A mi hermano del alma

Esa tristeza sigue latente en nosotros en muchos de los momentos vividos

José Antonio Fernández Muñoz

  • Pedro

Querido hermano Pepe, hoy 30 de diciembre hace tres años que nos dejaste a todos sumidos en un gran dolor y pena. Te marchaste después de un periplo de larga y dura enfermedad y aún en la disconformidad de la aceptación de tan triste y verdadera situación fue, sin duda alguna, el mejor final a tan dolorosa situación y sufrimiento hacia tu vida.


Tú descansaste de tanto dolor, tanta prueba, tanta resignación. Te liberaste de algo que no tenía solución y lo hiciste en el más absoluto silencio. Sin sufrimiento, sin dolor, sin alardes de agonía. Fuiste prudente y humilde hasta para morir y acabaste tus días en esta vida con la grandeza que te ha caracterizado siempre y de los que te hemos querido nos hemos sentido y seguimos sintiendo orgullosos.


A día de hoy, después de tres años, esa tristeza sigue latente en nosotros en muchos de los momentos vividos en los que no te tenemos entre nosotros. Lógicamente esa tristeza está más atenuada por la aceptación y por el pensar en que esto es un tránsito por el que todos tendremos que pasar y con el consuelo, o al menos en esas creencias nos han educado, de que volveremos a encontrarnos para volvernos a abrazar.


Una Navidad más que no te tendremos entre nosotros. Con tu mujer, tus hijos, nietos. En resumen, con todos los que conformamos esta familia. Una Navidad de la que solo perdura el nombre porque el sentido y significado de la misma dejó de serlo cuando añoramos la ausencia de todo lo que ya no está entre nosotros. 


Solo desearte que sigas disfrutando de la paz del Señor y, hasta que nos volvamos a encontrar, te envío un fuerte abrazo.


Tu hermano Pedro.


Descansa en la paz del Señor.