Los duendes que le mecían la cuna

José Carlos Esteban Hanza Fernández acaba de ganar un concurso de jóvenes talentos en Canal Sur

José Carlos con uno de los galardones que ha conquistado.
José Carlos con uno de los galardones que ha conquistado. La Voz
Eduardo de Vicente
07:00 • 02 ago. 2020

Había un duende con un contrato de nueve meses que echaba horas extras danzando alrededor del vientre de su madre. Era un duende de oficio que acudía cada tarde a la casa de la familia Esteban Hanza para hacer su trabajo mientras sonaba sin descanso el Concierto de Brandeburgo. 



Mientras el niño exploraba las profundidades del útero, Rocío, su madre, soñaba con que su hijo naciera con un instrumento bajo el brazo, siguiendo con la tradición familiar. Ella, hija y nieta de flamencos y hermana de ‘Tomatito’, no se conformaba con escuchar durante el embarazo a Paco de Lucía o a su propio hermano; volando en la butaca del cuarto de estar se fue tan alto que todos los días organizaba un concierto de Bach para el niño que llevaba dentro. Fue una larga gestación, un empacho de música clásica que en sus pensamientos más íntimos podría servir para forjar los cimientos de un director de orquesta, tal y como imaginaba la madre.  



Aquel duende de grandes orquestas que tanto empeño puso durante el embarazo, tuvo que recoger sus partituras barrocas y buscar otro destino la tarde en la que el niño, mientras disfrutaba del pecho de su madre, empezó a mover los pies  al compás de la voz de Camarón. Una vez más, la naturaleza imponía sus propias leyes y la fuerza de la sangre derrotaba al academicismo. El duende contratado se había hartado de trabajar, sin saber que allí dentro, en la paz del vientre materno, el niño le hacía las palmas al otro duende que traía incorporado.



Así, entre duende y duende, nació un músico que va camino de convertirse en un artista total. José Carlos Esteban Hanza Fernández acaba de ganar un concurso de jóvenes talentos organizado por Canal Sur Televisión y sus videos empiezan a convertirse en virales. Es todo un espectáculo verlo sentado ante el piano, dialogando con las teclas con los gestos de un guitarrista flamenco. Entorna los ojos y mueve la cabeza como si estuviera agitado por ese duende al que no puede renunciar y lo empuja a la esencia más pura del flamenco. 



Su querida maestra de Párvulos guarda como oro en paño una fotografía en la que el niño posaba en la escuela tocando la guitarra como si no hubiera hecho otra cosa en su vida. “Este niño lleva los mismos pasos que su tío”, pensó la profesora. Sin embargo, sus comienzos con la guitarra fueron un amor de verano. Un día descubrió que las teclas de un piano eran un camino más llano, que se necesitaba menos esfuerzo, que la guitarra te obligaba a mover todos los dedos, mientras que el piano, con solo posar un dedo ya empezaba a responderle. “Vuelvo a la guitarra de vez en cuando, pero no amplio conocimientos”, reconoce el joven músico almeriense. Con el piano empezó sus estudios en la Escuela de Música cuando tenía siete años, hasta que dio el salto al Conservatorio, donde ha terminado el cuarto curso de profesional.



Ha cambiado la guitarra familiar por el piano, pero sigue manteniendo esa vena flamenca que le viene de lejos. En su formación está el piano clásico, pero su vocación lo  empuja hacia el flamenco. “Con el clásico aprendes, con el flamenco disfrutas”, me cuenta. José Carlos se desboca cuando la música le sale de dentro y no tiene que encadenarse a las partituras. Basta con ver alguno de los vídeos que corren por Internet para descubrir ese duende interior  que lo transforma cada vez que se sienta en el taburete. Cuando pone  sus dedos en el teclado entra en un estado de éxtasis y se olvida de todo, hasta de las cámaras de la televisión y del jurado que tenía enfrente. Cuando le pregunté si estaba nervioso antes de la actuación, me dijo que sí, pero que encontró la calma nada más agarrarse al piano. En esos momentos de gran transcendencia penetró en esa atmósfera donde los artistas se citan con las musas, allá donde José Carlos habla a solas con sus duendes.



En cada una de sus actuaciones televisivas dejó la estela de un ganador y la sensación de que a sus quince años ya se ha convertido en un músico imparable. “Me ayuda mucho que no me atraiga hacer otra carrera. Me ayuda a centrarme en la música sin mirar a otro lado”, asegura el pianista.




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