¡Papá te echamos de menos!

Maica López Díaz

Antonio López Rueda

  • La Voz

Siempre me he emocionado leyendo un cachito de historia de algún hijo a su padre o madre.


Siempre que he asistido a una boda, me he emocionado por como coge del brazo una hija a su padre y mas aun cuando se han dedicado un baile…


Yo por poco no llegué.


Con un nudo en la garganta y pasados ya un par de meses de tu marcha al cielo empiezo diciendo;


Nació en su querida Alcalá la Real (Jaén) huérfano de padre y hermano pequeño de cuatro, bien joven migró a Barcelona incansable trabajador movió cielo y tierra, acompañado de su madre (mi mama Trini ) hasta llegar a lo más lejos en un puesto de lo mas envidiable cuando en aquellos entonces se ascendía por valía y eficiencia en una empresa como OTIS,.. y tan incansable trabajador! ¡una cincuentena de años cotizados …!


En un destino hacia Almería donde conoció a mi madre, mujer madrileña, que vino a cambiar de rumbo por un mal amor, la espiaba desde su ventana y en un guateque de la zona de Oliveros donde alternaban en un bar, un tal “Baradero” allí hicieron migas…y muy buenos amigos. 


Aunque tardía su elección amorosa puesto, (según amigos de mi padre) era un don Juan, pero con la caballería de entonces, tuvo buen ojo y la espera valió la pena, con ella no se lo pensó y contrajo matrimonio, fruto de ello nacimos tres aparentes insurrectos; dos chicos y yo, la niña de sus ojos y escribiendo esto ya me ha salido la lagrima.


Y como padre, no es que fuera cariñoso, lo describiría más como si te hablase siempre un refranero conocedor de toda filosofía, por cierto, con mucha gracia porque no atinaba un refrán bien dicho.


Recuerdo historias graciosas en nuestra crianza...escurridizos y rebeldes hijos, pero no sé cómo llegaste a ponernos rectos. Aquellos viajes por España en vacaciones tantas horas en el coche en uno de estos perdí un diente de leche en una pelea con mis hermanos...no sé qué clase de paciencia tenían esos padres de antes…


Siempre educado y caballero lo mismo alternaba un vino con un alcalde que con un albañil y con quien bien se llevara (cosa que era fácil) las puertas de su casa siempre abrían.


Era un hombre de bar, casero de juntas de amigos cariñoso y campechano, de su vinillo eterno contagiando alegría, y coplero. 

Estaba muy fuerte, de un solo abdominal una característica más por la que le conocía.


Ha sido el hombre más feliz y ha exprimido su vida hasta el fin de sus días, días amargos que llegaron cuando le diagnosticaron esa enfermedad impronunciable, la cual nadie se explica como el hombre pudo hacer para llegar a la luna, y sin embargo a día de hoy nada avanza en la erradicación de un antídoto sin pasar por mil terapias y finales fatales. 


Ocultándole la verdad tuvimos la oportunidad de blindarnos en familia, mimándolo, dándole el calor que nos permitía y llorando a sus espaldas. 


Llegado su final en casa y arropado, entre dolor y lágrimas diciéndole lo mucho que lo queríamos, aquella maldita noche del 2 de mayo de 2019 se apagó un candil que nos iluminó tantos años.


Papá y ¿Quién me cantará una copla o una ranchera? Si no eres tú..


Papá y ¿Quién me lleva a mi del brazo el día que me vista de blanco? Si no eres tú..


¡Papá te echamos de menos!


Mamá llora tu partida cada día, pero sabemos que nos mandarás fuerza…


A mi padre; a sus amigos, a nuestra familia, a OTIS, tu nieto, mis hermanos y mi madre dedico mi cachito de historia.


Entre muchas lágrimas de la niña de tus ojos…