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- 29.05.2021
Dicen que cuando un ángel pasa al lado de un humano, lo roza con sus alas, susurra en su oído, o simplemente lo mira con esa forma especial que sólo ellos poseen, la persona recibe una dosis de cariño que traspasa la barrera de su piel o cualquiera de sus sentidos y llega hasta lo más profundo del corazón. Desearía que mis palabras de agradecimiento alcanzasen cada rincón del Hospital de Poniente, en donde tantos ángeles revolotean “tocando” con sus alas a esos desvalidos enfermos, para que, al menos durante unos instantes, sientan calor en sus helados corazones; consuelo en esos desolados y erráticos pensamientos que atormentan sus asustadas mentes y cariño en su inevitable soledad. Soy Montse Acevedo, esposa de José Sánchez, ingresado en su hospital durante más de dos meses y, en UCI, la mayoría de ese tiempo. A cada uno de los profesionales, muchos de ellos anónimos; no importa el nombre, su tarea, ni el color de su bata; a cada ÁNGEL que con su trabajo y dedicación, hizo que mi marido en sus pocos ratos de lucidez no perdiera la esperanza, se sintiera acompañado, cuidado y VIVO... ¡GRACIAS!