Orgullo de hermano

“Te querré eternamente y te deseo toda la paz que te mereces junto a nuestros seres queridos”

Antonio Fernández Muñoz ‘Antonio Damas’

  • Tu hermano Pedro

Querido hermano,

Estoy escribiéndote y no salgo de mi asombro cuando lo que deberíamos estar haciendo en estos momentos seria estar sentados frente a frente, en nuestro local, nuestro estudio, tú con tu cerveza, yo con mi zumo y discutiendo porque canción empezar a cantar.


Siempre cantábamos lo que yo quería y tú por no desairarme aceptabas con lo que yo quisiera.


Seguramente ya no tendrás con quien disentir allá donde te encuentres. Tomaste quizás, para ti, la mejor decisión. El marcharte, el dejarnos, el descansar, el no tener más dolor. Pero al hacerlo, nos dejaste un gran pesar y un vacío que tardaremos en volver a llenar y que será por supuesto irreemplazable.


El dolor se mide en leve cuando se quiere poco, en más severo cuando el amor es más fuerte y en indescriptible cuando se quiere con el alma, y el alma, es el máximo exponente de los sentimientos que tiene el ser humano. Y tú, hermano, te has llevado un trocito de mi triste alma que llora tu ausencia y extraña tu presencia.


Ya los días no son lo mismo sin ti, mi café de la mañana no tiene el mismo sabor, ni siquiera la lectura que sabes que tanto me gustaba a tu lado tiene el mismo sentido. Me falta tu voz, tu presencia, tus risas, tus caídas. Incluso tus regañinas cuando querías que nos fuéramos y yo seguía leyendo la prensa.


Cuanto hemos disfrutado estos últimos años juntos los dos, teníamos las mismas ilusiones, las mismas perspectivas, los mismos objetivos. Cuanto hemos llevado a cabo para satisfacción nuestra, a cuanta gente buena hemos conocido que se han podido cruzar en nuestro camino.


Que orgulloso te sentías de mí cuando me presentabas a algún amigo tuyo. Siempre vanagloriándote de tu hermano. Y tú sin saber que el que realmente se sentía orgulloso de tenerte como hermano era yo.


Nunca me defraudaste, jamás me diste de lado, siempre conmigo. Queriéndome, apoyándome. Cuanto he aprendido de ti, aun siendo menor que yo me has dado una lección de vida, de entereza y valentía ante la adversidad. Jamás te has quejado de tu enfermedad, incluso en tus últimos momentos.

Mi resignación y aceptación es saber que a tu manera has vivido como has querido. Has trabajado en lo que te ha gustado, en la música, como tu decías “tu vida”  y has dejado el legado más preciado y hermoso que un ser humano puede dejar a su paso por esta vida, una gran familia, una gran mujer y esposa, hijos, nietos y nieta los cuales llevabas a gala.


Me quedo con el reconocimiento de tanta y tanta gente  que te ha querido y ha sentido tu partida, y el orgullo de haberte tenido como hermano.

Me gustaría recordarte una estrofa de la canción que tanto te gustaba que te cantara y que dice:


“Me parece mentira el haberte

querido como te he querido yo.

Me parece mentira encontrarme

tan solo como me encuentro hoy.

De qué sirve la vida, si a un poco de alegría

le sigue un gran dolor.

Me parece mentira, que tampoco esta noche

Escuchare tu voz.


Y gracias por haber compartido conmigo a dúo nuestra canción que tanto y tanto hemos cantado.


Toda una vida

Me estaría contigo

No me importa en qué forma

Ni como, ni cuando

Pero junto a ti


Y como si fuese un presentimiento, quedo grabada. La oiré, cerrare los ojos y me haré a la idea de que te tengo frente a mí.


Por eso, hermano mío, espérame. No la cantes con nadie, porque esa canción es patrimonio nuestro.


Te querré eternamente y te deseo toda la paz que te mereces junto a nuestros seres queridos en el seno del señor.