Búsquese la vida

  • Rocío Coronel Martín
  • 30.09.2020

Desde que se declaró el estado de alarma he estado ayudando a mi vecina de 85 años con infinidad de trámites y, aunque lo hago encantada por ayudar a una persona que está sola, no puedo evitar preguntarme, ¿cuándo se decidió ignorar por completo a todo aquel que no haya nacido con un móvil bajo el brazo? ¿Una duda con el banco? Pregunte online a su asesor. ¿Los resultados de su analítica? Búsquese la vida y mírelo online. ¿Que necesita gestionar un ERTE? Hay una web donde se hace. Y así un largo etcétera de entidades públicas y privadas que aprovechando la circunstancia que nos azota han decidido abandonar a su suerte a los que no sean capaces de adaptarse a las nuevas tecnologías, dando por hecho que todo el mundo tiene alguien en quien apoyarse. Y digo yo, ¿de esta no íbamos a salir más fuertes y empáticos? ¿Es realmente tan traumático hacer una excepción y ayudar a una persona que claramente no se desenvuelve bien en ese mundo virtual? Entiendo que minimizar el contacto deba ser nuestra prioridad, pero me temo que este nuevo rumbo de la atención a personas ya no es una cuestión de crisis y ha venido para quedarse.