Los agricultores miran a un futuro inmediato que trae consigo amenazas en cuanto a la disponibilidad de agua para el riego. Las lluvias siguen sin aparecer en las previsiones a corto y medio plazo, más allá de alguna tormenta de verano, y se cierne la amenaza de un final de verano y un otoño deficitario en cuanto al agua.
Con ese panorama, tanto las organizaciones agrarias como las comunidades de regantes han vuelto sus ojos a las desaladoras, un sistema de suministro que no depende directamente del régimen de lluvias ni de los niveles en los cursos fluviales o en los pantanos desde los que se realizan trasvases.
Amenaza
De hecho las dos cuencas desde las que llegan los trasvases a la provincia de Almería, la del Segura en Murcia y la del Guadalquivir, con el pantano del Negratín, ya han advertido que la situación se ha colocado en alerta de cara a los próximos meses, poniendo en cuestión la posibilidad de trasvasar sus recursos a Almería.
Ante esa situación de alerta hídrica organizaciones como la Unión de Uniones, han lanzado ya el mensaje de que es preciso mejorar la eficiencia de las plantas desaladoras que abastecen miles de hectáreas de cultivos, una eficiencia que miden tanto en cuanto a la producción como en cuanto a los precios.
Agua a menor coste
Dentro de esas reivindicaciones, la Mesa del Agua de Almería recordaba que dentro de las medidas aprobadas hace más de dos años por el Gobierno central, entonces en manos del Partido Popular, se incluyó una rebaja del precio del agua desalada hasta dejarlo en 30 céntimos por metro cúbico.
Pero el hecho es que ni aquel Gobierno ni el del Partido Socialista han aplicado esa medida en lo que se refiere a la provincia de Almería. Sí lo hicieron para rebajar el coste del agua tanto en los regadíos de la vecina Murcia como, posteriormente, en los de las Islas Canarias, reconociendo la existencia de problemas de abastecimiento.
En la tabla reivindicativa de los regantes almerienses se acumulan proyectos que no se han abordado con la urgencia que debería; es el caso de la ampliación de la planta desaladora de Carboneras, que tiene actualmente una capacidad de producción de 40 hectómetros cúbicos anuales, pero que fue diseñada para duplicar esa producción, hasta los 80 Hm3, cuando la demanda así lo aconsejara.
Planes pendientes
El segundo proyecto pendiente de ejecución es la reparación de la planta desaladora de Villaricos, unas instalaciones que se vieron seriamente dañadas por las lluvias torrenciales del año 2012 y que desde entonces, hace ya siete años, sigue averiada y sin producir agua, a pesar de las promesas de gobiernos sucesivos.
Esa planta aportaría en torno a los 20 hectómetros cúbicos a una zona necesitada como es la del levante almeriense, que desde hace años reclama esas inversiones.
Un tercer punto de interés es el trasvase desde Rules, con proyectos y estudios en marcha, pero sin perspectiva de inicio de las obras.
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