Un hombre entregado al deporte y al periodismo de a pie

Ambrosio Sánchez Amador

  • Antonio Hermosa

Nos ha dejado un hombre bueno. Ambrosio Sánchez era una persona entregada a los demás, que tenía dos aficiones que le llenaban de alegría: el baloncesto y el periodismo., además de su plena dedicación a su mujer y a sus tres hijos.


Lo conocí poco después de llegar a Almería en el año 1983. El me introdujo en el ambiente del básquet almeriense. Sabía que había venido de Madrid y que mi deporte favorito, y el que practicaba desde muy niño, era también el baloncesto.


Enseguida me puso en contacto con otros jugadores, y me rebautizó con el nombre de Toto Hermosa. Nunca nadie me había llamado Toto, pero él me adoptó deportivamente con ese calificativo. Incluso, me hizo fichar por el equipo del Colegio de La Salle, pero mi trabajo en los periódicos me absorbía todo el tiempo de lunes a sábado, y me impedía participar en la mayoría de los entrenamientos y de los partidos. 


Ambrosio me ofreció una alternativa, y nuestra relación se fomentó aún más gracias a las mañanas de todos los sábados, cuando nos veíamos en el pequeño pabellón del colegio Luis Siret del Bario Alto de Almería. Él, que primero había sido jugador y, después, entrenador y directivo, llegando a conseguir cinco títulos consecutivos en diferentes categorías con los equipos de este colegio, organizaba partidos con todos los amantes de este deporte que nos dábamos cita en este centro educativo. Echábamos con otros jugadores, y con un grupo de niños y niñas del barrio, largas sesiones de baloncesto, en una cancha donde las canastas no eran de minibásquet, ni tampoco de baloncesto senior, debido a la poca altura de los techos del pabellón de este colegio almeriense, situado en la Avenida de Santa Isabel, junto a la Iglesia de San José. Aunque lo recuerdo con satisfacción, porque la altura de los aros era excepcional para poder hacer unos buenos mates, simulando a los mejores jugadores de la NBA norteamericana. En esas pachangas deportivas, que fomentaban los valores de amistad, solidaridad y compañerismo, conocí aún más a un Ambrosio Sánchez que se desvivía por los demás, que buscaba ayudar a muchos jóvenes almerienses a través de la práctica del baloncesto. Algo que le llevó a ser reconocido en toda la provincia y que le acompañó durante toda su vida. Algunos días, por el Luis Siret, también venían sus otros hermanos. Habitualmente el menor, y Pascual, que nos dejó hace algún tiempo, y que fue otro de los puntales del baloncesto almeriense, llegando a presidir durante bastantes años el Club Baloncesto Almería.


Periodismo

Además, con Ambrosio también compartí  otra gran afición: el periodismo. Yo llegué a Almería para hacer prácticas en el Ideal, después estuve seis meses en La Crónica y, cuando en 1984, me contrató La Voz de Almería, me reencontré con el Ambrosio  periodista  y sus crónicas de baloncesto y de otros deportes minoritarios. Fue la voz de muchos equipos y muchos jóvenes que encontraron en el deporte la mejor forma de crecer en valores.


Ambrosio se va con más de 200 premios y reconocimientos. Pero el mayor valor que me brindo en nuestra relación fue el ser mi amigo.


Descanse en paz.