“Estoy orgulloso de que una persona con discapacidad pueda ayudar a los demás”

Entrevista / Los héroes de Almería: José Manuel Tortosa, trabajador del centro de acogida

José Manuel Tortosa Alcaraz.
José Manuel Tortosa Alcaraz. La Voz
Miguel Cabrera
18:41 • 24 may. 2020 / actualizado a las 18:42 • 24 may. 2020

José Manuel Tortosa Alcaraz (Almería, 1973) no lo dudó un momento cuando le propusieron trabajar en el centro de acogida temporal dispuesto por el Ayuntamiento de Almería para dar alojamiento a personas necesitadas durante la crisis del coronavirus. José Manuel trabajaba como mecánico naval, pero un accidente en 2015, en la construcción del nuevo dique del puerto, le destrozó el hombro derecho. Después de una larga baja, no encuentra palabras para agradecer a Verdiblanca que hace dos años le diera una oportunidad para rehacer su vida. “Estaba muy apagado, me sentía un inútil, pero con ellos ahora me siento valorado”, dice. 



Su nuevo lugar de trabajo se dispuso tras el lleno del centro municipal de acogida. ¿Cuántas personas acogen en la actualidad?



También estamos casi llenos, tenemos 80, pero han pasado unas 200. Son personas que ahora mismo está sin nada, en la calle o sin recursos. 



¿Hay muchas personas afectadas especialmente por esta crisis?



Hay algunos que se han quedado sin trabajo por el coronavirus y no tienen ni para pagar el alquiler. Están anímicamente mal, pero cuando ven un poco de cariño, porque no podemos darle otra cosa, se sienten algo más aliviados. También tenemos  indigentes e inmigrantes que no saben donde ir. Hay gente sola, matrimonios, madres e hijos, de todo.



¿Cuál es su trabajo?



Tomamos los datos de todos los que llegan,  y la temperatura, comprobamos que sean realmente necesitados y les cuidamos, les ponemos el desayuno la comida y la cena. Vigilamos que estén bien atendidos.  Ejerzo las funciones de un conserje, más o menos. 



En un lugar donde viven tantas personas serán fundamentales las medidas de protección.

Sí, los trabajadores usamos guantes, mascarillas, y cuando hace falta nos ponemos el mono. A los residentes se les toma la temperatura a la entrada y todos los días, se han hecho las pruebas del Covid a residentes y trabajadores. Dimos todos negativo. Cuando se nos hicieron llevábamos aislados 30 días. Ellos no salían para nada, y si necesitaban ir a un banco, o a la farmacia, íbamos nosotros. Todas las necesidades de fuera se las proporcionamos los trabajadores que estamos allí. 


¿Con la desescalada tampoco salen los residentes?

Ahora ya empiezan a salir a buscar trabajo, o vivienda. Se les dan unas horas por la mañana. Cuando van a salir, se les entregan mascarillas y guantes.


¿El centro también ofrece asistencia sanitaria?

Si alguien se pone malo se le atiende al momento, se le toma la temperatura, se le aísla en una habitación preparada y se llama al 112. A veces han venido, otras nos han dicho que esperemos un par de días, y si hay que trasladarles a Torrecárdenas o a la Bola Azul nos ponemos los equipos de protección completos, y los llevamos.


El aislamiento durante tanto tiempo habrá sido duro para estas personas. ¿Cómo es su día a día?

Cada residente tiene su habitación y puede utilizar espacios comunes. Dentro es como si estuvieran en su casa, pueden ver la tele en el salón, jugar al ping-pong en la sala de juegos, o hacer deporte en un patio.


¿Tienen miedo al contagio?

Algunos sí, no quieren ni salir, cada vez que ven las noticias. Llevan encerrados 50 días y piensan que si esto rebrotara se podría echar por tierra todo lo que han soportado en este encierro. Estamos ahí desde el primer fin de semana con el Covid.


¿Y usted, cuál es su situación personal?

Estoy casado y tengo dos hijas, de uno y siete años. La mayor tiene bronquitis asmática y la tenemos que proteger especialmente. Voy a casa con todas las precauciones, casi me desnudo en el portal, como aquel que dice. Luego, la ropa directa a la lavadora y yo a la ducha. Mi mujer trabaja con Clece en ayuda a domicilio. Gracias a Dios nos hemos podido compaginar, ella trabaja de mañana y yo por la tarde, para estar siempre uno  con las niñas.


¿Se animan ahora a ir a la playa, o a una terraza?

Va a ser que no, con una niña de alto riesgo. Me da mucho miedo salir. Pero sigo aquí, al pie del cañón. 


 ¿Cree que la gente se está relajando demasiado?

Se está confiando un poco... tanto niño junto. Pero los irresponsables fuimos los padres, hemos salido como locos, en tromba, y si damos un paso para atrás se va a resentir la economía y nosotros mismos. Por eso en el centro de acogida no bajamos la guardia, allí seguimos igual. Tenemos que seguir un protocolo porque si nos relajamos puede que nos pille el toro.


Este es un empleo temporal, ¿qué piensa hacer cuando acabe?

Yo trabajaba desde hace dos años  conduciendo una furgoneta de Verdiblanca con niños con discapacidad. Cuando termine, si vuelve el transporte seguiré, y si me tienen que mandar a limpiar o a donde sea, allí iré. Con la asociación Verdiblanca voy a cualquier puesto que me den, porque me dio trabajo en momentos duros y se han portado siempre muy bien conmigo. 


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