado directamente en proyectos de Manos Unidas.

- Estando colaborando con el doctor Massotti, un médico de Castellón que venía en sus vacaciones a trabajar en Burkina Faso para hacer en un mes hasta 60 operaciones, vino una señora de Albacete que era responsable de Manos Unidas, y me planteó la posibilidad de presentar un proyecto importante para la zona. Yo trabaja entonces en una parroquia, que era casi una diócesis por la cantidad de pueblos, y que estaba partida en dos por un torrente de agua. Durante la estación seca el agua llenaba el torrente y subía hasta tres metros por lo que las poblaciones que estaban al otro lado tenían que dar una enorme vuelta para llegar al centro urbano en el que se encontraba la administración civil, escuelas, centro de salud. Hablamos de pasar de unos 20-25 kilómetros cuando el torrente no llevaba agua, a un rodeo de unos 40.


Ante eso presenté un proyecto para hacer un puente para el que tenía gente que me podía ayudar a plantearlo. Con ayuda de los talleres de la diócesis que formaban albañiles, carpinteros e incluso para trabajar el hierro, y la colaboración de un ingeniero suizo de caminos que había allí entonces, estudiamos el puente, nos dijo las reglas para poner los pilares, a qué profundidad, y lo realizamos entre todos. Manos Unidas nos facilitó el dinero para todo el material y nosotros lo realizamos con la población de varios pueblos.


Cuando ya no quedaba casi agua en el torrente, empezamos los trabajos y entonces eran cientos de personas los que trabajábamos: recogían arena, piedra, otros cavaban las fundaciones, otros a construir. Eran Manos Unidas aquí pero hecho con manos unidas allí. 


Era un puente de más de 20 metros de largo y las partes más altas de hormigón de cuatro metros de altura. Esto para esas poblaciones era un cambio enorme. La mayoría de la gente iba andando o en bicicleta.


Me sobró dinero y me permitieron hacer otro proyecto para otro pequeño proyecto en un torrente más pequeñito en el que yo veía a las mujeres con bidones, con cubos, con carretas para ir a kilómetros de distancia en busca de agua. Construí con uno de los pueblos una presa que retuviese el agua de las lluvias. Tenía un 1,60 metros de altura pero el agua que allí se almacenaba, aunque mucha se perdía, permanecía hasta la próxima estación sin secarse.


- Además, de alguna manera también participó en un programa para la mejora de la alimentación infantil.

- La mortalidad infantil en Burkina Faso era muy alta y nos dimos cuenta de que había un momento en el que los niños ya no tenían suficiente comida con la lactancia pero que aún no podían morder y había un problema de desnutrición. En una de las misiones religiosas de la congregación de María Inmaculada comenzaron a trabajar con las mujeres de la zona y a enseñarles cómo alimentar a los niños, a hacer papillas con lo poco que tenían. Las formaban a ellas, empezaron a poner huertos para que las madres empezaran a sembrar, después construyeron un pozo, de ahí con Manos Unidas consiguieron una granja de gallinas, después vacas, y llegaron a tener un tractor con tierras para cultivar cereales. 






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