Almería en los tiempos del covid-19 (XLIV): Almería ya tuvo su Simón

El virus de gripe Singapore, que llegó de Australia, asustó mucho en diciembre de 1988 en Amería. Hubo colapso en Urgencias.
El virus de gripe Singapore, que llegó de Australia, asustó mucho en diciembre de 1988 en Amería. Hubo colapso en Urgencias.
Manuel León
07:00 • 13 may. 2020

Se llamaba (se llama) Herminio, no Fernando. No tiene cejas como las del abuelo de Heidi, pero sí que salía en el Telediario. No en aquel Telediario en el que ya aparecía Ana Blanco, sino en el de Canal Sur, cuando el ente autonómico aún estaba en Oliveros y lo dirigía, también casi ya entonces, un Chacho con barba de Sandokán. 



Herminio Simón, gerente del Servicio Andaluz de Salud entonces, decía esto a los almerienses hace 32 años: “Este virus solo se cura con higiene, lávense las manos y las personas de riesgo no salgan de casa”. Fue un brote que asustó mucho, una mutación del virus de la gripe llamada Singapore, que llegó a España desde Australia. Llegó a contagiar a 7. 000 almerienses (el covid-19 lo ha hecho a 650), según la estimación que se publicó el 28 de diciembre de 1988 en la portada de La Voz de Almería, pero su letalidad fue muy baja, solo acabó con los que ya tenían alguna patología previa. No obstante, sembró el miedo en la provincia y colapsó los servicios de urgencias del Hospital Torrecárdenas, que entonces se llamaban UVI, no UCI. Herminio, nuestro particular Simón, que ayer lo recordaba confinado en el salón de su casa de Oliveros ya dijo como un profeta Isaías; “Lávense ustedes las manos con una pastilla de jabón, por favor, que el virus está en las gotitas”.



No mencionó Herminio Simón, sin embargó, las mascarillas, no fueron tan necesarias entonces. Sin embargo, ahora hay algún experto que habla de que han venido para quedarse, que se incorporarán a nuestro acervo indumentario, como las calzas en el Siglo de Oro que evitaban las picaduras de liendres y garrapatas. Tenemos, los humanos, un gran poder de adaptación. Quizá dentro de un año se incorporen al mundo de la moda como un complemento necesario más, como un abanico en los toros, como una rebeca en las noches de final de verano. Quizá Gucci o Versace o Zara se pongan manos a la obra a manufacturar mascarillas de diseño, como un cinturón o unos zapatos de piel de cocodrilo. Además de lo contagios y muertes que está acarreando este virus tan borde, aparte de la sangría que provoca en la economía, el covid también tiene consecuencias psicológicas difíciles de medir. Ayer oí en la radio mencionar un estudio que concluye que si la vida no se normaliza pronto, podría estar en peligro la salud mental de la mitad de los españoles. Lo cual dicho así acojona un poco. Mandé rápido un wasap a Domingo Díaz del Peral, jefe del área de Salud Mental en Torrecárdenas, quien me tranquilizó: “no te preocupes, algunos de estos informes se hacen sin demasiadas evidencias científicas”.



He de confesarles que estoy intranquilo también porque debí haber devuelto hace tiempo un libro prestado a la biblioteca de la Diputación y no lo he hecho. Pero yo no tengo la culpa, que la culpa es del Covid. He oído también que todos los volúmenes de préstamo que sean reintegrados estos días se van a poner en cuarentena en unas cajas selladas. El libro de marras es un estudio histórico del Puerto de Almería de García Lorca y no me hace gracia imaginarme al bueno de Andrés confinado otros cuarenta días en un cajón. 








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