Cajamar

MARCANDO EL CAMINO DE LA AGRICULTURA DEL FUTURO

En los últimos cincuenta años, la horticultura protegida almeriense mantiene una clara trayectoria ascendente. En este periodo hemos pasado de ser un desierto a ser una provincia con un gran crecimiento económico y social, capaz de producir más de 4 millones de toneladas de hortalizas. Las mismas que se producen en toda Alemania o un 35% más de las producidas en Grecia.

Si tuviéramos que señalar los factores que han favorecido nuestro crecimiento económico tendríamos que recoger un amplio abanico. Pero nos gustaría resaltar dos especialmente: la ambición por tener una mejor calidad de vida y la permeabilidad hacia las nuevas tecnologías.

Cuando los primeros agricultores llegaron a las nuevas zonas de cultivo del Poniente y del Levante renunciaron a sus saberes tradicionales y al tipo de agricultura tradicional que habían practicado sus padres y sus abuelos. De esta forma fueron capaces de acoger y desarrollar dos técnicas que serían fundamentales para el surgimiento de un nuevo tipo de agricultura: el enarenado y los invernaderos.

Poco después, en 1975, Cajamar puso en marcha el primer centro de experimentación de la horticultura protegida para continuar generando nuevas innovaciones que permitan producir más, y sobre todo generar más ingresos para los productores. Y todo lo nuevo que allí se obtiene, o los conocimientos del exterior que allí se validan, contribuyen a que el nuevo modelo agrícola crezca y prospere.

De aquellos años ha quedado en el ADN de los agricultores la inquietud por aprender y por seguir desarrollando y aplicando nuevas tecnologías, y por ello Almería ha sido pionera en la expansión de técnicas como la fertirrigación, el control biológico de plagas o la aplicación de bioestimulantes para mejorar el desarrollo de los cultivos.

Pero no todo ha sido alegría, bonanza y satisfacciones. En estos años también se han vivido crisis económicas, de precios, de plagas, de pedrisco e inundaciones que han afectado a muchos agricultores. Y en los momentos duros, también ha estado Cajamar, proporcionando apoyo, equilibrio y estabilidad a quienes lo han necesitado, acompañando a los agricultores, a las cooperativas y a las empresas auxiliares del campo almeriense; al tiempo que promoviendo, desde su Estación Experimental Las Palmerillas, el perfeccionamiento de lo que se denomina agricultura de precisión o agricultura inteligente con la que optimizar la respuesta productiva de los cultivos.

Para la mayoría de nosotros, la situación social y económica que estamos viviendo actualmente por la covid-19 será la más extrema de nuestra vida. Muchos países y regiones van a sufrir una crisis que será de gran intensidad y desencadenará una gran afectación. En el caso de Almería el impacto será menor, gracias al peso del sector agroalimentario en nuestra provincia. Debemos de sentirnos orgullosos. Y ponerlo en valor ante los retos que nos esperan más allá del coronavirus, como la estrategia de la granja a la mesa y la estrategia sobre la biodiversidad, recientemente adoptadas por la Unión Europea, al objeto de que el 30% de la tierra sean zonas protegidas, que se reduzca en un 50% el uso de plaguicidas y en un 20% el uso de los fertilizantes; y que un 25% de las tierras agrícolas estén dedicadas a la agricultura ecológica.

Una vez más, Almería debe poner su iniciativa, trabajo y saber hacer al servicio de unos objetivos ambiciosos, ayudando a que Europa sea el continente que más contribuya a la sostenibilidad del Planeta. Un desafío en el que nuestra provincia, con el apoyo de Cajamar, puede desempeñar un papel protagonista.

4

millones de toneladas
de hortalizas producidos

35

% más de producción que Grecia
e igual que Alemania

1975

se inaugura el primer
centro de experimentación

25

% de tierras de producción
ecológicas: objetivo de la UE

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