La pregunta de mi vida

  • Laura Manzano Callejón
  • 07.03.2018

LA PREGUNTA DE MI VIDA. Una simple pregunta que dictamina un futuro. Con una respuesta que puede ser realizada sin prejuicios ni ataduras o desde la incansable presión de la sociedad actual. Ante la complejidad de dicha cuestión, previamente deberíamos reflexionar sobre un asunto analizado por pocos: Realmente, somos ¿libres o esclavos? Somos humanos. Desde la época más primitiva vivimos en comunidad. En un clan que nos ofrece protección y asegura la propia supervivencia del individuo. Lo que desemboca en pensar y actuar como los demás, e incluso sentir miedo al rechazo debido a la desigualdad, al no encajar las piezas del puzle con la sociedad. Sí, somos esclavos, nada de libres, tan solo escogemos el camino fácil de la no-pregunta y mero instinto. Olvidamos cuestionarnos, cuestionar todo lo que nos rodea. Modas, tendencias y estereotipos que seguimos cegados, carentes de voluntad propia. Pocos se salvan de tal cinismo. Es entonces cuando llega la gran pregunta escuchada constantemente por niños y adolescentes. Pues parece que la vida lleve unas instrucciones: crecer, estudiar, estudiar aún más y entrar en el desastroso mundo laboral. Inquietante resulta escuchar tal pregunta por la que seremos clasificados, o cuya respuesta sea incierta por el hecho de que no conozcamos si quiera de qué hablamos. Respondida por imposición y no por vocación. ¿Qué quieres ser de mayor? O mejor dicho ¿en qué quiere convertirte la sociedad? Una elección en la que basaremos nuestra vida y dedicaremos todo nuestro esfuerzo, con la que contentaremos a todos, padres, profesores, familiares y amigos, menos a nosotros mismos. Comenzaremos una vida llena de sinsentidos, en la que contaremos los días de menos, y no los de más. De más experiencias, de más felicidad, de más conocimientos. Arquitecto, ingeniero, periodista, abogado, profesor, médico, ¿de verdad importa? La vida merece la pena porque tenemos la oportunidad de disfrutarla, de ser felices, de saber, de conocer, de aprender, de amar, de sentir, y aquellos que solo se dedican a destrozarla, que se dejan fluir por el río en vez de lograr las metas a contracorriente, definitivamente, no la vivirán. Debemos dejar de pensar en sociedad y comenzar a vernos como un individuo, a pesar de que es difícil por nuestro instinto de supervivencia, es gratificante poder deshacernos de la máscara que cada día nos ponemos al levantarnos, comenzar a amar lo que hacemos y que esa sea la razón de nuestra existencia. Amar nuestro trabajo, que nadie lo ame por nosotros. Hacer un esfuerzo por placer, porque queremos, sin esperar nada a cambio. Poder responder a esa pregunta con ganas, con entusiasmo y pasión. Laura Manzano Callejón, 16.