La fuente que unió los dos parques

La fuente de los Peces resolvió en 1957 el espacio que separaba el Parque Viejo del Nuevo

Vista del parque en los primeros años sesenta con la fuente de los Peces recién construida. Todavía no habían tirado la casa del bar la Marina.
Vista del parque en los primeros años sesenta con la fuente de los Peces recién construida. Todavía no habían tirado la casa del bar la Marina. La Voz
Eduardo D. Vicente
22:32 • 18 jun. 2018

Cuando se terminó de construir el Parque Nuevo, una de las grandes obras que abordó la ciudad en los años de la posguerra, quedó un gran anchurón a modo de plaza que separaba el escenario moderno de lo que era el Parque Viejo. Ese anchurón rompía la idea  de concebir un gran Parque por lo que para que los dos espacios estuvieran unidos las autoridades tomaron la decisión de construir una fuente artística que sirviera como enlace.




El lugar merecía un esfuerzo ya que se trataba de un sito muy transitado por estar en la desembocadura de la calle Real hacia el puerto, cuando la calle Real y el puerto formaban parte del corazón de la ciudad. En aquel tiempo, eran los últimos años de la década de los cincuenta, todavía sobrevivían las casas de planta baja y el primitivo edificio donde estuvo el histórico bar de la Marina, antes de que construyeran sobre su solar un gigantesco edificio.




Cuando la instalaron, y los peces de piedra que la adornaban empezaron a surtir por la boca chorros de agua que no cesaban ni de día de noche, la gente programaba visitas y celebraba sus sesiones fotográficas frente a la monumental fuente de los Peces, que en 1957 se convirtió en un gran espectáculo.  Allí iban los almerienses a retratarse: las familias con los coches de los niños, las parejas de novios en las tardes de los domingos, los reclutas que bajaban del Campamento hambrientos de ciudad, las muchachas que agarradas del brazo aprovechaban el Parque para cruzarse con los muchachos.




La fuente de los Peces fue una idea del entonces alcalde, Emilio Pérez Manzuco, para embellecer el espacio que había quedado entre los dos parques con un monumento que sirviera de nexo.  Después de la ejecución de las obras del Parque Nuevo, había quedado un espacio muerto entre ambos, en una zona estratégica por ser una puerta de entrada al andén de costa y al centro de la ciudad a través de la calle Real. Había que inventarse un monumento que uniera las dos grandes zonas verdes y que se convirtiera en referencia de los ciudadanos; con esa idea surgió el proyecto de la gran fuente.




La fuente de los Peces se levantó en un solar que había quedado lleno de ruinas en los años de la guerra. Era una zona rica en historias porque allí estuvo ubicado uno de los establecimientos hosteleros más populares de la ciudad en los años veinte y treinta, el Café Miramar, que sobresalía entre las casuchas de la zona, frente a la antigua Comandancia de Marina.  En la guerra toda esa zona próxima al puerto quedó desolada y llena de destrucción. En 1940 hubo un intento de recuperar ese espacio, instalando una cruz como monumento a los caídos que sirvió de icono durante la celebración del ‘Día de la Unificación’ en abril de ese año. La cruz estuvo erguida allí durante un tiempo, hasta que se decidió que los caídos por el bando nacional merecían al menos un mausoleo y se acordó levantar uno detrás del convento de las Claras.




La construcción de la fuente humanizó la pequeña plazuela al sur de la ciudad y sirvió para unir los dos parques, tal y como se pretendía. Sin embargo, siempre tuvo que batallar contra la dura competencia de la carretera nacional que la rozaba. Enfrente de la fuente sobrevivió durante décadas un viejo surtidor de gasolina que era el mejor ejemplo del sitio estratégico que la zona representaba en el camino hacia Málaga.




La fuente de los Peces vivió sus días de gloria en los tiempos en los que la Feria se hacía en el Puerto y en el Parque. En 1983, fue elegida por el artista Rafael Santiago para concursar en el cartel de Feria. Se llevó el primer premio con un dibujo de la fuente que simbolizaba el retorno del recinto ferial a la zona del Parque.




Antes, en 1978,  la popular Guía Telefónica, que era el libro que no faltaba en ninguna casa, había escogido el monumental surtidor como imagen de portada. La guía la llamaba ‘la fuente del olvido’ porque según contaba, cuando la hicieron olvidaron colocar el mecanismo necesario para conducir el agua hasta los peces que la coronaban.


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