Federico Soria Bonilla: in memoriam

  • José Antonio Mochón García-Oliveros
  • 25.10.2020

Conocí a este entusiasta almeriense en el año 2002, siendo yo estudiante de Derecho y él un jurista de tanta experiencia como proximidad. Desde entonces, y a pesar de la diferencia de edad, surgió una sincera amistad que me brindó, durante los sucesivos dieciocho años, momentos de una grata e inteligente conversación, muy importantes para mí. Tuve la suerte de trabajar en su Despacho profesional, junto a su hijo Lucas y Juan Manuel —nunca estaré lo suficientemente agradecido por lo que todos me aportaron— hasta el año 2011. Al conocer la noticia de su reciente fallecimiento, han sido muchos los recuerdos que me han venido a la memoria. Por suerte, conservo muchas anotaciones de las conversaciones que manteníamos —afán personal de conservar lo bueno de esta vía—, que he aprovechado para repasar. Y vuelvo a sacar la conclusión de que, humanamente, como alguna vez me comentó, la mejor manera de vivir es con generosidad. Y fue un ejemplo constatar como él, a veces con gran decisión y esfuerzo, procuró vivir para Dios, su familia y sus amigos, apartándose de su comodidad y superando sus hándicaps. Requiescat in pacem.