Vendedores de ONG, o el suplicio de atravesar el Paseo de Almería

  • Felipe Múgica Pedrejón
  • 11.07.2018

Esta mañana, a lo largo de los 20 minutos que, más o menos, he tardado en subir y bajar el Paseo de Almería (por ambas aceras), he sido abordado en 5 ocasiones por hordas de adolescentes que, carpeta en mano, intentaban convencerme para que me hiciera socio de las distintas ONG que cada uno de ellos representaban. Algunos de los chavales, cuando les hacía un gesto negativo con la cabeza o directamente les decía que no, se apartaban y me dejaban continuar. Otros, sin embargo, me acompañaban durante un rato por la acera soltándome sus peroratas o gritándome lo poco solidario que era al no querer escuchar su relato. Esto que cuento no sólo me ha pasado hoy, sino que es algo que desde hace ya mucho tiempo tenemos que sufrir los ciudadanos de Almería cada vez que, por gusto o necesidad, tenemos que atravesar el Paseo de Almería. No estoy, por supuesto, en contra de ninguna de estas ONG, que tan extraordinaria labor realizan de manera generosa y altruista, pero sí soy contrario a los medios coercitivos que utilizan para conseguir socios, como el que aquí acabo de exponer.