Hace tres años que nos dejaste. Te marchaste tranquila, despacio, sabiendo que después de tantos años de lucha lo habías dado todo intentando vivir, luchando por una esperanza.
No pudo ser y en esa batalla nunca estuviste sola: tu familia, tus amigos, tus vecinos, el barrio entero se había volcado a tu lado. Yo mismo que tantos días y horas había vivido contigo esa batalla que fatalmente nos superó. Sabíamos lo que estaba ocurriendo y jamás tuvimos la sensación de perder el tiempo en esta lucha pero al final nos abandonaste con la mejor de tus sonrisas y con la esperanza de un futuro mejor para todos y todas los que estuvieron junto a ti.
Fuiste una maestra enorme, fuerte, una hermana maravillosa, una hija modélica una gran amiga para tus amigas y amigos. Luchaste, no te dabas por perdida, animaste, vivías y hacías vivir a todos y todas. Eras feliz y habías sido feliz. Valga este pequeño homenaje para que sepas que, aunque ahora atravesamos por momentos de gran inseguridad, peleando contra enemigos apenas visibles, tu recuerdo hace que se aprecie mucho mas la vida que tenemos y que en ella, como tu muy bien decías, vamos pasito a pasito y mirando de frente. Con esta actitud sabemos que alguien no muere del todo hasta que no se olvida y nosotros te llevamos siempre en el corazón donde estás muy presente.
Como siempre decimos a modo de despedida: ”Desde el corazón, aletea libre inolvidable mariposa”. Espéranos en el cielo. Guárdanos un sitio a tu lado.