Rincones de la capital con sabor a pueblo

José Luis Laynez
07:00 • 29 abr. 2019



Empezamos a continuación una serie de fotos de rincones de la capital con una breve descripción que recuerdan a los bellos pueblos de nuestra provincia.



Al dejar la Autovía de circunvalación de Almería en dirección a la Rambla, nos llama la atención los dos cortijos que han quedado a la izquierda como vestigios de otra época. Uno es este de la foto principal. A primera vista parecen estar deshabitados; pero no es así. Son mitad cueva mitad construcción, totalmente encalados, con chimeneas, vegetación en el exterior, corrales y hasta antenas de televisión.  



Un camino labrado a pico en el cerro cuajado de vegetación y las casas-cortijo en espacios horadados en la roca, parte cueva, parte de obra. Colores llamativos ornamentan la fachada de los del interior. 





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Calle Cubo: El lugar con mayor número de estos entrañables rincones ‘pueblerinos’ existentes aún en la capital es el casco antiguo. Pero también hay bastantes en la zona alta de la Rambla o entre las calles Granada y Murcia.  



El rincón de hoy es muy conocido de todos: la callejuela que va desde la Plaza de la Catedral a la Plaza Bendicho, dejando a la derecha los muros y torres (cubos) de la Catedral. En ella está el Sol de Portocarrero.





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El Paseo de la Caridad va desde la rotonda de la Rambla a la altura de la Delegación de Educación y Ciencia hasta el Quemadero, con una longitud de unos dos km. Sus fachadas son, en muchos casos, de llamativos colores y apenas hay comercios en ella. Al final encontramos una parada de taxis y poco más. Nació a raíz de las inundaciones del 11 de Septiembre de 1891, catástrofe que debió cambiar profundamente la fisonomía de la ciudad. En las casas allí construidas, patrocinadas por la Asociación de la Prensa de Madrid en sólo seis meses, se alojaron los damnificados de aquella devastadora riada. En ella están las famosas ‘casitas de papel’, entre los números 71 a 105, así conocidas por la mala calidad de sus materiales. 





Una placa colocada en la fachada de la casita nº 85 (en la foto) dice lo siguiente: “Edificado por la Prensa Asociada de Madrid en favor de los inundados del 11 de Septiembre de 1891 en terrenos cedidos por los herederos de D. Joaquín Cañadas, bajo la dirección de los arquitectos López Rull y Trinidad Cuartara y formando la comisión ejecutiva los directores de los periódicos La Época, El Globo y El Liberal. Puesta la primera piedra el 26 de Noviembre de 1891 y terminadas las obras el 28 de Marzo de 1892” 






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Antes de ser urbanizada a finales del siglo pasado, la hoy llamada Avda. Federico Gª Lorca se dividía en varios tramos bien delimitidaos, reconocibles y con nombres propios. He aquí el antiguo Malecón de los Jardinillos


Está situado en la parte alta de la Avda. llegando al cruce con calle y carretera de Granada. Se trata de nueve deliciosas casitas (nº 135 a 151) de planta baja con fachadas de vivos colores y jardín delantero.




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Es una de las callejuelas más espectaculares e insólitas de Almería. Comunica las calles Trajano (frente al bar La Charca) con Guzmán, en el lateral de la iglesia del Corazón de Jesús, una zona de barecillos. Como se observa, es estrechísima, apenas caben dos personas en paralelo. Jalonada de casas solariegas, resulta llamativo la densa arboleda que, plantada en el jardín de una de ellas, sirve de toldo sobre la calle. Parece una calle alpujarreña, dada su estrechez y la vegetación que encierran los jardines de sus casas.  




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Calle Hileras: Es una de esas callecitas de Almería que parecen ser de un pueblecito. Se halla en el laberinto de callejuelas que hay entre las calles Granada y Murcia, paralela a ésta, con entrada por calle Silencio y salida por Cantares. Es muy estrecha, apenas cabe un coche, y está jalonada de casas de dos alturas con fachadas de llamativos colores; pero lo más llamativo de ella es la gran cantidad de macetas que hay en sus aceras.




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Poquísimos patios de vecinos quedan en Almería; y uno de los que quedan, presisamente el más céntrico, fíjense qué  estado más lamentable presenta: totalmente abandonado y en estado ruinoso, prácticamente un vertedero. Está ubicado en el número 21 de la Avda. de la Estación.


La avenida se abrió tras la construcción de la Estación del Ferrocarril, a finales del siglo XIX. Por entonces eran relativamente frecuentes y allí había alrededor de un patio central varias viviendas modestas que compartían el patio.




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Calle Arco: Era una de las calles más espectaculares y terruñeras del casco histórico de Almería. Comunica la calle Real con la Plaza Careaga. Estrecha y exclusivamente peatonal, en su parte central tenía un arco de piedra que comunicaba las casas de ambos lados e incluso sobre él había una habitación de una de ellas. 


Pero pasó lo que con otros rincones de Almería: se dejó caer en ruina y, cuando ya se caían arco y casas, se hizo uno nuevo que en nada se parece al que antaño había. El suelo, eso sí, se conserva de grandes bloques de piedra.




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Otro de los arcos que aún quedan en la ciudad, y en estado de conservación bastante mejor, es el de la foto. Les suena, ¿verdad? Sí, el que está situado en la parte alta de la carretera de Ronda, un poco antes del hospital de la Cruz Roja. Por él se accede a la calle Santa Marta. Es una de las entradas al barrio de Regiones que se levantó tras la guerra civil para dar cobijo a los damnificados intentando que pareciera un pueblo árabe, con cúpulas en sus edificios públicos y algunos arcos en las calles.




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Otro ejemplo de arco es el que está situado en la calle San Isidro y a él se accede por un tramo de calle curvo. Su acceso está ornamentado por los vecinos con macetas y las viviendas que lo rodean fueron recientemente restauradas. 




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Curioso y muy poco conocido el arco de la foto. No es el típico arco que comunica y apuntala viviendas y que tiene sobre él una habitación que pertenece a una de las casas. Su fin es más ornamental que práctico y por él se entra a la calle Fernando de Herrera.

¿Que dónde está esa calle? En el corazón del Barrio Alto. Resulta chocante que sus casas son antiguas, con bajos y altos, a la derecha; y un moderno edificio a la izquierda. La Almería del siglo XIX  y la del siglo XXI se dan la mano en esta curiosa y angosta callejuela.




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Bella estampa de uno de los arcos que da entrada a la Plaza Vieja, concretamente el que hay hay a la izquierda de la fachada del Ayuntamiento. Vemos al frente el pingurucho de Los Coloraos y una de las cúpulas del monasterio de Las Claras. Es la entrañable Plaza Vieja la más antigua de Almería. Con casas de una sola planta, ya aparece en ella el Ayuntamiento en el plano del año 1600. El resto eran bazares, fonda, bares y baños públicos.  En ella se celebraban los festejos taurinos, el mercado y las fiestas de la ciudad hasta el siglo XVIII.



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Este otro arco da entrada a la Plaza Vieja por calle Payán, frente al popular Bahía de Palma. Dijimos ayer que fue la primera plaza que se abrió en Almería y en ella se celebraban juegos de toros y cañas, zocos y ferias y fiestas. El Ayuntamiento y sus dependencias están en ella desde el año 1600. Hasta 1843 había casas de una altura. Pero en aquella reforma se añadieron segundas plantas, arcos de entrada y soportales. En los últimos 160 años, apenas si se ha tocado, excepto con la interminable reforma de nunca acabar que nos ocupa.




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Es una de las pocas casitas antiguas que quedan en pie en la Rambla Amatisteros; y además haciendo esquina, que son los solares más solicitados. Hace esquina con la calle Ismael y un frondoso jazminero la sobrevuela. En 1990 comenzó la urbanización de la Rambla. La Amatisteros era la más lejana del centro y, por ello, la más abandonada, sucia y oscura. Sólo había casitas como esta y naves comerciales que daban a ella. 



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Deliciosa casa solariega con sabor colonial la que encontramos en lo más alto de la calle Memorias, esquina con el Paseo de la Caridad. El balcón del piso alto que asoma en la misma esquina, con un techillo, es curioso. 




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Curiosa casa solariega la que hace esquina entre las calles Real e Infanta frente al colegio de monjas allí existente. Cumple todos los requisistos de la casa tradicional de Almería: puertas y ventanas de igual tamaño, aunque éstas están enrejadas, portón lateal de entrada al patio y amplio terrao con bordillo. Pero lo más llamativo del caserón es la imaginativa solución que se da a la ventana que hace esquina, la que vemos. 




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Extraño contraste entre la mejestuosidad de la centinela perpetua de Almería, nuestra Alcazaba, y la policromada vivienda existente a sus pies, concretamente en la Plaza de San Antón. La casa es una de las muchas existentes en el casco histórico pero no se caracteriza precisamente por su discreción cromática.


La plaza de San Antón es una de las más señeras de Almería, siempre animada y bulliciosa por el mercado allí existente. Está en pleno casco histórico, jalonada de casas tradicionales y bajo la mirada atenta de la Alcazaba.  




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No, no torcí la cámara para tomar la foto ni la he trucado de ninguna manera. Es que la última vivienda de la calle de la Reina está construida así, para adaptarse lo mejor posible a la empinada cuesta de la calle Almanzor. El caserón adapta bien sus ventanas de la planta baja a la cuesta con la que se inicia la calle Almanzor, que sube hasta la Alcazaba, y en cuya parte derecha se han derribado las casas para dejarla diáfana.  




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Tomé esta foto el día 3 de Junio, pocos minutos antes de que la piqueta acabase con estas dos preciosas casas solariegas de la calle Alcalde Muñoz, frente el cuartel de la Policía Nacional. Y es una verdadera pena. Son (o eran cuando la foto se publique) dos casas tradicionales de Almería, con bajos y altos, puertas y ventanas enmarcadas de idéntico tamaño y un coqueto mirador-solarium con sus tejas. Ya no está.




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Bellísima imagen de una de las callejuelas peatonales que serpentean entre las calles Granada y Murcia. Se llama calle Dulcinea, supongo que por el amor imposible de Don Quijote, la para él inalcanzable Dulcinea del Toboso. Parece una calle alpujarreña, por la cantidad de macetas que los vecinos cuidan con esmero en las aceras.


La mayoría de casas son de planta baja, con el tradicional terrao donde la gente hace buena parte de la vida. La vía está adoquinada para darle aún más sabor ‘pueblerino’. Una joya de calle. 




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Encantadora y refrescante la siguiente imagen. Se trata de la Plaza Granero, junto a la Catedral, paso obligado para ir al bar Montenegro, la calle de la Reina o la Almedina. Antaño estaba aquí el granero de la Catedral. Curiosa historia la de la fuente que vemos. La original estaba en la Plaza de la Catedral pero la desmontaron para rodar Patton y la pusieron en el aparcamiento del Aeropuerto. Esta es una copia exacta.  




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Algo más arriba publico la foto de un patio de vecinos de la Avda. de la Estación en estado de total abandono. Pues hace unos días encontré otro de estos vestigios del pasado, de una ciudad vecinal que ya no existe, en la que las buenas gentes compartían patio y charla hasta altas horas de las cálidas noches veraniegas de Almería.


El de la imagen se llama Patio Hierba Luisa y se halla en el segundo tramo de calle Granada, pasado el cruce con la Rambla. Este sí está habitado y bien cuidado por sus vecinos y siempre con la puerta abierta.




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Céntrica al máximo, situada en plena Puerta Purchena frente al local que durante muchos años ocupó el bar Los Clavelesla calle Ayala es una de las más estrechas de Almería. Durante mucho tiempo era conocida porque en ella estaban las taquillas del Abono taurino de la Feria y se formaban larguísimas colas que llegaban hasta el entonces llamado Paseo Versalles y giraban por él hacia arriba. Eran otros tiempos. En la esquina hubo dos comercios históricos: uno de electricidad que hoy día es zapatería infantil; y una droguería, hoy parking subterráneo.




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En el casco histórico de Almería conviven viejas casas abandonadas con caserones solariegos perfectamente cuidados y que embellecen la zona. Es el caso de estas casas de calle Pedro Jover esquina con calle Lucero. La estrechez de la vía obligó a tomar la foto demasiado oblicua pero se aprecia perfectamente su genuino sabor almeriense. Huecos de puerta y ventanas enrejadas de idéntico tamaño y balconadas a cielo abierto.




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Es uno de los poquísimos chalets que han sobrevivido a la urbanización de la carretera de Los Molinos frente al Seminario, aunque su entrada está por calle Santiago y a la carretera den únicamente los porches bajo y alto. Desde los años 50, aquello era un oasis de tranquilidad, con los seminaristas como única vecindad. Pero en los años 90 se urbanizó la zona, tiraron los viejos chalets y solamente el de la foto ha resistido el paso del tiempo.




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Si subimos la Avda. de Santa Isabel, popularmente conocida como Avda. de los Depósitos, poco antes de llegar a carretera de Ronda a la izquierda, vemos unas calles estrechas e irregulares que comunican con la Rambla.


Llevan el nombre de los planetas y están ‘muy mal hechas’, con casas de planta baja y alta, conocidas como ‘las casitas de papel’ porque están hechas con materiales de poca calidad. Esta es el nº 1 de la calle Venus.




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Dijimos que las calles que comunican la parte alta de la Avda. de Santa Isabel con la Rambla llevan nombres de los planetas y son conocidas como ‘las casitas de papel’. Vemos la calle Venus, tan estrecha e irregular como todas. Las casas entran y salen, dando distintas anchuras a la calle. Fueron construidas tras las inundaciones del 11 de Septiembre de 1891 para realojar a los damnificados; pero de las casas originales ya quedan muy pocas. También está la calle Neptuno, tan irregular como todas, con casas a distintas anchuras.





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Pues no, no es una calle de ningún pequeño pueblo sino la calle Júpiter, una de las que comunica Avda. Santa Isabel con la Rambla. Llevan los nombres de los planetas. Estrecha, con distintas anchuras, apenas cabe un coche.


Tras la urbanización de la Rambla ganaron mucho y, en lugar de dar a la parte más fea y oscura de ésta, ahora dan a un espacio ajardinado e iluminado. Falta la calle Mercurio. Era la que iba paralela al murillo de la Rambla (¿lo recuerdan?) Pero al urbanizarse, quedó absorbida por ella y el rótulo aparece en la acera derecha de la Rambla y, curiosamente, la acera izquierda lleva el nombre de Amatisteros.  



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Pues sí, la que da al Parque y al Puerto es la primitiva fachada del Hospital Real, así llamado al ser fundado en 1556. Por tanto, es de estilo renacentista, con su claustro y todo, y fue regentado por la Iglesia hasta 1777. Al pasar a propiedad municipal, se remozó totalmente, como se hace hoy día, y se le ‘dio la vuelta’, cerrando el claustro que miraba al mar con la pared que vemos en la imagen. Ahora mira a la Catedral.  




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 Es el último de los chalets-cortijo que antaño jalonaban la parte alta de la carretera de Ronda, camino del cementerio, ante cuyas fachadas había que pasar para salir de la ciudad. Estaba frente al popular bar El Andaluz.


Pero llegó la urbanización de la Rambla y, por ende, de la carretera de Ronda, que hace muchos años que ya no cumple dicho fin. Los viejos chalets fueron desapareciendo y sólo quedó en pie el de la foto.




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Tomé la foto uno de los escasos días de lluvia que en Almería hay, lo que le confiere a la calle Carreras, sumado a las casas abandonadas que en ella perduran, un cierto aspecto fantasmagórico. Ya no está así puesto que hace unos días cambiaron el cemento del pavimento por adoquines de colores lo que le confiere un aspecto más alegre. Esta angosta vía comunica las calles Berenguel con Murcia. Hace una década tiraron las casas que formaban una ínfima calle al final de la que nos ocupa para darle más amplitud a la calle Murcia.




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Entrando a Almería por la antigua carretera de Granada, encontramos a la derecha la única Cruz de Ánimas que existe en nuestra ciudad. Antaño se colocaban en los cruces de caminos a la entrada de los pueblos para que las almas en pena no molestaran a los habitantes.  Esta es una Cruz de Caravaca.


Hoy día da entrada a la urbanización del mismo nombre que se construyó hace un par de décadas con chalets, parques y zonas ajardinadas. La calle cruza toda la zona siempre en subida.




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La imagen es una curiosidad, recuerdo de los tiempos en que la Rambla era eso, una rambla, y su parte alta era oscura a bastante abandonada. Va de Rambla Amatisteros a calle Granada y algunas de sus casas son restos de los antiguos cortijos que por allí había y otras, viviendas modernas.


Pues bien, en mitad de la acera hay algunos vestigios de la arboleda que antaño poblaba estas huertas. Vemos un gran pino que ha sobrevivido a la semiurbanización de la calle y, de fondo, la tapia de un viejo cortijo que se mantiene habitado.




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Recién acabada la Guerra Civil, en 1939, se creó en la España franquista la Delegación Nacional de Sindicatos.  Se estableció una Secretaría Nacional y cuatro Vicesecretarías, una de las cuales era la de Obras Sindicales.


Su labor era la de construir viviendas sindicales en pueblos y ciudades, teóricamente para las familias más desfavorecidas. Se alzaban en las afueras de las ciudades. Vemos las de la calle Paco Aquino.



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En 1888 se construyó la plaza de toros de Almería en el barrio de Belén. La zona estuvo prácticamente sin urbanizar hasta bien entrado el siglo XX, en que se arregló la circunvalación del coso y se abrió la Avda. de Vilches.


En los solares resultantes de la urbanización, la Delegación Nacional de Sindicatos construyó en 1951 un grupo de Viviendas Sindicales, con jardines interiores, que hoy se conservan en aceptable estado.




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En el año 1961, la Organización Nacional de Sindicatos se fijó en una zona humilde y poco poblada de Almería, el Quemadero, para levantar allí un grupo de 68 viviendas a las que llamó ‘grupo Fructuoso Pérez Márquez’


Exteriormente eran distintas a las que vimos en días anteriores, con fachadas de ladrillo visto y zócalos pintados en color tierra. Fue el grupo más pequeño de casas hechas en Almería por Sindicatos.




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En el año 1955, la Delegación Nacional de Sindicatos construyó en la zona del Barrio Alto 108 viviendas sindicales a las que impuso el nombre de ‘Onésimo Redondo’. Estaban ubicadas algo más arriba del la popularmente conocida como ‘Escuela de Formación’, en la margen derecha de la Rambla, una zona oscura y despoblada, a la que se construyó una pasarela peatonal para llegar. Vemos una imagen de su estado actual. 




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En el año 1955 se levantaron en Almería 192 viviendas sindicales en la parte alta de la Rambla, un poco más arriba de donde se acababa de inaugurar el instituto de Formación Profesional ‘Francisco Franco’. Era una zona oscura, ‘al otro lado de la Rambla’ que era tanto como decir en las afueras.


Pintadas sus fachadas de color amarillo y con zonas ajardinadas interiores, eran, por lo demás, como el resto de las construidas en Almería: con materiales de baja calidad y ‘pobretonas’.




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Es el único vestigio de una serie de chalets que, fuera de cualquier plan municipal de urbanismo, se levantaron en los años 60 en la curva del río, al final de la Avda. de Cabo de Gata, llamado ‘el Quinto Pino’.


Durante 40 años, fue un lugar recóndito y carente de urbanización. La construcción y avance del Paseo Marítimo hizo que desparecieran poco a poco. Hoy sólo queda el de la foto, abandonado hace años.




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Calle Terriza: Es una vía muy céntrica y transitada de la ciudad. Parte de calle Alcalde Muñoz, frente al portón lateral de la iglesia de San Sebastián, y acaba en la Rambla, frente a La Salle. Sus casas más antiguas son como ésta. Abierta tras la urbanización del barrio de Las Huertas, sus casas eran solariegas, con bajos, altos, terrao y un hermoso jardín que comunicaba con calle González Garbín. Pero de esas quedan ya muy pocas.




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Refinería de Romero Hnos.: En 1873 se descubren unas minas de azufre, unos terrenos situados entre los municipios de Benahadux y Gádor. En aquella Almería decimonónica, de labor agrícola, era muy valioso para la eliminación de hongos en la uva. 

El mineral se llevaba a lomos de mulas hasta los hornos de calcinación, situados a la entrada de Almería por el Norte. Propiedad de una sociedad inglesa, tras la guerra civil fue comprada por Romero Hnos. Hasta 2.500 toneladas anuales producían en los años 50 que se vendían en sacos de 50 kg. Se empleaba para eliminar las plagas de las parras. Aún quedan las chimeneas como vestigio.





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Es el único vestigio que queda del boulevar que antaño era la continuación del Paseo hasta el Puerto. En éste había unos arbolitos que son los actuales grandes árboles de las aceras. El Boulevar era un espacio de densa arboleda, de la que sólo queda este monumento vegetal.


Cuando el 1957 el alcalde Pérez Manzuco mandó suprimir el Boulevar y darle la misma estructura que al Paseo, centenares de grandes árboles se cortaron, sin más. Sólo sobrevivieron el árbol de caucho y una palmera recientemente eliminada. 




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Calle Descanso: Es una de las calles más genuinas y bellas de Almería. Parte de un lugar tan emblemático como la falda de la Alcazaba, de la calle Almanzor y, tras descender de una manera casi vertiginosa, desemboca en la primera avenida que hubo en la ciudad: la Almedina. El único comercio que hay en ella es el popular bar Candelas.


En la calle Descanso se alternan las casas tradicionales de Almería, de bellas fachadas pulcramente encaladas, con algún solar con vegetación autóctona, como el de la foto. Estampa de la Almería decimonónica.




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Bello caserón el que vemos en la imagen, con fachada de piedra, puertas y ventanas de idéntico tamaño y balcones a cielo abierto. Especialmente llamativo es el que hace esquina entre las calles Real y Trajano. En otro tiempo hubo una churrería en los bajos ante la que se formaban colas, sobre todo los domingos, que dificultaban el tráfico por calle Real. Hace un par de décadas fue cuidadosamente restaurado.




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Les suena el bello edificio decimonónico, ¿verdad? Es el bello caserón que hay saliendo de la Plaza hacia el Paseo, en calle Aguilar de Campoo. Elegantísima su fachada y sus balcones, en contraste con las casas vecinas. En 1897 finalizaron las obras del Mercado de Abastos. Se pasó a urbaniza los alrededores y se abrió la calle que lo comunica con el Paseo, a la que se llamó Marqués de Aguilar de Campoo.




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Como estamos en plena cunícula y el calor aprieta fuerte, vamos a trasladarnos a la zona de playas para buscar esos ‘rincones con sabor a pueblo’ de los que cada vez quedan menos en la capital. Vamos a las playas.


 Así de inhóspita y ‘pueblerina’ era la playa de Almería hace un siglo, a poco de construir el Cable Inglés. Totalmente solitaria, sólo con algunas naves para los trabajadores. ¡Quien la ha visto y quien la ve!   




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Veíamos una imagen de la primera playa con la que se encontraban los almerienses de hace un siglo, triste y solitaria. Ahora vemos el final de la línea costera en los años 60, cuando ya comenzaban a aparecer ‘rascacielos’. Si les sirven como referencia la Térmica y la residencia de Mayores, fíjense hasta donde llegaba la urbanización costera: hasta el edificio Playmar. Aún la vega se extendía por primera línea de playa.




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Durante muchos años, la playa de referencia de los almerienses fue la del Club Náutico. Desaparecidos los balnerarios que en ella había, los bañistas se aglomeraban en la pequeña franja de arena que en ella había.  En los años 60, ir a la playa era ir al Club Náútico, la más cercana al centro. Había que ir tirando de sombrilla y sillas. Fíjense cómo estaba de gente. Sería el 18 de Julio, día en que todo el mundo iba a la playa. 




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Si durante muchos años hubo un chalet emblemático en primera línea de Almería, este fue la ya desaparecida Villa Pepita. La familia Cano tuvo la visión de futuro de adquirir estos terrenos en un lugar de privilegio. No era sólo el chalet, una bellísima vivienda colonial. Había gran cantidad de jardines y parterres que lo rodeaban y todo ello amurallado, para dar más misterio a su interior. Aguantó hasta final de siglo. 


  

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Así comenzaron las playas de Almería los años 70 del siglo pasado: algunos viejos chalets de principios de siglo con horribles ‘rascacielos’ que poco a poco se adueñaban de la primera línea de costa. Lo vemos en la foto. 


El chalet ‘con sabor a pueblo’ tenía una deliciosa terraza para tomar el sol o el fresquito por la noche e incluso una pista de tenis y casetas para bañistas en los bajos. El edificio Los Tritones, sólo cemento.




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En los años 70 llegó el turismo a Almería. Y aquella ciudad con sabor a pueblo’ comenzó a perder sus señas de identidad y a derribar casas de planta baja para levantar altos edificios sin criterio urbanístico alguno. 


En la playa fue peor que en el centro. Se urbanizó primera línea, virgen hasta entonces, con ‘rascacielos’ de 10 alturas. Fíjense qué contraste entre el edificio Playmar y las casas que daban a la carretera.




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Si no fuera por la afortunadamente ya desaparecida Residencia de Mayores, nadie reconocería la playa de la Térmica hace 50 años. Ya que estamos recorriendo rincones ‘con sabor a pueblo’ este parece uno de ellos.

Hasta la construcción del Paseo Marítimo, a finales de los años 80, las playas de Almería era casi vírgenes: arena y agua, sin servicios ni accesos. Y fíjense cómo se ponían de gente los domingos y días de fiesta




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Aunque no s elo crean, así era la playa de la Térmica hace tan sólo medio siglo, 50 años. Para acceder a ella, había que salvar un buen desnivel, un socavón que las olas formaban durante el invierno, y ganar la arena. 

Ya que estamos con el ‘sabor a pueblo’, no me digan que no parece la imagen de un pueblo recóndito. Las huertas y cultivos llegaban hasta la misma playa y sólo una estrecha carretera los separaba del mar.




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Pocos son los chalets de estilo colonial que aún perviven en la concurridísima zona del Zapillo. Su urbanización comenzó tímidamente en los años 50 y se acrecentó en los 60. Chalets de una planta rodeados de jardín.

Hoy día, son casi testimoniales. Algunos siguen en pie en la zona de Las Conchas pero la mayoría han dejado su parcela para la construcción de altos edificios. Este sobrevive rodeado de grandes moles.  




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Curiosísimo el chalet que podemos contemplar en la calle Melilla, en la playa de Las Conchas. De construcción tradicional (vivienda de bajos y altos rodeada de jardín), una gran yuca se alzaba ante su fachada. Y como no era cosa de cortarla cuando se levantó la valla separadora, pues ésta fue interrumpida al llegar a donde se alzaba el viejo y majestuoso árbol. Ecológica y plausible solución de respeto mutuo. 




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Por más que he buscado chalets coloniales ‘con sabor a playa de pueblo’ en primera línea de playa, dando directamente al Paseo Marítimo, no he encontrado ninguno. Los grandes bloques de 8 ó 10 plantas ocupan su lugar.


Aquellos viejos chalets construidos en los años 50 ó 60 sólo sobreviven en algunas calles que dan a la playa en la zona de Villagarcía y Las Conchas; y muy pocos, no se crean. Como este de la calle Gª Cañas. 




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En la calle Sorrento sobreviven unos pocos chalets de una planta aunque ya no tienen jardín. Elegante y bien conservado, el de la imagen tiene una curiosa balconada corrida a lo largo de la planta alta y un porche. 


La zona de Las Conchas fue la primera en urbanizarse con chalets cercanos a la playa. Eran los años 50 y el concepto de que por mar sólo venían desgracias (invasiones, enfermedades) comenzaba a cambiar.




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Otro de los pocos chalets ‘con sabor a playa de pueblo’ supervivientes en las cercanías del mar es el de la imagen aunque, como prácticamente todos los que quedan, está encajonado entre altísimos bloques de pisos. 


Ubicado en la calle Las Conchas haciendo esquina, luce en su fachada una bella balaustrada en el balcón de la planta alta y tiene un pequeño jardín ante la puerta de entrada. Pocos de estos quedan ya.     




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Bastante parecido al que vimos ayer es este chalet ‘con sabor a pueblo’ en las cercanías de la playa de Las Conchas. Está ubicado en el número 19 de la calle Motril y también hace esquina. Es raro que sobreviva.


Tiene una balconada corrida en la planta superior, a la que llega un jazminero plantado en la planta baja que, a buen seguro, dará un delicioso aroma a sus moradores en las plácidas noches veraniegas.




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Debe ser el único de los viejos barecillos que existían hace 50 años en primera línea de playa que ha sobrevivido, aunque muy cambiado y con negocio aumentado. Pero lo que a nosotros nos interesa es la construcción.


El caserón, al final de la calle Gª Cañas, tiene al menos medio siglo de vida. Típico de la época, con piso superior redondeado y hermosa terraza. Era el único bar que había en primera línea de playa por allí. 




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Las casetas de baño eran algo corriente en las playas de Almería. Situadas en los bajos de los viejos chalets coloniales, se alquilaban a veraneantes para que dejaran allí sus enseres y no tuvieran que llevarlos diariamente. Ir a la playa en taxi o en bus era suficientemente engorroso para encima ir cargados con sombrilla, silletas y ropa. Pues se dejaban en la caseta y listo. Sólo quedan hoy las de la foto, junto a ‘Los Tritones’.




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Continuamos en las inmediaciones del Paseo Marítimo para visualizar esos antiguos chalets o casas de tipo colonial que llevan allí, en algunos casos, desde los años 60.


Es el caso de estas dos deliciosas viviendas de la calle San Miguel, así llamada en recuerdo al balneario que allí hubo. Bellas y cuidadas las fachadas, con balcones y terrazas pero rodeadas de altos edificios. 




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La perspectiva de la imagen permite ver bien la situación en que han quedado actualmente los tradicionales chalets de la playa de Las Conchas: verdaderos oasis rodeados de altos edificios de demasiada altura.


El de la imagen, ocupa la parcela que hace esquina, de tan sólo dos alturas y con una envidiable terraza en la planta alta que sirve a su vez de porche para la entrada. ¡Qué poquitos quedan ya de estos!




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Si nos alejamos un poco de las playas del Zapillo, es posible aún encontrar chalets de estilo colonial en primera línea de playa. Es el caso de éste de la imagen, de delicioso sabor marinero situado en Costacabana


Allí todos los chalets son de una o dos alturas, ya que la cercanía del Aeropuerto impide subir más. Edificada en 1969, tras la inauguración del Aeropuerto, entre éste y la playa, es un verdadero oasis de paz. 




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Acabamos hoy nuestros paseos por la playa con el único vestigio de los viejos chalets que, fuera de cualquier plan de urbanismo, se levantaron en los años 60 al final de la Avda. de Cabo de Gata, llamado ‘el Quinto Pino’. Durante 40 años, fue un lugar recóndito y carente de urbanización. La construcción y avance del Paseo Marítimo hizo que desparecieran poco a poco. Hoy sólo queda el de la foto, abandonado hace años.   




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Iremos ya dejando los antiguos chalets en la cercanía de la playa y lo vamos a hacer con este de calle Jaúl. Con bajos y altos, de exterior pintado de blanco, una original balconada haciendo esquina y un delicioso jazminero.




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Nos vamos a asomar al inicio de nuestro delicioso Paseo Marítimo. Pocos existirán tan bonitos y cuidados. Comenzado a constuir para estar acabado en 1992, fecha emblemática en España, se finalizó en una primera etapa hasta El Palmeral. Luego se fue haciendo un poquito cada año y ahora esta a punto de llegar al río.




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Recordamos como eran hace medio siglo las playas sobre las que se contruyó a principios de los años 90 el Paseo Marítimo. Primero una imagen de la playa de San Miguel. Sólo arena y accesos a la playa de lo más dificultoso, aunque no se vean. El ‘sabor a pueblo’ lo da el entonces popular y concurrido Club Náutico, antecesor del actual Club de Mar, ubicado allí. Parece una playa de pueblo con un chiringuito y era la más concurrida de Almería.


Después, nos acercamos al centro y, hoy día, llegaríamos al Cable Inglés y al Puerto. A principios del siglo pasado era un simple embarcadero. Otra de las playas que había en Almería aunque la gente no iba a ella. La construcción del Puerto hizo que se perdiera. 





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Regresamos al centro de la ciudad. Lo hacemos con esta imagen de la calle Navarro Rodrigo, a un bellísimo y bien conservado caserón solariego situado frente a la Diputación. Compuesto de bajos y dos plantas, aquéllos son locales comerciales ocupados por tiendas mientras que las dos alturas son casas particulares. Bellas balconadas a cielo abierto ornamentan aún más la fachada.




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Es una de las calles más estrechas de Almería, con un encanto especial y casas perfectamente conservadas en ambas aceras. Obviamente se halla en el Casco Antiguo de la ciudad. La mejor manera de entrar en ella es hacerlo por Plaza Urrutia, ante la puerta lateral de la iglesia de San Pedro.


A la izquierda queda un trocito muy corto, hasta calle Siloy; y a la derecha conduce hasta la calle P. Alfonso Torres. En ewsta calle y las cercanías hay varios bares y bodegas. Es enteramente peatonal ya que no caben coches por ella.



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Pues lo que parece una casa más de las cercanías a calle Murcia guarda en su interior una verdadera joya del patrimonio almeriense: la primera plaza de toros que en Almería hubo. Estuvo funcionando 40 años (1848-1888).


En 1845 se solicitó su construcción que duró 3 años. Era un anfiteatro sin galerías cubiertas, de un diámetro de 28 m. El ruedo tenía la barrera de grandes tableros y postes de cantería. Callejón y burladeros eran de obra.




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Parece un milagro que aún existan en el centro de Almería calles y casas como la de la imagen. Como puede verse en el rótulo es la calle Obrador. Prácticamente, la de la foto es la única casa solariega que hay en ella. Es muy cortita. Comunica calle Silencio con calle Salitre, fente al Patio Gordito, todas ellas por las inmediaciones de la calle Murcia. Debe su nombre a un antiguo obrador de panadería que en ella hubo.  




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Pues no, no es ningún caserón de ningún pueblo uvícola, aunque se vean las parras en un solar contiguo a ella. La imagen es de la céntrica calle Relámpago; comunica las calles Murcia y Esperanza de forma zigzagueante.


En ella es posible encontrar caserones como el de la foto que, aunque no está en buen estado de conservación, tiene acceso a una huerta con sus parras y todo. Toda una rareza en pleno corazón de nuestra ciudad.



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En los barrios periféricos de Almería (La CañadaEl AlquiánLos Molinos...) quedan bastantes ejemplos de esos rincones con sabor a pueblo. No hay que salir de la carretera que los cruza para ver ejemplos como el de la foto. La vivienda que vemos está en carretera de La Cañada nº 191. No sé si llamarlo chalet, cortijo o simplemente casa. Es de planta baja aunque rodeado ya de altos edificios y con una curiosa elevación sobre el nivel de la calle.




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En la barriada de Regiones, levantada en los años 40, podemos ver bastantes ejemplos de casas y rincones ‘con sabor a pueblo’. No hace falta callejear por sus estrechas y zigzagueantes calles para dar con ellos. El chalet de la imagen está en calle Baja de la Iglesia. Es de una sola planta pero con una deliciosa terraza cuajadica de flores y con una moderna buhardilla en él. Muy fresquito se debe estar allí las noches del verano.




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Para celebrar los cien rincones capitalinos con sabor a pueblo, un ornamento emblemático de Almería: el Sol de Portocarrero, ubicado sobre el muro lateral de la Catedral en calle Cubo. Fue adosado a la muralla Sur catedralicia en el siglo XVI, cuando el Obispo de la Diócesis era Diego Fernández Villalán; luego este debía ser su nombre pero ya no hay quien logre cambiar la denominación popular. Es un sol con numerosos rayos enmarcado en una corona ornamentada.




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Creo que me ha salido bonita la foto nocturna de la zigzagueante calle Cubo, tan estrecha y corta como bella. Comunica la Plaza de la Catedral (mirándola a la izquierda) con la Plaza Bendicho. Deliciosa y encantadora. Está delimitada por el muro Sur de la Catedral y uno de los cubos mientras que en la otra acera se ubica la terraza del Hotel Catedral y la fachada lateral de una della casa solariega de tres plantas. Un rincón bellísimo.




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Ya que estamos por la Catedral, vamos a fijarnos en su torre y campanario, a la derecha de la fachada. Muy cerquita se ve, para lo alto que está, ¿verdad? Es que la foto está tomada desde el terrao de la Casa Sacerdotal. Ordenó levantarla el obispo Portocarrero y se finalizó a comienzos del siglo XVII. En ella hay ocho campanas realizadas en distintas épocas, siendo las más antiguas las de la espadaña, fundidas por José Corona en 1781.



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Curiosa esta historia. Es la Ronda del Beato Diego Ventaja, que comunica Plaza Bendicho con calle Velázquez. Durante tres siglos fue el patio interior del palacio de los Puche, ya que sus propietarios tapiaron la entrada y salida de la actual calle, imposibilitando así la circunvalación de la Catedral. A finales del pasado siglo, derribaron las dos tapias y abrieron al rotonda a la gente. En ella se halla el Museo de la Guitarra.




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Curiosa imagen la tomada desde el parque de Nueva Andalucía de la iglesia de Ntra. Señora de Montserrat. Nadie sabe exactamente el porqué la hicieron con ese aspecto de pagoda oriental, pero el caso es que ahí y así está desde el 28 de Abril de 1984 en que fue construída para sustiuir a la que provisionalmente estaba en la calle Torres Naharro desde 1976. La cercanía de varios parques y zonas de arboleda hace que se puedan sacar originales fotos como esta de la iglesia más extraña que hay en nuestra ciudad. 




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Ínfima y estrecha calle la que el descubridor de América para el mundo occidental, Cristóbal Colón, tiene dedicada en Almería. Apenas mide 50 ó 60 metros de largo y ya ven que de ancho cabe un coche justito. Discurre paraela a la calle Murcia; a ella se entra por calle Huérfanas y se sale por la popular calle Amapola.


Como pueden ver, no hay ningún comercio en ella y apenas tres hileras de casas con bajos y altos y alguna de ellas con elegante rejería en sus ventanas. Es una de esas calles que nos trasladan a un plácido pueblecito.



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Curiosa y difícil de tomar la siguiente foto. Está tomada en la calle General Segura, donde estuvo la redacción de LA VOZ hasta su traslado a Avda. de Montserrat. La susodicha calle comunica el Paseo con la Rambla. Pues bien, llegando al Paseo hay un solar tapiado y, tras la tapia, hay que levantar la vista y podemos ver esta estampa de un edificio con aspecto decimonónico, rejas en las ventanas y algunos altos árboles en el jardín trasero. La estrechez de la calle hizo que no pudiera alejarme más para tomar la foto.




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Bellísima la esquina del antiguo aunque bien conservado caserón que hace esquina entre las céntricas calles Reyes Católicos y Minero. Un lugar por el que los almerienses estamos acostumbrados a pasar pero generalmente con prisas y sin levantar la vista del suelo. Craso error, ya que nos perdemos rincones tan bellos como el que traigo a esta sección. En sus bajos estuvo muchos años una conocida librería. Acristalamiento en forma de solarium de las plantas alta y adornos metálicos son elegantísimos. 




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Curiosa imagen la tomada en la parte alta de la carretera de Ronda, ya cercana a la carretera de Los Molinos. Un arco más bien bajito da entrada a la angosta y corta calle Redonda, de la que se sale por otro arco a la barriada de Regiones. Levantada tras la guerra civil, toda ella tiene un sabor árabe con arcos, cúpulas y casas con jardín de planta baja. En ellas se instalaron bastantes damnificados de la guerra civil; de ahí su nombre primitivo: Regiones Devastadas.



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Ahora nos internamos en las callejuelas de sabor morisco y encontramos rincones como el que vemos en la foto de la barriada de Regiones


Muchas son viviendas de una o dos plantas, encaladas y con vestigios musulmanes como la cúpula que corona esta casa. Vamos, que si quitamos los coches y ponemos unos camellos, uno se cree en un pueblo de África.




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Tradicionalmente, así han sido las casas de Almería y de muchos pueblos. Fachadas con oquedades de igual tamaño para puerta y ventanas con una sola diferencia: en éstas hay rejas, completas en el bajo y media en el alto. 


La plaza es muy céntrica pero está bastante escondida. La mejor manera de llegar a ella es coger la calle Romero, que sale de calle Tiendas y al final está la pequeña plazoleta, a espaldas del hotel La Perla.




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espaldas del instituto Alhamilla se levantan desde 1955 las casas sindicales que componen la colonia antiguamente llamada ‘Alejandro Salazar’. Pues bien, en una esquina entre las calles San Juan Bosco y Pintor Fortuny encontramos este ‘rincón con sabor a pueblo’. En él se instaló hace ya tiempo un kiosco donde se pueden comprar pollos asados y degustar unas cervezas con sabrosas tapas mientras acaba de asarse el pollo. Estampa capitalina que bien podía ser de algún pequeño pueblecito. 



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Fue la primera gran avenida que hubo en AlmeríaBajaba desde los pies de la Alcazaba hasta la Puerta del Mar por la que accedían a la ciudad personas, enseres y mercancías que a nuestro Puerto llegaban.


El crecimiento de Almería a Levante hizo que la arteria principal se desplazase al Paseo y hoy día a la Rambla. Pero ese tiente añejo que tiene la entrañable y con sabor a pueblo calle Real nunca lo perderá.



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Volvemos a esa maraña de callejuelas estrechas y zigzagueantes que comunican las calles Murcia y Granada. Nos asomamos a la calle Hermanos Oliveros, delimitada por casas de bajos y altos de genuino sabor almeriense. 


Casi todas están habitadas aunque no todas tienen las fachadas en buen estado de conservación. Pero el placer y sosiego que transmite un paseo por esta entrañable vía es algo que debemos experimentar. 




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Si nos acercamos a alguno de los barrios periféricos de Almería (Los Molinos, La Cañada, El Alquián, Cabo de Gata), podemos encontrar estampas con tan añejo sabor a pueblo como la de la foto. Se trata de un caserón esquinero en la misma carretera que cruza la barriada con la carrerera Vieja, que se interna en su maraña de callejuelas. Curiosa la ventana situada en el mismo paño que hace esquina, en tan angosto espacio. Dos balconadas laterales sobresalen de las fachadas.



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Seguimos hen el entrañable barrio de La Cañada, antaño habitado mayoritariamente por agricultores y hoy día zona residencial de chalets y urbanizaciones. Pero aún quedan casas y calles con ese genuino sabor a pueblo que buscamos en esta sección. Es el caso de la angostísima calle Pozo, una de las más estrechas de Almería, sin duda, por la que no cabe un coche. Unas pocas casas dan a ella y no cabe comercio alguno. Sus fachadas están pulcramente encaladas y limpias.




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Tras el paseo por La Cañada, regresamos al casco antiguo de la ciudad; y nos detenemos en una estrechísima calle de ilustre nomenclatura: calle LiceoComunica las calles Posada del Mar con Braulio Moreno, cercanas a la calle Real. Haciendo esquina podemos encontrar este caserón de bella fachada, aunque en regular estado de conservación, con dos falsas columnitas de estilo pseudo barroco. Puertas, ventanas y balcones son de sabor terruñero, tradicionales de Almería.




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Bellísima esta vía ubicada en el casco histórico. Es la calle Emilio Ferrera, angosta, pulcramente enlosada, jalonada por bellos caserones y por la que apenas pasan coches. Se accede a ella por la calle Real, un poquito más abajo de Casa Puga, y desemboca en la Plaza Careaga. Las casas que la delimitan son bastantes antiguas aunque de elegantes fachadas bien conservadas. 



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En la calle Martínez Campos estuvo desde que se construyó el Puerto la Aduana de Almería, en el caserón que vemos en la imagen. Estuvo abandonada y prácticamente en ruinas pero fue restaurada hace una década.


Todas las casas que hay al final de esta calle son elegantes y recién restauradas, dándole a la vía un señorío que parecía haber perdido. En ella están los colegios oficiales de Arquitectos y de Ingenieros.




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En esta curiosa imagen mostramos el chalet que ocupa la esquina existente entre las calles Haza de Acosta y Loma, en la parte alta de la ciudad, por la que solemos pasar de camino a Alcampo. Lo llamativo es la diferencia de altitud entre ellas, que se salva con una empinada cuesta. Desconozco como será el interior del chalet pero debió ser complejo de construir. En los pueblos suele suceder.




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Estrechísima aunque muy recta la siguiente calle. Es la calle Palma, que nace en la calle Granada y, tras casi 500 metros de recorrido, lleva a la calle Juan de Austria. Hacia la mitad, atraviesa las más conocidas calles Cruces y Pi y Margall. La gran mayoría de casas son de bajos, altos y terraos aunque hay algunos edificios más altos que rompen la estética. De todas formas un paseo por estos rincones con sabor a pueblo más que a ciudad siempre reconforta.



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En pleno centro de Almería encontramos la conocidísima calle García Alix, cuyo final vemos en la imagen. Comienza junto a la puerta principal de la plaza, en empinada cuesta, y acaba abruptamente en unas casas.


Desde hace una década es peatonal y sólo pueden acceder a su parte alta los coches que van al párking de la Diputación. Sus casas son tradicionales de bajos y altos bien conservadas. Abundante comercio. 




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Haciendo esquina entre la antigua N-340 a la altura de la rotonda que da entrada al Puerto y la empinadísima calle Cañas podemos contemplar esta curiosa casa con forma de abanico abierto: muy estrecha en lo que es la esquina en sí y abriéndose poco a poco conforme se va alejando de la misma. Tiene tres alturas y una fachada pintada de vistoso color verde oliva. Estas soluciones esquineras son bastante habituales en pueblos pero esta la encontramos en la misma capital.




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Tenemos la costumbre de ir por la calle mirando casi exclusivamente al frente y raramente alzamos la vista por encima de nuestra cabeza. Más aún si hay comercio en los bajos de las casas que hay a lado y lado de la calle. Si lo hiciésemos, descubriríamos fachadas aéreas tan bellas como la de la imagen. De marcado corte neoclásico, este caserón de tres alturas hace esquina entre las calles Méndez Núñez y Reyes Católicos. Bonita, ¿verdad? Pues miremos hacia arriba en nuestros paseos.



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Vamos a dar un paseo por una de esas plazas escondidas aunque bellas que hay en la ciudad. Esta en concreto está cercana a la parte alta de la Rambla y le da nombre uno de los mejores pintores que ha dado nuestra tierra, Juan Ruiz Miralles. Hay que reconocer que el artista quizá merecería que la plaza a la que da nombre estuviese más cuidada. Su urbanización consiste en un islote central con césped y tres árboles bastante chunguillos. Bueno, también hay cuatro bancos... de sentarse, no de los de dinero. De esos no hay ninguno.


Circunvalada por altos edificios, sus bajos son garajes, no habiendo ningún comercio en ella. Y fíjense qué amplia y espléndida biografía tiene quien le da nombre. Nació en Almería en el año 1930. Con sólo 9 años se inició en la pintura y a los 14 comenzó su formación artística en la Escuela de Artes de Almería, donde estudió seis años. De aquí marchó a la Escuela Superior de Bellas Artes de Sevilla. Allí simultaneó sus estudios con la ejecución de trabajos artísticos y decorativos.




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Finalizamos de momento estos rincones de Almería que parecen de algún pueblo. Para despedirnos, vaya esta imagen de la ermita del Río Andarax, tan bella como desconocida y abandonada. Se ubica en la carretera del Mamí, a la izquierda de la rotonda del Hospital Virgen del Mar, tras la gasolinera. Está vallada y no se puede acceder a ella, en los terrenos de un cortijo abandonado. Volveremos pronto con esta sección.   






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